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Belleza

Cómo hacerte un facial profesional en casa (en 5 pasos)

Te proponemos una guía paso a paso para disfrutar de una limpieza facial como si fueras una profesional en caso de que no puedas visitar a tu esteticista o dermatóloga

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Cómo hacerte un facial profesional en casa (en 5 pasos)
Convierte tu baño en un oasis y prepárate para un facial profesional. (SHUTTERSTOCK)

Si notas tu piel apagada y necesitas un boost de energía es el momento de ponerle remedio con una limpieza facial en profundidad. Pero no una cualquiera, sino regalarte una de lujo como recién salida del salón de belleza. Aunque darte un merecido tratamiento facial pueda parecerte un lujo, es más sencillo de lo que parece. Sigue estos pasos, aprobados por los expertos, elige una playlist con sonidos de naturaleza, convierte tu baño en un oasis temporal de aromaterapia y estarás lista para cuidarte como una reina. Un consejo: tómate tu tiempo para seguir y aplicarte cada uno de los pasos recomendados.

Paso 1. Inicia con una doble limpieza

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Con cualquier tipo de tratamiento facial, el primer paso siempre debe ser limpiar para preparar la piel y comenzar con una paleta limpia. Para ello lo más recomendable es comenzar el tratamiento facial en casa con una doble limpieza. Apuesta por un limpiador a base de aceite para derretir el maquillaje y eliminar las células muertas no deseadas de la piel así mantiene intacta la barrera lipídica. A continuación, elige un limpiador a base de espuma o crema. Las cremas son más suaves, por lo que técnicamente son [mejores] para cualquier persona que tenga la piel sensible; pero los limpiadores en espuma generalmente mantienen los poros más limpios. Concéntrate en las áreas de grasa y congestión y masajea muy bien todos los rincones y grietas de la piel.


Paso 2. Hora de la exfoliación

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Después de la limpieza, es hora de exfoliar o quitar la capa superior de células de la piel y el exceso de grasa para asegurarte de que los ingredientes penetren y aproveches al máximo los otros pasos. Dependiendo de tu tipo de piel, puedes optar por un exfoliante físico o químico. Si es lo primero, usa un polvo a base de enzimas que exfolie sin desgastarlo para dejar la piel pulida y súper limpia. Si te gustan más los exfoliantes en fórmula líquida, busca uno que contenga una mezcla de exfoliantes químicos como alfa hidroxiácidos (AHA) y beta hidroxiácidos (BHA). Un consejo: no te excedas en este paso, ya que todavía quedan muchos más y la exfoliación excesiva puede dañar la barrera protectora de lípidos de la piel.


Paso 3. Mascarilla adecuada a tu piel

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Elige tu mascarilla en función de los problemas que enfrenta tu piel. Si es grasa y propensa al acné, busca una que sea a base de arcilla o que contenga vitamina C. Por el contrario, si es seca en general, usa una mascarilla que esté formulada para reponer la hidratación, haciendo hincapié en ingredientes como el ácido hialurónico y la vitamina B5. Para suavizar las líneas, puedes usar una mascarilla que esté formulada con péptidos y antioxidantes. La funión de las mascarillas faciales es tratar cualquier problema que tengas, como deshidratación, sensibilidad, acné o grasa, falta de firmeza y daño solar.


Paso 4. El vapor no puede faltar

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Llena un recipiente con agua caliente y coloca tu cara sobre el recipiente con una toalla sobre la cabeza para permitir que la piel ‘se abra’ mientras recibe los beneficios de la mascarilla. No necesitas un dispositivo elegante en casa para aprovechar las ventajas del vapor. Un buen tazón a la antigua con rodajas de naranja hará un trabajo fantástico para suavizar la piel y abrir los poros.


Paso 5. Hidratación y masaje

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Después de retirar la mascarilla de tu elección, es hora de ponerte una capa de tus sueros y humectantes favoritos, con el objetivo de hidratar al máximo. Después del sérum, aplica una capa de tu hidratante favorita. Y, por último, tras aplicar tantos productos hidratantes como desees (desde el más fino al más espeso), aplica un masaje facial para estimular la circulación sanguínea y el drenaje linfático. Comienza en la barbilla y acaríciala suavemente hacia afuera. Sigue un patrón similar en todas las áreas de la cara, incluidos los puntos que a menudo se descuidan, como detrás de los lóbulos de las orejas, alrededor de las fosas nasales y el centro de la frente.

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