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Amor sin fronteras

¿Qué ocurre si te acabas enamorando de alguien con una cultura diferente a la tuya?

Las relaciones personales son complejas porque sí. Encontrar a alguien con quien nos sintamos cómodos y compenetrados no es nunca una tarea fácil y mucho menos cuando no compartimos la misma cultura. Por eso nos preguntamos cómo son estas relaciones con personas que nacieron en diferentes partes del mundo, pero que actualmente están unidas por el amor. Para ello conversamos con cinco parejas que rompen los mitos y estereotipos sobre los amores extranjeros y conocimos qué beneficios y desventajas conllevan estas decisiones sentimentales. Nuestra conclusión: las diferencias culturales en una pareja pueden enriquecer el día a día si se sabe cómo llevarlas.

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Oscar y Asami

Oscar nació en Santo Domingo y Asami en Santiago, pero es hija de japonés. Se conocieron hace más de 22 años en un viaje de la universidad. El momento tuvo lugar en el parqueo justo antes de salir. Durante todo el viaje Oscar observaba a Asami y, luego de varios meses, esa mirada se convirtió en una relación. Para ellos las diferencias culturales funcionan como complemento porque los hace fuertes cuando trabajan en equipo. “En la familia de Asami hay mucha formalidad y respeto, por la naturaleza de su cultura. Y en mi familia hay mucha espontaneidad, innovación y a veces hasta improvisación”, dice Oscar. Para Asami, tener lo mejor de ambos mundos los ha ayudado a tener una caja llena de herramientas que poder aplicar en el mejor momento.

Puntos difíciles: Llegar a ver la vida a través de un cristal que no es el de ellos. Las tradiciones familiares marcan mucho a las personas y, aunque no se puede determinar qué es correcto e incorrecto, algunas veces es simplemente diferente, por lo cual no pueden juzgar ni criticar. “Nunca había probado la comida japonesa y fue un gran impacto la primera vez que la degusté”. “Si no somos flexibles, tal vez hoy no estuviéramos juntos, porque cuando una pareja se está conociendo una de las cosas que más aprecia es la flexibilidad y ver cómo podemos ponernos en los zapatos del otro”.

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Sidney y Julissa

Julissa y Sidney se conocieron un verano de 1994, en Steak House. Julissa y sus amigas, cuando llegaron al bar, se sintieron atraídas por cuatro jóvenes que compartían a distancia; luego de 5 minutos ellos se acercaron; uno de ellos era Sidney, quien nació en Brasil. “Literalmente, cinco minutos más tarde, me dice mi amiga: “No te voltees, pero los chicos están sentados en la mesa detrás de ti”. Segundos después sentí una mano que tocaba mi hombro, era Sidney y me dijo: “mi amigo que está aquí quiere conocer a tu amiga que está sentada allá”, y mi amiga respondió: “claro, juntemos las mesas”; rápidamente las dos mesas se volvieron una e inició una interesante conversación que duró horas”. Luego de varios meses Julissa recibió una visita en su trabajo, que era la universidad donde ambos estudiaban. “El brasileño decidió pasar a saludar e invitarme a cenar. A partir de ese momento empezamos a salir y esa historia que empezó una divertida noche de verano, hoy tiene casi 25 años, un matrimonio y tres hermosos hijos”.

Los beneficios: Para Julissa, tener una pareja de otra cultura es una de las mejores formas de enriquecerse culturalmente, porque le permite conocer a fondo la gastronomía, la música, la forma de vestir, los deportes que practican, el idioma y muchas cosas más. En fin, hacer suyas todas las cosas nuevas e interesantes que vienen con la formación de su pareja. “En el caso de mi esposo, que es brasileño, puedo decir que gastronómicamente he salido ganando pues en Brasil la comida es deliciosa y he adoptado nuevas formas de cocinar, y algunos alimentos –como por ejemplo carnes y granos– han venido a enriquecer mi cocina”, dice Julissa. Para Sidney tener una pareja de una cultura distinta le permite aprender hábitos diferentes a los suyos y ver la vida desde otra óptica. “Aprendes a mirar situaciones desde el punto de vista de tu pareja y haces tuyos comportamientos, aptitudes, enfoques diferentes que vienen a enriquecerte”.

