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Amor animal

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Amor animal

Lo del amor por los animales no es una novedad. Desde tiempos antiguos el ser humano ha manifestado un interés en ellos que va más allá de la conveniencia como eslabón en la cadena alimenticia. Lo que pareciera gritarse a voces en las redes sociales es que cada vez se vuelve más humano el trato a los animales, dándoles cualidades incluso de hijos en una familia.

¿Será que se vuelve realidad lo que hace cientos de años dijera el filósofo griego Diógenes Laercio: “mientras más conozco a los hombres más quiero a mi perro”? ¿Será que cada vez se quiere más a los animales y menos a las personas?

Para la terapeuta infantojuvenil Nadia Coradín, no es así: “no creo que se esté dando un rompimiento del lazo afectivo entre las personas a causa del amor por los animales”. Para la especialista del Centro de Vida y Familia Ana Simó, lo que sucede es que la gente está “dolida y decepcionada”, víctima de la falta de empatía y solidaridad. “Quizá por eso se aferran más a los animales, con quienes tienen lazos más armoniosos y seguros. Una mascota te brinda cariño puro y desinteresado”, explica Coradín.

De su lado, la psicóloga clínica Kaly Báez, especialista en duelos y pérdidas, afirma que son los humanos quienes hacen daño por decisión, bajo cualquier motivo y en cualquier momento. En cambio, cuando un animal lo hace, es porque responde en defensa de un ataque o es parte de su función dentro de la cadena alimentaria. Ambas expertas coinciden en que la deshumanización es una responsabilidad de los propios individuos.

Nadia Coradín pide no olvidar que ese “mayor afecto a los animales” traduce una muy certera probabilidad de que exista ese mismo sentimiento hacia otros seres humanos, prueba de su sensibilidad y preocupación por su entorno. Sin embargo, reconoce que sí hay casos en los que no se tiene esa misma consideración con otras personas, y se puede estar frente a una condición de dificultad de interacción social y creación de vínculos afectivos con otros.

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Infografía
Nadia Coradín.

Compañía humana vs compañía animal

Aunque parezca que de repente hay un amor platónico por los perros, los gatos, los cerditos, los peces, los monos, o cuanta especie no humana exista, lo cierto es que siempre ha existido y son los medios de comunicación (amén de la gran apertura digital que existe) los que le han dado esa sensación de novedad. Así lo cree Abraham Frías, médico veterinario de AMS Veterinaria, quien afirma que lo que ha aumentado es el nivel de conciencia, educación y sensibilidad respecto al cuidado que merecen los animales, precisamente por esa exposición y divulgación que tienen.

Nadia Coradín entiende que también esto sucede gracias a los beneficios que aporta tener una mascota: bienestar emocional, disminución de síntomas de depresión, etcétera. Otro motivo es que el nivel de responsabilidad que exigen es menor que el que conlleva cuidar un hijo.

Sin embargo, Coradín no cree que se trate de una “fuga emocional”, sino de un “desplazamiento de la afectividad”; el vínculo con una mascota se basa en amor y compañía, sobre todo cuando las personas viven solas y buscan un animal para que les acompañe.

“Lo patológico sería darle características de un hijo a una mascota, y tratarle como a un ser humano”, advierte esta especialista. En este sentido, Kaly Báez, quien también es experta en el área de la depresión y el estrés, destaca que la función de las mascotas “no es la de llenar vacíos emocionales, porque jamás la podrían cumplir”, y esto podría generar frustración al dueño, si esta era su expectativa al momento de comprar o adoptarla.

Báez insiste en “que no es sano” ver a las mascotas como seres humanos, sino como un ser vivo al que se llega a querer y amar, por el tiempo que se comparte con ellos. Esta afirmación la comparte asimismo Nadia Coradín, y añade: “Los animales sí pueden llegar a formar una parte muy importante de la familia, y con estos se pueden crear vínculos fuertes, y esto es totalmente válido, pero no por esto se convierten en personas. Las mascotas nunca dejan de ser animales, aunque se les dé un trato especial basado en el amor y cuidados”.

Lo dicho por estos especialistas coincidió con los resultados arrojados en la encuesta que hizo Estilos respecto al tema, en la que un 94% de los encuestados respondió que ven a su mascota como un miembro más de la familia.

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Infografía
Kaly Báez.

Un tema espinoso

La pregunta a algunos les podría resultar una tontería: ¿puede una mascota ocupar el espacio de una persona? En las parejas, ¿podría sustituir a los hijos? Sin embargo, las respuestas resultan bastante interesantes.

Un 34% de los encuestados por Estilos respondió que sí. El 66% restante, no. Y los expertos, ¿qué opinan al respecto?

Kaly Báez es directa y llana: “Una mascota no llena vacíos. Nos ayuda de infinitas maneras a superar cambios importantes y pérdidas, pero no sustituyen a nadie, ni a nada”. Nadia Coradín entiende que dar una respuesta a esto es muy complejo y personal: “las personas que únicamente tienen mascotas van a argumentar que ven a sus animalitos como sus hijos, ya que son sus cuidadores primarios, mientras que las personas con hijos te dirán que esto nunca será así, que el lugar de un hijo nunca podrá ser ocupado. A su vez, tenemos familias donde ambos coexisten, padres con hijos y con mascotas, que les tienen un amor profundo a ambos pues conforman su unidad de familia”.

Respecto a las parejas que prefieren tener una mascota y no hijos, Kaly Báez, especialista de Terapia Boutique, considera que sucede porque “quieren tener libertad de estudiar, trabajar, viajar y tener hijos cuando la relación esté más madura”, y una mascota se lo permite. “No veo preocupante esperar para tener un bebé; lo preocupante sería comparar el cuidado de una mascota con el cuidado de un hijo, son dos cosas muy diferentes”.

Cómo tratarlos

Imponer hábitos “humanos” a los animales puede generar en ellos algunos males. El veterinario Abraham Frías, especialista en perros y gatos, indica que afecta su conducta e interacción con otros animales “ya que les estamos cortando esta sociabilización natural que pueden tener con ellos y los traumatizamos, los volvemos prisioneros de nuestros hábitos. Al final les hace mucho daño y puede volverlos agresivos o tímidos”. Lo correcto es tratarlos como seres vivos, respetándolos, cuidándolos, amándolos y dejándolos que sean especies... sin menospreciarlos.

Fotos: fuente externa.

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