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El allante dominicano

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El allante dominicano

Si hay algo que me llama la atención es la capacidad de allante de algunos dominicanos. Ese afán de enseñar lo que no tienen o, si lo tienen, de que todo el mundo lo sepa. No importa en el renglón de la sociedad que se encuentre, en todas las capas se da. La gama va desde el empresario exitoso hasta el obrero, parece que es algo inherente al trópico en que vivimos... o quizás al clima tan caluroso en el cual nos movemos. Si las prendas de vestir tienen la marca, mucho mejor, eso indica que comprar lo más caro y lo que está de moda es lo que me identifica. Ojo con las falsificaciones. En el caso de los carros ni qué hablar, aquí el que no tiene yipeta no está en nada. Alguien me comentó que una vez los fabricantes de la Mercedes-Benz vinieron al país pues no se explicaban cómo un país tan pobre vendía, en comparación con otros, esa cantidad de carros. Cuando llegaron los Jaguares se agotaron el mismo día en que se lanzaron al público. He visto con estupor cómo se venden unas carteras cuyos precios son estrafalarios y no hay mujer que no aspire a tener una en su armario, y esas son un anuncio viviente de lo que cuestan. He escuchado conversaciones donde los tertulianos hacen alarde de los países visitados, algunos dan pormenores de hoteles 5 estrellas, restaurantes de similar caché y un largo etcétera de frivolidades para demostrar la posesión de riquezas.

Me sorprendo y me asusto y me avergüenzo de tanta frivolidad. Tengo un amigo que pudiendo viajar en primera lo hace en turista para no escandalizar.

Una vez me tocó viajar con un grupo a las islas Canarias. Se suponía que debíamos, para cruzar de una isla a otra, montarnos en un barco cuyo nombre no recuerdo. Éramos más de cien dominicanos, hombres y mujeres. Una de las noches, en uno de los muchos agasajos, escuché a una señora española comentar que admiraba el buen gusto y la coquetería de las mujeres dominicanas. Sorprendente cómo cada noche se visten con unos atuendos impresionantes, además de las joyas que exhiben, la colección de zapatos y que, definitivamente, eran unas compulsivas comprando. Que desde que había comenzado el tour ninguna había repetido traje. No les puedo comentar la cantidad de equipaje con que viajamos. Pero llegó el momento de subirnos al barco y ¿cuál fue la sorpresa? ¡No pudo con la carga! Era la primera vez que algo así sucedía y se convirtió en el comentario de la tripulación por la cantidad de maletas y bultos que llevaba cada pasajero dominicano.

Vi en el periódico que a una famosa de la televisión, de tanto enseñar un diamante que tenía en el dedo, en un hotel de París le robaron todas sus joyas. Estos alardes me escandalizan. Un mundo donde el hambre y la pobreza son constantes en todos los continentes, que un ser humano haga alarde de lo que tiene es una bofetada en la cara a la humanidad que tanto necesita. No estoy en contra de la riqueza, a quien Dios se la dio que San Pedro se la bendiga. Estoy a favor de los ricos, pero de aquellos que entienden que al que mucho se le dio, mucho se le pide.

Debe de imponerse una cultura de lo frugal, vivir ligeros de equipaje, y aquel que tenga mucho sepa que si cree en la otra vida, la entrada a la misma se le hará difícil a menos que comience a desprenderse de ese exceso de equipaje. Más fácil entra un camello por el ojo de una aguja que...

La Madre Teresa me lo dijo una mañana cuando estuvo en nuestro país, y lo repito constantemente: lo que sobra lo da todo el mundo, es dar lo que duele lo que hace la diferencia... y la felicidad.

Ilustración: Ramón L. Sandoval