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“Jueves con sabor a viernes”

La llegada de un fin de semana puede anunciar felicidad. Algunos tienen frases que hasta jocosas suenan... en realidad son filosofías de vida.

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“Jueves con sabor a viernes”

En medio de un taller de finanzas personales hablaba de cómo las personas se preparan mentalmente para disfrutar el fin de semana cuando Wilson, uno de los participantes, me expresó con picardía: “Es jueves con sabor a viernes”.

Sacarle el mayor de los provechos a los días que predicen el fin de la semana laboral suele ser una costumbre. ¿Es costosa? Puede ser... dependiendo de cuánto dediquemos a sentir la felicidad.

Los dogmas de vida pueden llevarnos por buenos caminos o por otros no tan productivos. Sentir que un jueves tiene sabor a viernes es adelantar el fin de semana marcado en el calendario... en mi tierra el cuerpo se entera temprano del último día de la semana laboral.

El sabor de esos días por lo regular se traduce a reuniones con amigos, movimiento rítmico y acompasado, y quizá algún aditivo líquido para la alegría. Lo que casi siempre implica costos extra.

Utilizar el dinero generado para sentir el cuerpo vivo es una delicia, siempre que no sea sin medida ni planificación. Lo malo es que muchas veces los aditivos de la alegría nos hacen pasar los límites y podemos gastar más de lo que debíamos... y en muchos casos de lo que podíamos.

Siempre digo que vivir cada día como si fuera el último de nuestra vida debe ser en el ámbito emocional. Aprovechar cada instante para demostrar y recibir amor (tanto de pareja, familiar y de amistad) debe ser una constante. No hace falta intercambiar abrazos para sentir amor, quizá simples conversaciones cara a cara lo suplen.

En lo financiero no prefiero vivir cada día como el último, sino como el primero del resto de mi vida. Haber iniciado hace tiempo la construcción del futuro me lleva a estar disfrutando ya de ese futuro.

Vivir el futuro por adelantado suele ser costoso. Un jueves con sabor a viernes puede quitarme la posibilidad de saborear el viernes o el sábado a su pleno esplendor. Dirán algunos que “dejar de comer por haber comido” no es malo. Yo pienso que siempre que se disfrute la comida por adelantado y en el futuro no se pase hambre no debe presentar ningún arrepentimiento. Porque tampoco creo que el calendario deba dictarme el día que debo disfrutar, así como tampoco debe limitarme.

Los límites financieros para disfrutar los debe poner mi planificación. No llegar a extremos, no pasarnos y, sobre todo, no dejar de disfrutar más adelante por haberme salido de los límites planificados es mi dogma.

Un jueves con sabor a viernes, o un miércoles con olor a jueves con sabor a viernes, o un día cualquiera en el calendario deben ser inspiración para construir una vida de felicidad diaria. Lo malo es cuando no solo el calendario nos limita a pasar bien cada día, sino nuestra cuenta bancaria y responsabilidades asumidas.

Recuerdo un señor que me interceptó en una librería que frecuento y me dijo: “Usted recomienda que uno se tome el café en su casa, pero yo lo veo siempre tomándose su café aquí en la cafetería”. Mi respuesta fue: “Mi recomendación de evitar gastos superfluos es para los que tienen deudas tontas y desean salir de ellas, no para los que han construido una sólida base financiera, esos pueden tomar todos los cafés que deseen”.

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