Escuchar música brasileña, amar el fútbol y dar pasitos de samba son algunas de las cosas que Julissa ha aprendido gracias a tener un esposo brasileño. “No me ha resultado difícil adoptar la cultura brasileña pues realmente es un pueblo encantador, donde las personas transmiten alegría y positivismo, muy parecido, en ese sentido, a mi amado país”.
Lo más difícil: Lo más complicado para Julissa es la distancia de la familia porque ha tenido que ver a sus hijos crecer lejos de sus abuelos y tíos paternos, aunque trabajan para mantener fortalecidos los lazos familiares. En cambio, para Sidney lo más difícil es poder llegar a un punto intermedio donde uno ceda en relación de la forma a la que estás acostumbrado a reaccionar y actuar, pero lo bueno para él es que termina entendiendo que puede haber diferentes caminos para llegar a un mismo destino.

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Claudia y Oscar

Claudia es hija de una dominicana y un español y Oscar es mexicano, ambos se conocieron en la cocina, como chefs que son, y para ellos fue un click instantáneo. Los dos comparten la pasión por la buena comida y el servicio. Por varios motivos tuvieron que vivir un año cada uno en países distintos, ella en Santo Domingo y él en México, y luego de muchas historias decidieron casarse. Claudia en ese momento dejó todo para irse con Oscar a México, donde vivieron 8 años, pero hace 2 años regresaron a Santo Domingo con sus dos hijos, quienes comparten el buen comer, así que ¡la cocina y mucho amor van corren la sangre de su familia!

Los beneficios: Para ellos, lo mejor de tener una pareja con una cultura distinta es la manera en que día a día se aprende, se disfruta y se valoran las diferencias culturales, sintiendo la dicha de poder formar parte de ambas culturas. “Con nuestros hijos lo más chulo es ver cómo, dependiendo de si están con papá, mamá o en el ambiente en el que se encuentran, les salen espontáneamente ambas culturas. A veces algo tan simple como un "mande" en lugar de un "qué", o un "pinche wey", que nos saca la risa, los hace sentir a ellos que son parte de México y obviamente su papá se pone todo feliz y orgulloso”. Para Claudia es curioso cómo a veces, en algunas situaciones, su mente no sabe si decir "C*ñ*!", "Chingao" o "Joder", pero disfruta tener tantas opciones y formar parte de 3 culturas.
Lo difícil: Para ellos no es difícil, pero sí retador intentar combinar sus formas de ver la vida, “nuestras tradiciones, creencias, orígenes y ahora con nuestros hijos el lograr transmitirles todo de forma equitativa de manera que amen su historia, su ascendencia y se sientan orgullosos de su herencia mexicana, dominicana y española”.

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Iban y Onysela

Onysela e Iban se conocieron 12 años antes de enamorarse. Mientras Onysela estudiaba periodismo en Santo Domingo en 1994, él daba clases. En ese tiempo no hubo click, ni amor a primera vista, ni nada. Luego se hicieron amigos y colegas. Cada quien hizo su vida, pero a finales del 2005 se dio el flechazo. Un 6 de octubre que se convirtió en el momento perfecto para ellos.

“El mayor beneficio para mí es poder conocer bien otra cultura, ya que el conocimiento es más intenso y directo; se trata de tener otra familia de un país diferente al tuyo. Es conocer más sus costumbres, su gastronomía, sus tradiciones, valores y también las diferencias”, explica Onysela. Para Iban lo mejor de compartir con una mujer de otra cultura es el crecimiento personal al conocer otra forma de ver y hacer las cosas. Afrontas la vida con mayor apertura a lo diferente y mejoras tu capacidad de adaptación a otras realidades. A ella le tocó una familia vasca, enclavada en una de las ciudades más lindas de España, San Sebastián. Además, ha tenido el privilegio de conocer las costumbres inglesas, ya que tres de sus cinco cuñadas están casadas con ingleses y viven allí, donde además tiene un ahijado. “Mi esposo adora a sus sobrinos dominicanos y me suele decir que gracias a nosotros es más expresivo y cariñoso. Y eso para mí es una gran satisfacción” agrega Onysela.

