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¿Cuánto cuesta la buena vida?

El que siente una liberación al hacer compras con dinero que no sabe cuándo se ganará, no se ha liberado

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¿Cuánto cuesta la buena vida?
Vivir de las apariencias cuesta mucho más que disfrutar de los gustos merecidos. (ILUSTRACIÓN: LUIGGY MORALES)

“Esto es vida, no lo que mi coach financiero me dice que haga”, exponía una publicación que vi en las redes hace unos días. Me pregunté: ¿sale cara la buena vida? La cartera que mostraba la foto, cara por demás, me llevó a pensar que la buena vida para todos no es igual. Además, cuando me doy buena vida no puede influenciar mal el resto de mi vida.

Cuando alguien busca un coach financiero es por tres razones principales: necesita mejorar su relación con el dinero, quiere mejorar el rendimiento del patrimonio hecho, o aspira a planificar su futuro y dar los mejores pasos.

Por lo que vi de la persona de la cartera, su coach parece que le ayuda en su relación con las deudas. O sea, su nueva adquisición la liberaba de un gran estrés. El que le causa su asesor tratando de que dirija sus ingresos a salir de las preocupaciones que le causan sus obligaciones monetarias.

Comprar se puede realizar con tres dineros:

1. Con el que ya me gané. Está en la cuenta y decido usarlo. Desaparece cuando pago el gusto que me doy.

2. Con el que me genera el que ya me gané. Mi patrimonio está invertido y me crea dinero para cubrir mis lujos. Mi capital nunca se reduce.

3. Con el que me ganaré. Como uso el dinero ajeno, comienzo a pagar intereses. Lo comprado me costará más de lo que la etiqueta del precio dice. Y si ya vengo con deudas que me mortifican, el daño a mi futuro va por partida doble.

El primer caso es muy típico, gastamos según lo que tenemos en la cuenta. La gran vida es para muchos restringida si se vive así. Sentir que logramos algo que no parecía a nuestro alcance es lo que a muchos les hace correr endorfinas, las hormonas de la felicidad, por su sistema. Sintiendo entonces la gran felicidad. Por eso, según los del grupo 3, no nos damos un “gustazo”. No hemos entrado en un lío.

El grupo dos no es bien visto. Aunque se compren lo que el grupo tres adquiere no es sentido como la gran vida. Uno tiene el dinero, “así no se vale”. ¿Es cierto que comprar un gusto con el dinero que le sobra no lo hace la gran vida?

Para el que tiene deudas no productivas un gusto sale más caro de lo que piensa. Por un lado, no lo deja salir de las deudas que le preocupan. Por el otro, quizá le aumenten sus preocupaciones cuando se acerque el día del pago de la tarjeta. Lo que costaba 100 le costará mucho más.

La gran vida es una actitud mental. Es disfrutar lo que tengo, lo que adquiero, lo que compraré, etc. No importando que ya el dinero esté en nuestra posesión.

El que siente una liberación al hacer compras con dinero que no sabe cuándo se ganará, no se ha liberado. Simplemente ha prolongado la vigencia de su esclavitud. Dicen en mi tierra: “Un gustazo, un trancazo”. En el caso del dinero, muchos trancazos.

El que no disfruta lo comprado con el dinero que ya se ganó, debería rever su actitud. Es también un gustazo, solo que no tendrá como consecuencia el estrés a la hora que llegue la cuenta.

Aquellos que viven por adelantado, porque usan dinero prestado para sus gustos, piensan que los que primero ganan y luego gastan disfrutan menos. ¿Quizá porque no los ven en las redes haciendo alardes?

Vivir de las apariencias cuesta mucho más que disfrutar de los gustos merecidos.

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Conferencista, consultor, coach y escritor con 20 libros publicados. Dirigió por 10 años una de las empresas del Grupo Siemens en Argentina, Brasil y Alemania.