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Nutrición
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¿Una dieta en la falcemia?

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¿Una dieta en la falcemia?

La enfermedad de células falciformes (falcemia) se refiere a la hemoglobinopatía estructural más frecuente en todo el mundo y se produce por alteración en los genes de la cadena de globina. (Zuñiga, 2018). El pasado 19 de junio se conmemoró el Día Internacional de la Anemia Falciforme. Desde el año 1910 cuando la enfermedad fue descrita, se han creado alternativas para mejorar o aminorar los síntomas y presentaciones clínicas de estos pacientes que se caracterizan en su mayoría por episodios de fuerte dolor generalizado.

Es hasta finales de los años ochenta, cuando la nutrición se ha considerado como parte de uno de los pilares que deberán formar parte del tratamiento óptimo.

Para enfocar la nutrición existen dos puntos importantes:

1. Macronutrientes y consumo de energía: esto significa el correcto aporte de las proteínas, hidratos de carbono (carbohidratos), grasas y el aporte de calorías necesarias de acuerdo con cada paciente.

Con este señalamiento, debo resaltar que, el aporte de proteínas reducirá los síntomas (dolor) y ayudará con el crecimiento y adecuado desarrollo del niño o adolescente.

Además, el requerimiento de calorías estará aumentado debido a la mayor demanda metabólica por parte de ellos, haciendo el ajuste antes mencionado de proteínas que deberá representar un 35% aproximadamente del total de calorías.

2. Micronutrientes: vitaminas y minerales esencialmente. El enfoque tradicionalmente ha sido por el hierro, zinc, magnesio, ácido fólico, las vitaminas B, D y E.

Según los estudios, el hierro se presenta en déficit en niños no transfundidos y en países subdesarrollados como el nuestro. En pacientes donde hay transfusiones recurrentes hay depósitos de hierro en el hígado, y por ello no suplementamos este mineral en todos los casos. Una alimentación equilibrada deberá proporcionar el requerimiento diario. El zinc ha resaltado por su valor nutricional en este grupo de pacientes. Su deficiencia se asocia con la pobre inmunidad, subdesarrollo de los caracteres sexuales y lenta cicatrización de heridas (ej. en el caso de úlceras en las piernas). Encontraremos alimentos ricos en zinc en las leguminosas (garbanzos, habichuelas), nueces, semillas de auyama, cocoa amarga, hongos y espinaca.

El déficit de magnesio se relaciona con la deshidratación de las células y la mayor presentación de crisis de hemólisis (muerte de glóbulos rojos) según recientes estudios.

También se sugiere el suplemento de vitamina D para mejorar la densidad ósea y evitar la incidencia de fracturas.

Será importante resaltar que a medida que avanzan las complicaciones se dificulta el aporte de energía y de los micronutrientes. Por ello, una terapia nutricional temprana será de gran ayuda en su buen pronóstico.

TEMAS -

Dra. Erika Pérez-Lara Doctora en Medicina. Especialidad en Nutriología Clínica en INTEC. Master en Nutrición y Alimentación en Universidad de Barcelona (UB).