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Pedir lealtad suele indicar lo mal hecho

Exigir lealtad es para mí un mecanismo de presión utilizado para hacer cómplice a quien puede hacer el bien. Siempre he estado en contra de la lealtad y a favor de lo bien hecho

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Pedir lealtad suele indicar lo mal hecho
No soy desleal cuando permanezco firme a mi moral. (ILUSTRACIÓN: LUIGGY MORALES)

¿Debo serle leal a alguien o mejor serle leal a algo? Como a mis principios o los principios morales universales. Veo con terror como la gente solicita que seamos leales. ¿Alguien que hace su trabajo debe ser leal a su jefe? Esta acción es vista con dos polos: lealtad o deslealtad. ¿Si no soy lo uno, soy lo otro?

No soy desleal cuando permanezco firme a mi moral. No lo soy por no ser leal a quien hace lo indebido. Solo estoy siendo neutral.

¿A quién le debo la lealtad? Supongamos que una persona me consigue un trabajo. En el desarrollo de mis funciones encuentro algo mal hecho. ¿Debo sacarlo a la luz? Me imagino que estamos de acuerdo en que sí. ¿Si la persona que cometió el hecho es quien me consiguió el trabajo debo actuar igual?

Es aquí donde sale la paradoja de la lealtad. Encubrir a quién le debo el favor inicial me convierte en parte del crimen. ¿Debo ser leal? ¿O le debo ser leal al dueño de la empresa? O al país, de ser un cargo público.

Si mi moral es quien me guía, yo debo ser leal a ella. Cualquier desvío para ser leal a otro que no sea mi moral es una deslealtad a mis principios. Por esta razón encuentro que la lealtad debe ser vista con mucho cuidado.

No soy desleal al que comete actos maliciosos, él es desleal a la empresa (al país, en su caso), a su religión, a su jefe y a cualquier otro. Y si me solicita lealtad le está siendo desleal a mi moral, que es quizá la moral de la gran mayoría.

Pedir lealtad es solicitar la quiebra de la moral y las buenas costumbres. Si se ha actuado con el bien por delante no hay que pedir lealtad. Si alguien actúa con deslealtad es otra situación, como explico en mi libro Migomismo II sobre inteligencia interpersonal.

Exigir lealtad es para mí un mecanismo de presión utilizado para hacer cómplice a quien puede hacer el bien. Siempre he estado en contra de la lealtad y a favor de lo bien hecho.

Hace unas semanas vi a un militar acusado en un entramado de corrupción decir en un estrado algo que no lo dejó serle leal a sus jefes. Le habían pedido borrar mensajes en su teléfono, los cuáles no borró. ¿Fue leal o desleal? La realidad es que de haberlos borrado descargaba a quien se los envió, dejándolo con la responsabilidad de lo realizado.

No era cuestión de lealtad, sino de protegerse él mismo al dividir su responsabilidad. Algunos pensaron que no fue leal. Él pensaba que cuando hacía lo indebido había sido leal a sus superiores. La verdad es que todos actuaron por lealtad al dinero.

Los sistemas deben premiar la lealtad al sistema, a los principios, a la moral. Muchos tienen que ser leales por no perder un trabajo, siendo leales por miedo o por hambre. ¿Quién los recompensa si son leales y denuncian lo mal hecho?

Una cosa es equivocarse, otra es actuar con malas intenciones. El que roba y no es para sobrevivir no tiene excusas. Serle leal es ser compañero, no en realidad ser leal.

La próxima vez que escuche que debe ser leal, ¿quiere revisar si le están exigiendo que quiebre sus principios, siendo desleal a ellos, a cambio de encubrir una mala acción?

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Conferencista, consultor, coach y escritor con 20 libros publicados. Dirigió por 10 años una de las empresas del Grupo Siemens en Argentina, Brasil y Alemania.