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Un buen guía no desperdicia, administra

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Un buen guía no desperdicia, administra
Los jefes de la manada pueden darse por diferentes causas. (ILUSTRACIÓN: LUIGGY MORALES)

Desde que mis hijos estaban muy pequeños me interesé bastante por observar el comportamiento de los niños en los parques de juegos. El proceder innato me ayuda a entender qué perseguimos cuando no educamos nuestro consciente para que venza al subconsciente.

En los lugares donde se juntan los niños a jugar se forman manadas de diferentes tamaños. Sabemos que existe una variedad de tipos de individuos: Están los alfa, los de mayor rango en la manada, a los que los demás siguen; los beta, segundo rango, en su mayoría quieren ser un día alfa; y por último, los omega, subordinados a todos y sin muchas aspiraciones, los que más humillaciones reciben.

Los jefes de la manada, sean masculinas, femeninas o mixtas, pueden darse por diferentes causas. Entre otras, existen los autoritarios, que a la fuerza se hacen seguir (principalmente se rodean de omegas) y los líderes, que por su comportamiento reciben la autoridad para ser los guías. Estos tienen más alfas en su manada, los que comandan equipos menores de la misma.

En las manadas de niños muy pequeños la fuerza no ayuda en mucho, los padres están cerca y no dejan que el más fuerte domine a su pequeño. Cualquier gesto que pueda poner en peligro la integridad de un hijo será detenido a tiempo. Entonces, lo único que puede resultar para ser guía de la manada es ser como los demás desean ser.

Las conclusiones de muchos experimentos es que seguimos a los más comunes, con los que nos identificamos, no a quien sobresale. Aquí está la paradoja del liderazgo. La mayoría de los líderes desean sobresalir con actuaciones que los demás no pueden ejecutar. Mientras la gente desea seguir a alguien con quién se sienta identificado. Quizá nunca logre lo que ella o él alcance, pero lo desea y cree que lo puede conseguir.

Lo más importante es que en lo demás sea una persona común, no un superhéroe.

Cuando somos jóvenes, por lo general, los hombres queremos lograr hazañas deportivas. Está en nuestra programación que el que tiene mayores habilidades físicas comandará la manada. Viene de muy atrás, cuando se necesitaban esas habilidades para conseguir la comida, al cazar, o para defender a la familia, en las guerras y peleas. Hoy ya no es así.

Querer ser seguidor nos hace desperdiciar muchos recursos. Mismo ser aceptado hoy en una manada tiene que ver con la cantidad de recursos que estoy dispuesto a sacrificar. Un alfa debe decidir en qué manada está y administrar más que bien los recursos, como en la antigüedad; cuando se cazaba un mamut no se podía desperdiciar, la manada que más lo aprovechaba era la que mejor subsistía.

Sabiendo cómo somos es más fácil ser líder. ¿Se atreve a detectar qué tipo es usted y cuál son los de su alrededor: alfa, beta u omega?

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Conferencista, consultor, coach y escritor con 20 libros publicados. Dirigió por 10 años una de las empresas del Grupo Siemens en Argentina, Brasil y Alemania.