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Cómo liberarse de la dependencia emocional

La dependencia emocional es el peor ingrediente para nuestras relaciones. Si buscas iniciar tu proceso de sanación, la terapeuta y psicomotricista Isabella Paz nos cuenta qué puedes hacer

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Cómo liberarse de la dependencia emocional
Las personas dependientes no saben lo que quieren, no están conectados consigo mismos, ni con sus emociones. (SHUTTERSTOCK)

Las personas que padecen de dependencia emocional son frágiles y vulnerables a todo lo que sucede fuera de ellas. Están centradas en el exterior, como una manera de huir de su gran dolor: una sensación de soledad crónica que las deja ávidas de un vinculo externo, para poder sobrevivir. Así lo explicará la terapeuta @isabellapazg en uno de los encuentros de “Sanando por una vida”, que tendrán lugar los días 31 de agosto, 1 y 2 de septiembre, por Zoom, y que serán dirigidos por excelentes profesionales de la psicología clínica, con la finalidad de recaudar fondos a beneficio de Ricardo Martínez y Ozary Lluberes, quienes como familia enfrentan el reto de devolverle la salud a Ricardo.

Volvemos a la dependencia emocional y su comportamiento. El intenso anhelo por otra persona nos reenvía a una época muy arcaica, en la cual, para garantizar nuestra supervivencia, es necesario que otro se ocupe de nosotros. El origen de la dependencia encuentra su lugar en las interacciones primarias, en los primeros años de vida.

Es posible haber nacido en un entorno hostil, en el cual había miedo, adicciones, amenazas, abusos, negligencia, o las necesidades del dependiente eran ignoradas. Estas formas de relación bloquearon la capacidad de la persona para construir internamente un sentimiento de seguridad.

Además, los tipos de crianza también pueden favorecer la aparición de estos rasgos. Crianzas represoras, autoritarias, sobreprotectoras, no permiten a la persona desarrollarse plenamente.

Si tuvimos adultos que negaban nuestras emociones cuando éramos pequeños o nos daban mensajes mixtos, nos enseñan tempranamente a desconfiar de nuestros sentidos. Es como si apagáramos por completo nuestra inteligencia intuitiva e ignoráramos lo que está pasando o lo que estamos sintiendo, debido a que los adultos referentes niegan lo que estamos experimentando o nos envían mensajes confusos.

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Infografía

Los niños criados de esta manera, llegan a la vida adulta desconectados de su interior. No saben lo que quieren, no están conectados consigo mismos, ni con sus emociones. No se conocen. Su cerebro inmaduro, sometido a altos niveles de cortisol (hormona del estrés), como un mecanismo para sobrevivir, tuvo que apagarse. Tempranamente aprendió a disociarse de lo que estaba experimentando.

Tienen dificultad para tomar decisiones porque, para poder asumir una posición, hay que conocerse, validarse, aceptarse y hacerse responsable de su propia vida, algo que el dependiente emocional carece. Se fusionan con los demás, haciendo suyos los gustos o deseos del otro con tal de no perder la relación.

Al dependiente le cuesta reconocer y poner límite, son inexistentes o están difusamente construidos. Es algo que no aprendieron en su casa. Los límites son barreras que nos ayudan a protegernos de los demás y a proteger a los demás de nosotros mismos.

En su temor a ser abandonadas, las personas dependientes son capaces de permanecer largo tiempo en relaciones destructivas, soportando grandes atropellos y malos tratos.

La paradoja estriba en que todas las personas que eligen son perfectas para recrear el escenario doloroso de la infancia y las emociones que les son familiares.

Las personas dependientes son complacientes. Han aprendido a agradar a los demás y a buscar la validación fuera. Para ellas es más importante lo que el otro quiere, desea o necesita que lo que ellas desean, quieren o necesitan. Se sienten obligadas a satisfacer las necesidades o demandas del otro. Son camaleones expertos en busca de su próxima dosis de validación y aceptación.

Sin embargo, la validación es sólo momentánea. La persona dependiente siente tan poco aprecio por sí misma que está convencida de que no vale. Ningún cumplido o reconocimiento puede, de manera permanente, darle la sensación de que es suficiente, la sequía está por dentro y la autoestima está muy lastimada. La persona quedó atrapada en un estado emocional propio de la infancia. No maduró.

La dependencia emocional es el peor ingrediente para nuestras relaciones. Entregamos nuestra vida al otro. Esperamos, exigimos y demandamos que se haga cargo de nosotros. Lo convertimos en nuestro Dios, idealizándolo y poniéndolo por encima de nosotros. De esta manera, de forma automática, nos quitamos nuestro valor, sintiéndonos incapaces de hacernos responsables de nuestro propio bienestar.

Inicia la sanación

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Infografía

Si te has identificado con algunas características de la dependencia, estás iniciando tu proceso de sanación. Pero, ¿qué más puedes hacer?

Reconocer que hay un problema: identificar cuáles son tus patrones relacionales dependientes; comenzar a conocerte: autoconocimiento, única vía para llegar a la aceptación de ti mism@; y aceptarte.

Además puedes tomar acciones que te ayuden a sentirte mejor contigo mism@:

-Llevar un diario de emociones donde expreses cómo te sientes. Esta herramienta te permitirá conocerte más.
-Hacer ejercicio, deporte.
-La oración, meditación.
-Un listado diario de cosas por las que tienes que agradecer.
-Alejarte de personas que no te valoran.
-Cambiar las creencias y pensamientos.
-Escoger personas sanas, amigos que tal vez antes no buscabas porque no recreaban el vinculo traumático.
-Comenzar un proceso terapéutico.

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La autora, Isabella Paz, es pedagoga terapeuta, especializada en práctica psicomotriz Aucouturier, y directora de @felices jugando

TEMAS -

Directora de Felices Jugando, centro de acompañamiento a la infancia y familia. Pedagoga terapeuta. Psicomotricista. Especialista en codependencia y relaciones. Co-host del podcast de crecimiento personal y bienestar @dependedemi.podcast