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Así es el protocolo británico de la familia real

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Así es el protocolo británico de la familia real

La familia real británica es una de las más estrictas con su protocolo. Este conjunto de reglas son muchas veces dictadas por la propia reina, Isabel II, elaboradas basándose en sus gustos o preferencias, y otras tiene siglos de antigüedad pero se siguen cumpliendo.

El protocolo siempre está muy presente en la realeza británica y ahora, más que nunca, los expertos en este conjunto de reglas están desbordados, ya que se acerca el acontecimiento más importante para la corona británica en este año: la boda del príncipe Harry (Enrique en español) con la estadounidense Meghan Markle.

A ella, actriz nacida en Los Ángeles, California, de 36 años de edad, ya la hemos visto en más de una ocasión saltándose las pautas que dictan para los eventos de los “royals”, tal y como también vimos en muchas ocasiones a la icónica y malograda madre de Harry, la princesa Diana.

Pantalones cortos

Una de las normas que la joven estadounidense ha decidido saltarse en un par de ocasiones es la de llevar el pelo recogido con mechones sueltos, o la de no llevar guantes en actos oficiales.

Esta última disposición también la secundaba la difunta Lady Di, quien afirmaba, según recogieron varios medios en la época y que publica el medio online “Bustle”, que “le gustaba mantener un contacto real cuando saludaba, tomando las manos de los ciudadanos”.

Este conjunto de reglamentos protocolarios que debe seguir cualquiera que acuda a un acto oficial con la familia real más famosa de Europa, está analizado hasta el mínimo detalle por la reina Isabel y muchos de los preceptos han sido elegidos e impuestos en relación a sus gustos o preferencias.

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Infografía

Si bien es cierto que coinciden en su mayoría con las normas históricas de protocolo, otras son un tanto sorprendentes, teniendo en cuenta que estamos en pleno siglo XXI y en el “boom” de la generación “millennial”.

Por ejemplo, los niños hasta los 8-9 años, no pueden llevar pantalones largos, únicamente deben llevar los que los británicos llaman “shorts”. Esta norma proviene desde el siglo XVI, cuando no había bermudas y todos los niños varones y hembras llevaban vestidos hasta los 8 años de edad.

Otra de las directrices que rigen en el protocolo británico y de las más sorprendentes es que las mujeres no pueden quitarse el abrigo en público, porque está considerado como una “unladylike action”, o lo que es español significa “un acto impropio de una dama”.

Esto puede ser considerado como algo anticuado pero explica, en parte, la gran colección de maravillosos abrigos que luce siempre la duquesa de Cambridge, Kate Middleton.

Entre las indicaciones que deben seguir los miembros de la familia real del Reino Unido, podemos encontrar la de que no se pueden lucir zapatos de cuña en presencia de Isabel II, simplemente por el hecho de que no le gustan. Por eso, cuando veamos a Kate o Meghan, dentro de poco tiempo, vistiendo este tipo de calzado, seguramente sea en algún acto en el que no esté presente la soberana.

Los vistosos vestidos de su majestad

En este ámbito también encontramos la regla de que la reina debe vestir siempre con colores llamativos, para que su público pueda reconocerla porque, como bien ha afirmado en alguna ocasión, de acuerdo a “Bustle”: “Si fuera vestida de color beige, nadie sabría quién soy yo”.

Ahora bien, que quede claro también que las mujeres que van a un acto al que también asiste la monarca británica nunca pueden lucir un vestido del mismo color que el que porte su majestad.

Asimismo, Isabel II tiene otros “trucos” para indicar a los invitados o acompañantes en algún acto, sin tener que decir ni una palabra, que se va a retirar de la mesa o que ya no desea seguir hablando con sus interlocutores. En el primer caso, solo tiene que dejar su bolso sobre la mesa y, por este gesto, sus contertulios sabrán que en los siguientes cinco minutos abandonarán la mesa.

En el segundo, únicamente tiene que cambiar su bolso de mano varias veces, para con este particular acto, quien este charlando con ella, sabrá que se ha cansado de la conversación y tiene que despedirse y abandonar su presencia.

Isabel II tampoco es amante de los selfis y, por ello, en caso de encontrarse en su presencia, tenga en cuenta que no es conveniente intentarlo. Dentro de este conjunto de normas no escritas, también se encuentra el hecho de que herederos y sucesores no pueden viajar juntos por motivos de seguridad y que los seis primeros en la línea de sucesión deben pedir permiso a la monarca para casarse.

Esto ya lo han llevado a cabo los Harry y Meghan, futuros duques de Sussex, quienes han recibido el beneplácito, pero no tuvo tanta suerte la princesa Margarita, hermana de Isabel II, cuando quiso casarse con un hombre divorciado, algo que en ese momento no era visto con buenos ojos e hizo que la reina rechazará ese enlace.

Otra regla interesante, pero también muy curiosa, es que todos los ramos de la novias reales deben contener la flor de mirto o arrayán. No solo porque representa el amor y el matrimonio, sino porque, además, desde hace dos siglos recogen esta flor directamente del jardín, de 170 años de antigüedad, de la reina Victoria, convirtiendo este acto en una tradición familiar y una directriz muy íntima del riguroso protocolo británico.

A este conjunto de indicaciones singulares debemos sumarle la que explica por qué la reina lleva, en la mayoría de ocasiones, un sombrero a conjunto con su vestimenta. Esto es así porque existe otra tradición que prohibe a las mujeres mostrar su cabello, y la monarca británica quiere seguir conservando esa norma antigua. Quizás es por ello que su majestad tiene una amplia colección de sombreros que siempre son dignos de observar.

Para finalizar una aclaración también curiosa y es que, cuando Isabel II entra en una habitación, todo el mundo se pone en pie, aunque, en contra de lo que pueda parecer, las reverencias son prescindibles y “es aceptable” para este protocolo de las islas británicas, llegado el caso, el habitual apretón de manos.

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