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Tener un plan B puede llevar al fracaso

Enfocarnos en nuestro objetivo verdadero con el mapa indicado nos ayuda más a llegar a la meta que nos ponemos

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Tener un plan B puede llevar al fracaso
“Convencerme de que no fracasaré me lleva directo al triunfo” (SHUTTERSTOCK)

Dice Arnold Schwarzenegger que nunca tuvo un plan B, eso sería no confiar de su plan A... su único plan. El comenta en sus charlas motivacionales cómo triunfó en tantas ocasiones contra todo pronóstico. Nacido y criado en un pequeño pueblo en Austria (que hoy tiene dos mil habitantes) soñó siempre en grande. Salió a Alemania con el objetivo de convertirse en fisiculturista. Le desaconsejaban sus familiares y amigos esta aventura. No escuchó ni miró hacia atrás; no pensó en qué podría hacer si no funcionaba su plan. Al final se convirtió en Mr. Universo. No solo una vez.

Luego se fue a Estados Unidos, quería ser actor de cine. Todos le decían que era muy grande o feo para triunfar en el cine. Lo tomaron para hacer el papel de Conan el Bárbaro. De ahí en adelante su carrera fue un éxito tras otro. Luego quería ser gobernador del mayor estado de esa nación, le decían que con su acento extranjero no lo lograría... todos sabemos que se convirtió en el “Gobernator” de California.

Cuando escuché su historia de que no debemos tener un plan B me pareció muy válida. Veo cómo algunas personas temen tanto al fracaso que no terminan de creer en su plan principal. Ponen tantas energías en realizar un plan B en vez de invertirlas en el A.

Para un trapecista sentir la obligación de hacer perfectos sus malabares no hay mejor solución que no tener red de seguridad. Claro, no es subirse al trapecio la primera vez y decir que le quiten toda seguridad para él lograr lo que desea. Antes debemos estar seguros de que podemos.

Aquí aparece la gran clave del triunfo: la autovaloración.

Pasamos por la vida escuchando a muchos que no creen en nosotros. Algunos porque piensan que ellos no podrían, otros porque sienten que son mejores que nosotros y no nos creen capaces. Así hay una gran cantidad de personas que se agolpan para decirnos que no somos competentes.

Muchos me conocen desde muy niño. En el transcurso de mi vida me han visto pasar por diferentes estadios. Algunos no consideran aún que ese niño que veían hace cuarenta años hoy puede asesorarlos, o que puede estar en un escenario frente a miles de personas. Me siguen viendo como ese niño que ellos corregían: “¿Cómo ahora me va a orientar en lo que yo puedo hacer?”

¿Cuántos a su alrededor le dijeron de joven que usted puede alcanzar lo que se proponga?

No son muchos los que ven el potencial, los que creen en nosotros, los que nos convencen de que sí podemos... los que nos muestran nuestro valor y nos instan a sabernos autovalorar sin tomar en cuenta tanto la opinión de otros; tema que enseño por extenso en mi libro “¡Alcanza la Cumbre!”.

No pensar que podemos fallar nos lleva a pensar que podemos lograrlo. Un plan B no es una red de seguridad, es una desviación de nuestro pensamiento positivo al del fracaso. Salir sin un segundo plan es saber que podemos adaptarnos tras cualquier fallo, saber que sí podemos, saber que nuestro valor es inmenso... aunque otros no lo consideren así. Que, dicho sea de paso, muchos de esos otros no han logrado lo que quisieron, mucho menos lo que pudieron lograr

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Conferencista, consultor, coach y escritor con 20 libros publicados. Dirigió por 10 años una de las empresas del Grupo Siemens en Argentina, Brasil y Alemania.