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¿Decidimos por corazonadas?

La primera decisión la tomamos por intuición, luego entra la razón. ¿A quién le debemos hacer más caso?

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¿Decidimos por corazonadas?
Quien debe llevar la voz cantante es la razón, de lo contrario podríamos cubrir una necesidad emocional llevando nuestras finanzas a un resultado no deseado. (ILUSTRACIÓN: LUIGGY MORALES)

“Me resulta muy difícil decidir si lo pienso dos veces”, me dijo una amiga hace unos días. La primera decisión la tomamos por intuición, luego entra la razón. ¿A quién le debemos hacer más caso?

Diría que depende de varios factores, entre ellos:

1. La importancia del resultado: Un cirujano no puede accionar según corazonadas. Es necesario pensar varias veces antes de decidir. Otras decisiones no tienen resultados de tanto impacto. Es como un bateador en cuenta de tres bolas sin strikes. Puede elegir con facilidad si atacar al próximo lanzamiento o no. No es igual en cero bolas y dos strikes. Un atacante en fútbol puede arriesgarse a fallar un pateo a puerta, pero si el defensa yerra cerca de su arco puede costarle el juego a todo el equipo... muchas veces el campeonato o hasta el primer lugar en el mundial. ¿Y con una compra? Muchas veces puede ser complejo analizar si adquirimos o no lo que nuestra corazonada nos dice que compremos. Aquí el razonamiento es quien debe llevar la voz cantante, de lo contrario podríamos cubrir una necesidad emocional llevando nuestras finanzas a un resultado no deseado.

2. Experiencia: Claro que en el ámbito que se requiere tomar la decisión. Cuando en ocasiones anteriores hemos accionado sobre un caso idéntico, nuestro cerebro pensará rápidamente en lo que hizo en el pasado. Si estuvimos conformes con el resultado, lo más probable es que rápidamente tengamos la tendencia, que será involuntaria. Pero, ¿analizamos las consecuencias la vez anterior? Una compra o inversión que hicimos y no arrojó buenos resultados podemos haberla olvidado. No es solo la decisión, sino la real experiencia acumulada.

La ciencia nos ha dado muchas respuestas a lo que pasa en nuestro cerebro para tomar una decisión. Nos puso en evidencia sobre lo que el inconsciente hace mientras nos enfrentamos a una situación.

Nuestro cerebro hace conexiones entre las neuronas. Esto sucede cada vez que enfrentamos una información nueva. Mientras más usamos esa carretera, más fuerte se convierte la conexión y más fácil es andar el camino. Es como si la carretera se ensanchara.

En caso de enfrentar una situación nueva, o con variables no conocidas, el camino a recorrer puede ser otro, pero la información llega, tomamos una decisión inconsciente y ella influenciará todo el tiempo, no importa que la razón no llegue a una conclusión.

Cuando nos encontramos en una encrucijada nuestro inconsciente presiona de todas las maneras posibles para que su decisión sea la elegida. La indecisión es una manipulación muy bien elaborada por nuestro amigo de las tinieblas. Al final casi siempre tomamos la decisión que él quiere... en conclusión, es una corazonada lo que nos ayuda.

En ocasiones, por ejemplo, cuando el resultado no es importante y las consecuencias no tienen valor, las corazonadas nos pueden llevar a la mejor decisión. Pero cuando hay consecuencias o el resultado es relevante, lo más sensato es apartar las emociones y decidir con la razón.

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Conferencista, consultor, coach y escritor con 20 libros publicados. Dirigió por 10 años una de las empresas del Grupo Siemens en Argentina, Brasil y Alemania.