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¿Cómo es tu forma de amar?

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¿Cómo es tu forma de amar?

¿Qué tienen en común el adicto al amor y el que lo evita? Ambos sufren de miedo a la intimidad emocional y a la cercanía afectiva que implica una relación de pareja real. ¿Qué pueden hacer para evitarlo?

Estando en Madrid, una amiga fue al concierto de Luis Miguel, por lo que estuvimos juntas repasando todas sus canciones.

Con todo lo que ya he aprendido sobre las relaciones llamaron mi atención dos temas: “La incondicional” y “Fría como el viento”.

¿Y qué tienen en común estos dos tipos de personas que ocupan posiciones tan antagónicas? En apariencia nada, pues una es la que más ama y espera que la llamen para estar disponible, y la otra es fría e inalcanzable. Sin embargo, son dos caras de un solo problema.

La intimidad emocional

Lo que tenemos aquí es una conducta disfuncional para evadir la intimidad con manifestaciones diferentes.

Esta conducta, originada por el miedo a ser abandonado y controlado, se manifiesta tanto al perseguir el amor del o de la indisponible (aquel o aquella que no quiere una relación), como ser indisponible uno mismo y evitar a toda costa vivir una relación de compromiso y cercanía afectiva con quien sí quiere.

La intimidad emocional hace la vida de nosotros mucho más rica, sin embargo para algunas personas esto es imposible de alcanzar, y lejos de vivir relaciones de pareja a plenitud se sienten fracasadas o no tienen suerte en el amor.

Si bien existen personas que, por elección, se mantienen en esta u otro tipo de relaciones, sin aparentemente ningún sufrimiento, y hacen de esto su modo de vida (lo cual es absolutamente respetable), otras dicen querer el amor y, sin embargo, todas sus acciones muestran lo contrario: se mantienen en relaciones no recíprocas, con altas dosis de emociones intensas, no logran vivir el amor en una relación real, ni sostener una relación comprometida.

Cabe señalar que el hecho de que alguna vez nos hayamos visto involucrados en una o dos relaciones de este tipo no indica que padezcamos algún trastorno, sino que si queremos lograr el amor en pareja es probable que tengamos que identificar y modificar los comportamientos que nos llevaron a ese tipo de relación.

El por qué de estas conductas

Si esta modalidad de relación se hace crónica en nuestra vida, y se repite una y otra vez, es probable que estemos frente a la adicción al amor, que si bien no está descrita en los criterios del “Manual Diagnóstico de los Trastornos Mentales” (DSM 5), donde las adicciones son categorizadas y tratadas, puede caer en la categoría de trastornos obsesivos-compulsivos como un conjunto disfuncional de conductas centradas en nuestro caso, el amor.

Veamos pues el perfil de “La incondicional”, la que dice que no espera nada, pero en el fondo alberga el deseo de que su ‘indisponible’, algún día se vuelva disponible para ella. Un típico ejemplo sería el caso del amante que está esperando que su pareja casada se divorcie como prueba del “gran amor” que ambos se tienen.

Lo primero que deberíamos preguntarnos es ¿por qué una persona que dice anhelar tanto el amor escoge a alguien con quien no puede compartirlo? Si lo analizamos, la pareja que escogen los incondicionales es generalmente una pareja que no le puede ofrecer una relación de cercanía afectiva real y comprometida. Parecería que ese alguien está pensado para “no poder tener una relación”. Es alguien que nunca se detendrá a valorar el amor para ofrecerle su incondicionalidad, que al igual que él o ella está lleno de miedo y es probable que esté ocupado llenando sus vacíos con otras adicciones (trabajo, drogas, otras parejas, poder, juego, etc) u ocupaciones.

Mientras los incondicionales esperan que su ‘indisponible’ se vuelva disponible, concluyen (como ellos son los perseguidores) que ellos sí están disponibles. Y aquí está lo más peligroso. Los incondicionales se convencen de que ellos sí quieren el amor, pero es el otro el que tiene el problema, cegándose, ya que si se vuelve disponible, hay altas probabilidades de que los incondicionales se aburran rápidamente. Para este tipo de personas un amor correspondido o que no duele no es amor, un amor que no mueve el piso con emociones intensas aburre. Y es a esas emociones a lo que se hacen adictos.