Lo difícil: La pareja tiene ya 11 años de casados y según Onysela no han surgido diferencias que pudieran crear conflictos que afecten su relación, pero “yo soy más acelerada, reactiva y expresiva que Iban, y al principio me costó entender su carácter flemático y pasivo”. Para él lo más difícil ha sido romper las barreras racionales, esquemas de pensamiento y estilo de hacer las cosas. Aunque a la vez lo considera algo positivo. Otro aspecto difícil o retante para Ony es que ella viene de una familia cariñosa, melosa y detallista. “Cuando visitamos a mis padres (que viven en USA) es todo un acontecimiento. Y cuando nos saludamos es como si se acabara el mundo o no nos hubiésemos visto en años, lo contrario que sucede cuando vamos a San Sebastián a ver a la familia de Iban, (que sé que se quieren mogollón, como dicen ellos), pero se saludan como si se hubiesen visto ayer”. No puedo decir que eso haya sido "lo más difícil", pero sí me chocaba al inicio. Luego, con el tiempo, uno va amoldándose, tolerando más cosas y poniendo todo en perspectiva y balanza.

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Eric y Djouby

Djouby y Eric se conocieron en un juego por internet a mediados de 2016. Ella, de origen haitiano, y él un americano de ascendencia vietnamita. Fue como un juego, él perdió su clave y ella lo ayudó a recuperarla, a partir de ahí comenzaron a hablar por diferentes redes, meses después iniciaron una relación a distancia, en septiembre de ese año Eric viajó a Santo Domingo a la graduación de Djouby y no se ha vuelto a ir.

Los beneficios: “A mí siempre me han gustado las cosas nuevas, las cosas diferentes, eso me intriga y es lo primero que me ha gustado de él, además ellos tienen una de las culturas más ricas del mundo”; también algo que agradece Djouby es que ahora come comida asiática y eso es porque su pareja es asiática. Otro beneficio es la posibilidad de poder ir a Vietnam. También ella siempre ha sentido atracción por la inteligencia que siempre han tenido las personas asiáticas y lo aplicadas que pueden ser. Para Eric uno de las ventajas de tener una pareja haitiana es lo rica que es su comida. A Djouby la educaron diferente, con más reglas y esto, aunque en momentos puede llegar a molestar a Eric, también es uno de los beneficios de su relación, porque le permite o lo ayuda a ser un hombre más responsable y maduro.
Lo difícil: Para Djouby lo más difícil o lo que más le ha molestado perteneciente a la cultura de Eric, es que cuando come hace ruidos al masticar, eso para él y su cultura es muestra de que la comida tiene un buen sabor. Para ella es una falta de educación más. “Me costó meses que dejara eso”, cuenta Djouby. Otro aspecto difícil son los gustos por la música: Eric prefiere el rap y a ella esa música no le gusta para nada, pero es un gusto que ha aprendido a respetar. Para él es difícil entender la cultura de ella por la diferencia de comportamiento y del idioma. También entiende que Djouby, quien ahora es su esposa, también tiene muchas reglas y más al ser mujer, que provienen de su cultura. Para Eric el lenguaje es una de las barreras más difíciles, porque al no ser el creol un idioma tan conocido, también es complicado aprenderlo y eso dificulta la comunicación entre él y la familia de su esposa.

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Periodista, creadora de contenido y emprendedora. Amo bailar, viajar y comer. Me apasiona escribir sobre temas que empoderen y motiven a la gente, entre estos: viajes, bienestar y sexo.