Día de las Madres: un día difícil cuando se lucha contra la infertilidad
El Día de las Madres puede convertirse en un día difícil para aquellas mujeres que desean tener un hijo pero no pueden. La psicóloga y psicoterapeuta Ana Aizpún recomienda usar la empatía si conoces a alguien en esta situación

El domingo es un día en el que se celebra a las madres. Todos tenemos una madre biológica, aunque no todos hemos tenido una madre amorosa, cuidadora y segura que nos haya arropado y acompañado a lo largo de nuestras vidas.
Pero sobretodo, no todas las mujeres del mundo seremos madres aunque lo deseemos. Algunas no lo serán porque no quieren. Otras lo serán, aunque no lo hubieran elegido.
Hoy quiero recordar a las que lo desean y no están pudiendo. También a las que lo desearon pero ya se despidieron de esa posibilidad. Hoy puede ser un día realmente malo para ellas. El Día de la Madre puede ser, con todas las letras, una mierda de día. Por pura estadística es probable que mujeres a las que quieres muchísimo estén pasando por alguna de esas situaciones.
Nadie ha descrito mejor que Brene Brown lo que es la empatía y cómo practicarla en nuestro día a día mejoraría nuestras vidas. Propone una diferencia importante entre empatía y simpatía. La empatía ayuda de verdad a quien la recibe. La simpatía hunde más en su desdicha al receptor.
La empatía es la capacidad de sentir CON el otro: sentir pena con.
La simpatía es un acto menos valiente y mucho menos generoso. Simpatía es sentir POR el otro: sentir pena por.
Todos queremos que otros sientan con nosotros y nos acompañen.
Empatizar aunque a ti no te haya pasado
La empatía es escuchar el sufrimiento de esa mujer que desearía ser madre y no puede y rebuscar dentro de la propia experiencia algo que uno desea profundamente y no está ocurriendo. Quizás una oportunidad que ya se fue y que aún hoy te hace un poco de daño cada vez que lo recuerdas. Algo que te hizo sentir como si no hubieras sido invitado a una fiesta. Para acompañar a otro que sufre hay que estar dispuesto a contactar con el propio dolor. Como dice Brown, en la empatía hay un contacto entre dos partes que sufren, nunca entre una parte que sufre y una feliz.
La simpatía por otra parte es mirar desde lejos y desde arriba, para asegurarte de que no te toque realmente ese dolor. No hay ninguna intención de sentir la propia limitación. Inconscientemente es como si uno dijera: “Uf...menos mal que no soy tú”. Cuando uno habla desde aquí, el otro lo siente, lo nota y probablemente se aleje. Es posible que tú sí seas madre, pero a lo mejor tienes en tu propia experiencia otras batallas difíciles y otras pérdidas. Desde ese lugar de vulnerabilidad compartida, puedes acercarte.

Por eso, si conoces a mujeres que pueden estar pasándolo un poco mal, en vez de hacer como que no pasa nada, a lo mejor puedes decir algo de este estilo:
-“A lo mejor hoy es un día difícil para ti y sólo quiero que sepas que te quiero mucho”.
-“¿Quieres que hagamos algún plan hoy (telemático aunque sea) en el que hablemos de todo menos del día que es y de cómo se portan mis niños?”.
-O simplemente: “Hola, ¿qué tal?” y dejar que el otro haga lo que quiera con la pregunta.
Si ahora haces este ejercicio y piensas en estas personas queridas que hoy pueden estar pasándolo mal, a lo mejor les dirías esto: “Deseo profundamente que consigas ser madre, pero si no llega a pasar, quiero que sepas que confío en que estarás bien. Estoy aquí para ti en el proceso, pero pase lo que pase, confío en que al final de todo estarás bien”. Dirías esto, porque es lo que querrías que te dijeran a ti.
Ana Aizpún Martcillach es psicóloga y psicoterapeuta en Madrid