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Bitácora de cuarentena 2.0

Lo importante de esto no es la lección, es la enseñanza. De lo que aprendamos de esta crisis dependerá nuestra supervivencia futura

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Bitácora de cuarentena 2.0
Nunca “salir” a trabajar me había apetecido tanto. (RAMÓN L. SANDOVAL)

Al momento de escribir estos párrafos, computo más de un mes de teletrabajo y de casatrabajo. Ambos, combinados, son una esclavitud. De pronto tienes que revisar un informe mientras friegas una pila de loza o asistes a una conferencia virtual en pijama. Un escenario impensable hace dos meses.

Cada día es peligrosamente similar al anterior y debes hacer un gran esfuerzo mental para que el fastidio y la ansiedad no ganen la partida. Las llamadas a familiares y amigos para “desconectarse” entran en categoría de terapia de grupo. Un psiquiatra amigo te pide que no pienses en las canas, que concentres tu atención en visualizar el día que abran los salones de belleza. Inhala, exhala. Repite.

Según pasan los días se hace evidente que las medidas de salud pública, aunque bien intencionadas y con base científica, no están dando los resultados esperados. Hay un segmento de la población que simplemente no colabora y otro grupo que todo lo politiza. Y entre estos, cientos de personas se contagian y las estadísticas mienten. A este punto no se qué me tiene más harta: si el coronavirus o los políticos. Ambos son una plaga, pero por lo menos sé que el coronavirus pasará.

Mientras tanto, otro grupo grande, en el que me incluyo, hace un esfuerzo extraordinario para cumplir con el distanciamiento social y las reglas. Sabe que el virus mata, que el dolor de no poder enterrar a tus muertos te acompañará siempre y que la vida, tal como la conocimos, cambió. El tiempo dirá si para bien o para mal.

La vida nos está dando una oportunidad única para revisarnos y revisar nuestras relaciones, actuaciones y comportamientos. En pocos meses comenzará a verse la verdadera dimensión humana y social de esta tragedia una vez sobrepasada la crisis sanitaria. Un día amanecerá y cientos de negocios no podrán abrir sus puertas, miles de empleados no tendrán dónde laborar y algunos no estarán... fallecieron en una batalla contra un enemigo invisible.

Todo lo que nos decían los padres de ahorrar para tiempos malos, de arroparse hasta donde la sábana alcance, de cultivar otros talentos por si era necesario independizarse, cobró sentido de la noche a la mañana. Lo importante de esto no es la lección, es la enseñanza. De lo que aprendamos de esta crisis dependerá nuestra supervivencia futura.

Es un tiempo maravilloso para predicar con el ejemplo a nuestros hijos. Que nos vean colaborando en el hogar, cumpliendo con nuestro trabajo aun en la distancia, planificando para cuando se pueda salir, ahorrando, orando en familia. Todo suma y esa semilla, sembrada en la buena tierra de su corazón, dará su fruto. A ellos muy probablemente les corresponda vivir una situación similar, quizás no como dependientes, sino como empresarios, empleados o como cabezas de hogar. Lo que le hayas enseñado ahora, será su referencia para el futuro.

Es tiempo de decidir. Mirando hacia atrás, cuando hago esfuerzos para conciliar el sueño, me doy cuenta de tantas cosas que pospuse para más adelante, muchas veces con excusas tontas inspiradas en el temor del qué dirán. Ya decidí que no me voy a quedar con esa llamada pendiente, con ese “te quiero” en los labios. La vida nos puede cambiar en un segundo y lo peor debe ser enfrentar lo inevitable con la sensación de que dejamos muchas cosas por hacer. Aunque la felicidad llegue a chorritos, hay que ir a por ella.

Es tiempo de mirar hacia adelante. El sol sale todas las mañanas brindándonos la oportunidad de comenzar con renovadas fuerzas, con optimismo y con fe. Nunca “salir” a trabajar me había apetecido tanto.

TEMAS -

Comunicación corporativa y relaciones internacionales. Amo la vida, mi familia y contar historias.