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Feminicidio
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Ellas se llamaban... (y III)

Las mujeres víctimas de feminicidio no son un número, sino la trágica expresión de unas relaciones de poder que convierte a las mujeres y niñas en víctimas potenciales de todas las formas de violencia masculina. Centrarse en las cifras sería escamotear la verdadera naturaleza del problema y restar a la posibilidad de construir otro tipo de cultura.

Ellas se llamaban... (y III)

Las cifras oficiales sobre feminicidios serán siempre erróneas. Basada en un manejo restrictivo del concepto, la Procuraduría General de la República solo reputa como feminicidio los crímenes violentos de mujeres cometidos por hombres con los cuales ellas tuvieron algún tipo de relación; es decir, el llamado feminicidio íntimo.

De hecho, es ésta también la obligada perspectiva de los trabajos sobre el tema que ha publicado Diario Libre desde mediados del año pasado bajo el título común de “Ellas se llamaban”, en los que se pincela la biografía de las 91 mujeres asesinadas en estas circunstancias durante el 2017.

De ahí que teniendo como fuente los medios de comunicación, las estadísticas que hemos construido sobre esta expresión extrema de la violencia de género excluyen otros tipos de feminicidios considerados por la teoría feminista y por organismos internacionales preocupados por su auge.

Mas lo relevante no son las diferencias en los recuentos. Las mujeres víctimas de feminicidio no son un número, sino la trágica expresión de unas relaciones de poder que convierte a las mujeres y niñas en víctimas potenciales de todas las formas de violencia masculina. Centrarse en las cifras sería escamotear la verdadera naturaleza del problema y restar a la posibilidad de construir otro tipo de cultura.

Asimismo, atender solo a la ominosa contabilidad de estas vidas segadas, solapa la corresponsabilidad del Estado y el gobierno en la curva ascendente de la violencia contra las mujeres. En el caso dominicano, el irrisorio presupuesto asignado al Ministerio de la Mujer, la ausencia de políticas públicas claramente orientadas a combatir la violencia de género, la carencia de efectivos mecanismos de prevención y protección, entre otros factores, dejan expuesta la escasa preocupación estatal y gubernamental por un problema que entre sus múltiples consecuencias tiene la de menoscabar la democracia.

Dado el sesgo estadístico apuntado y la falta de seguimiento de los crímenes de violencia de género, se desconoce el desenlace de varios casos de mujeres heridas gravemente por sus parejas o exparejas durante 2017.

Podrían haber aumentado el número de víctimas de feminicidios: Marileidy Bonilla, Felicia Betan, Dominga (no se publicó el apellido), Yosnery Javier Paulino, Carmen Peña de la Rosa, Steicy de Jesús Mejía, Aracelis Altagracia Pérez Almonte, Victoria Cuevas Reyes, Yomaira Silvestre (se resistió a ser violada), Isaura de Aza y Andrea Estephany González Rubiera.

También Wendy (no se publicó el apellido), Alexandra Moel, Carmen Peña de la Rosa, Nancy Miguelina Mercedes, Ferdeline Mercedes Sena, Mirian Guzmán, Alexandra Elisabeth Sánchez Urbáez, Casandra Torres, Nikaaury Altagracia Cruz Núñez, Ana Jiménez, Ana Ramona Arias Jiménez y su hija Wanda Estévez de tan solo tres años de edad.

Completan la lista María Valdez, Catalina Suarez, Esmeralda Estévez Morales (Yaniris), Marileidy Bonilla y Catalina Jiménez.

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