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A la caza del sol: Cabo Rojo por la Sierra

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A la caza del sol: Cabo Rojo por la Sierra

Estamos de acuerdo: visitar una playa en Semana Santa no es la mejor idea si evitas los tumultos, pero en este caso el viaje propuesto por Yudelka Sosa (o Yu como cariñosamente le llaman), eludía carreteras atestadas y hoteles abarrotados. Tres días de recorrido que incluyó atravesar miles de cactus, la versión en miniatura y aplatanada del Gran Cañón, bosques, montañas, pinos y playa, demostraron que el Sur Profundo tiene de todo, para todos los gustos.

1. Luego de casi seis horas en carretera y superada la prueba de la goma pinchada, los kilómetros adicionales detrás de una bomba de gas y un supermercado abierto en Viernes Santo, llegamos a Puerto Escondido, comunidad de la provincia Independencia que colinda con la entrada norte hacia el Parque Nacional Sierra de Bahoruco, una de las zonas geográficas de mayor diversidad de ecosistemas en nuestra isla.

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2. Navegando por un río de piedras bordeado de pinos, se encuentra Zapotén: un minúsculo valle ubicado en el corazón mismo de la sierra. Allí, la característica caseta verde de Mediambiente, un coqueto comedor y áreas habilitadas para acampar, dan la bienvenida a los visitantes.

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3. A la parrilla. Lo admitimos, fuimos demasiado ambiciosos. Nuestro deseo de hacer una parrillada fue parcialmente eclipsado por el frío y la humedad del lugar. Al final terminamos preparando pollo frito a la parrilla (una recién descubierta exquisitez gastronómica).

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4. Es muy probable que nunca hayas visto un amanecer parecido al de Zapotén. Por unos pocos minutos, el sol es rosado y tiñe el cielo de morado y naranja; una sinfonía de colores que bien vale el esfuerzo de levantarse temprano y buscar el mejor sitio para verlo. ¿Música de fondo? El trino del Chirrí de Bahoruco, una de las 49 especies de aves que habitan en la zona.

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5. ¿Siguiente parada? Playa Cabo Rojo en Pedernales. El camino, si bien solo apto para vehículos 4x4, es mucho más plano que el día anterior. Celebrábamos cada pequeño pedazo de asfalto con genuina alegría.

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6. ¿Cómo van trece personas en dos vehículos? ¡Apretados! Claro está, la compañía, el paisaje, la música y las ganas de conocer nuevos lugares, hacían de la incomodidad algo llevadero. Detrás de esas montañas, a 2.3 kilómetros en línea recta, está el pueblo haitiano de Chapotin.

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7. Cerca de las dos de la tarde y siguiendo parte de la Carretera Internacional, la cual divide República Dominicana de Haití, llegamos a Pedernales. Luego de almorzar y estirar las piernas, continuamos nuestro camino hacia Cabo Rojo. La gran cantidad de personas que aprovecharon el largo asueto para ir a la playa, hizo que nos desviáramos unos kilómetros, en búsqueda de un espacio tranquilo para acampar.

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8. Cerca de las 7:00 de la tarde, otro espectáculo visual nos esperaba: el atardecer, diez minutos en los que todo el cielo se transformó en una paleta de colores naranjas y rojos. Para despedir el día, una cálida fogata cuya luz palidecía ante la emitida por la luna y las estrellas.

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9. Último día de recorrido y la parada obligada para comer: el Rancho Típico Cueva de las Águilas, único restaurante de la zona que respeta las vedas. ¿Una recomendación? ¡No dejes de probar su salpicón de mariscos y su pescado frito!

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• El costo de entrada al Parque Nacional Sierra de Bahoruco es de RD$200.

• Para más información llamar a los teléfonos (809) 729-9865 y (809) 753-1388.

Fotos: Cortesía de Damián Domínguez

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