Así que pronto los incondicionales se verán en el rol opuesto, que es la otra cara de la misma moneda, pasarán a ser los “fríos como el viento”, quedando en evidencia su gran discapacidad para relacionarse. En otras ocasiones se mantendrán en la relación sin poderla disfrutar, la vivirán de forma monótona, sintiendo que el amor se burló de ellos y es probable que busquen fuera de su relación una nueva aventura que les llene ese gran vacío que les dejó la sensación de un amor real y comprometido. Los adictos al amor difícilmente toleran el buen amor.

Entonces, ¿qué tienen en común el adicto al amor y el adicto a la evitación*? Ambos tienen miedo a la intimidad emocional y a la cercanía afectiva que implica estar en pareja día a día; de esta manera entran en una danza relacional en la cual alternan los roles en los que difícilmente se encontrarán para vivir el amor.

¿QUÉ PODEMOS HACER?

IDENTIFICAR CON HONESTIDAD QUÉ ES LO QUE QUIERO. Cuando digo que quiero el amor, pero me relaciono con personas no disponibles, ya sea porque tienen otras parejas, viven en otro continente, o no quieren una relación con compromiso, tengo que revisar si realmente lo que estoy diciendo es cierto, porque al escoger y permanecer en este tipo de relación es muy probable que tenga miedo a vivir una relación en el plano real, con los compromisos y responsabilidades que esta requiere.

DESHACER LAS CREENCIAS DEL AMOR DISTORSIONADO. Hemos aprendido a asociar el amor con emociones intensas, de sufrimiento, maltrato, rechazo, obsesión, construyendo ideas erróneas sobre lo que es el amor. El amor que nos han vendido y que hemos comprado gustosamente es el que duele, el que persiste en relaciones con ‘indisponibles’ que algún día se darán cuenta de que no pueden vivir sin nuestro amor.

ABSTINENCIA DE ESTE TIPO DE RELACIONES. Un détox de todas las relaciones que nos mantienen en esta posición, al menos por un año, para lograr un trabajo de crecimiento personal y sanar nuestro niñ@ intern@ herid@.

EVITAR SUSTANCIAS QUE CONSUMEN LOS ADICTOS AL AMOR. Las novelas, películas o canciones románticas alimentan la fantasía del amor romántico y muchas veces distorsionan el concepto de lo que sí es una relación.

PARTICIPAR EN REUNIONES DE ADICTOS AL AMOR ANÓNIMOS O CODEPENDIENTES ANÓNIMOS. Aunque ambas sean diferentes, ayudan con el tema de las relaciones. Estos grupos son gratuitos y su poder reside en la identificación con el otro. Otras personas han pasado y superado lo mismo que nosotros y en sus experiencias y apoyo reside nuestra esperanza y recuperación.

IR A TERAPIA. El camino a la sanación requiere un trabajo constante, a veces prolongado para ayudarnos a cambiar patrones de comportamiento que están muy arraigados y asociados a heridas de la infancia.

LEER E INFORMARSE DE ESTA CONDUCTA. Es muy importante conocer cómo se manifiesta este comportamiento en nosotros, saber

de dónde viene, y sobre todo hacer las acciones necesarias para evitar caer en los patrones disfuncionales de una relación.

APRENDER A RECIBIR EL AMOR. Aprender a recibir el amor de aquel o aquella que sí nos ama, aprender a recibir otras caras del amor que vienen con la ternura, la lealtad, el servicio, el compromiso. Esto nos permitirá descubrir que el amor está ligado más a la alegría, la amistad, la cercanía, la paz, a aceptar nuestras diferencias... que a todo lo que hasta ahora hemos conocido como forma de amor.

Por: Isabella Paz

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