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¿Cómo hacemos para que no nos hagan gastar innecesariamente?

Mucha gente se encierra en una cárcel imaginaria y juega un rol que piensa adecuado a la situación

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¿Cómo hacemos para que no nos hagan gastar innecesariamente?
Veo cómo tanta gente cree que no tiene salida. (ILUSTRACIÓN: LUIGGY MORALES)

Hace unos días viví una situación particular. Una clienta de coaching, lo que llamamos “coachee”, insistía en que la sociedad la ha llevado a ser como es. Toma decisiones erradas por culpa de la incidencia de los demás en ella, afirma.

Recuerdo el experimento de la cárcel de Stanford. En la universidad acondicionaron un local en forma de prisión. Un grupo de voluntarios fue nombrado guardianes y el otro, prisioneros. La elección fue al azar.

Todos se adaptaron a sus roles. Jóvenes dóciles se convirtieron en brutales carceleros. Mientras muchachos rebeldes se veían como mansos prisioneros. Hay mucho que contar al respecto, solo quiero ver aquí las conclusiones de mi análisis con mi clienta.

Las puertas del local no estaban cerradas, pero los que tenían rol de delincuentes nunca intentaron escapar. Así mismo veo cómo tanta gente se ve como mi coachee, cree que no tiene salida. Se encierran en una cárcel imaginaria y juegan un rol que piensan adecuado a la situación.

La gran mayoría de los que dicen ejecutar acciones, o no ejecutarlas, por influencia de otros sienten que jugar el rol de víctimas es más cómodo. Quizá lo sea, de lo que estoy seguro es que no es más asertivo.

¿Gastamos nuestro dinero porque nos llevan a eso? En muchas formas sí... usan nuestros sesgos cognitivos para lograrlo, como el de la confirmación. ¿Es tonto pensar que si alguien usa algo eso es lo que debemos usar? Muchas veces ni cuenta nos damos. Nos ponen una persona conocida vistiendo o haciendo algo y ya queremos usar ese bien o servicio. Nuestro dinero se va a otras manos sin darnos cuenta.

Podemos pensar que no tenemos opción... yo le aseguro que en casi todas las circunstancias las hay. Que sean peores las posibilidades que vislumbramos es otra cosa. La cuestión es que si las alternativas eran peores nos demuestra que elegimos la menos mala. Se da cuenta, la decisión fue nuestra.

Nuestro alrededor nos moldea, es cierto. Lo que debemos estar claros es que teníamos alternativas y elegimos dejarnos moldear en una forma o de otra. ¿O no conoce personas que actúan de otra manera y se formaron en un alrededor muy parecido al suyo?

Ser víctima no es asertivo, es cómodo porque no seremos nunca culpables de lo que acontece, ni siquiera de lo que hacemos. Lo malo es que tampoco podremos construir lo que sucederá... pensaremos que no haremos pasar nada.

¿Lo peor? Como esas personas se sienten víctimas intentan influenciar en la vida de los demás, tener el control. Quizá es porque piensan que si a ellos les dicen lo que deben hacer, tienen el derecho y la obligación de actuar igual.

¿Se atreve a ver una situación que vive desde el lado de protagonista?

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Conferencista, consultor, coach y escritor con 20 libros publicados. Dirigió por 10 años una de las empresas del Grupo Siemens en Argentina, Brasil y Alemania.