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Jorge Adrados, el pintor de las emociones

Freddy Ginebra entrevista al artista plástico español, Jorge Adrados, y reconstruye el momento de su primer encuentro

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Jorge Adrados, el pintor de las emociones
Jorge Adrados, artista plástico español. (FUENTE EXTERNA)

Conocí a Jorge Adrados gracias a una invitación que me hicieran para participar como jurado en el Festival de Artes Escénicas de Calle, de Valladolid, en el año 2013. Ambos éramos miembros del jurado y muchas veces coincidíamos en las reuniones de deliberación. Una noche, después de una larga sesión, decidimos irnos al Berlín, un bar que queda al costado de la catedral, donde yo tenía un nieto adoptivo trabajando, llamado David, y quería aprovechar mi visita para abrazarlo.

Entramos, el lugar lleno de gente, afuera un frío de primera clase. No tardé en localizar al bartender y, luego de los abrazos y un “¿qué tú quieres? ¡la casa invita!” , pedí unos shots de ron dominicano para calentarnos e invité a mi nuevo amigo, que es casi abstemio, a degustar ese Brugal con sabor a Caribe.

La noche casi llegó hasta el amanecer, una conversación llevó a la otra, las risas aumentaban, los abrazos por igual y la música (habían puesto a Juan Luis Guerra en mi honor) no cesaba.

-¿Y tú qué haces? -le pregunté a Jorge después de brindar por la vida y por los momentos como este.

“Ojalá que llueva café” apenas nos dejaba hablar. Alcé la voz y le repetí:

-¿QUE QUÉ TÚ HACES?

-SOY ARTISTA -me gritó.

Y a esa intensidad siguió la conversación, pero nadie se percataba porque todos conversaban así, o bailaban.

-¿Qué clase de artista? (me sale un confesor o un detective después del segundo trago).

Jorge, con rostro más relajado, tocándose el bigote y exhibiendo una sonrisa espléndida me dice: “soy pintor”.

-¡¡¡Salud por eso!!! ¿Y qué tipo de pintura haces?

Ya fue imposible detener el interrogatorio; el sujeto me luce interesante. Ahora lo miro con detenimiento, barba, bigote, sin un pelo en la cabeza, vestido de negro, bufanda marrón (confío mucho en los tipos de barba y bigote), parece un personaje de novela gótica.

-Tienes que verla, prefiero que cuando la veas, la califiques -el artista inteligente se niega a definir su pintura.

-Pero, ¿es abstracta, figurativa..? -me corta-.

- En estos momentos trabajo con colores, diría que es una pintura para provocar emociones, sensaciones.

Suena una canción de Bob Marley en el bar. Los jóvenes de merengue pasaron al reggae. David rellena las copas y crece mi curiosidad.

-¿Habría la posibilidad de verlas? -el entrevistado vuelve a sonreír.

-Tengo un estudio cerca -me deja caer-, ojalá tengas el tiempo y te llevo. ¡Nada me haría más feliz!

-¿Desde cuándo pintas?

Esta pregunta tiene doble intención. La aprendí de la cantidad de series de detectives que veo en Netflix. Según su respuesta serán las expectativas de lo que puedo encontrar. Generalmente se me nota cuando alguna obra no me gusta y no quiero ser maleducado.

-Desde niño estoy rodeado de artistas, mi papá pintaba, un tío era profesor de dibujo, yo comencé temprano y ya a mis veinte y algo hice mi primera exposición...

Ahora sonrío más aliviado; este tipo sabe lo que hace. Hay cierta formación, el riesgo es mínimo aunque uno nunca sabe, ahora llaman obra de arte a cualquier cosa.

-¡Hecho! Mañana tenemos la tarde libre, me recoges en el hotel y me voy contigo.

El amanecer nos sorprendió a todos en el Berlín. Lo último que escuché saliendo fueron los Rolling Stones y la frenética población del bar no paraba de agitarse. Llegué contento a mi hotel. Me dormí retumbándome en los oídos la última melodía con la cual me despedí del Berlín. A las 3:00 pm una furgoneta gris me esperaba a la entrada del hotel. Mi nuevo amigo tenía dibujado en el rostro una ligera contentura.

Adrados tiene dos estudios; uno en el área metropolitana, más pequeño, y otro en una nave que queda en Olmedo a una hora de la ciudad. Por falta de tiempo voy a su estudio citadino. Jorge abre el candado, un estudio pequeño con un orden que me impresiona; hasta los pinceles están debidamente almacenados, ni rastro de descuido o colores desperdigados; sus lienzos todos colocados ordenadamente. Luego de sentarme en un sillón muy cómodo el artista comienza a presentarme su exposición. Me impresionan los colores, los derrama una y otra vez sobre el mismo lienzo, me comenta que algunos tienen más de doce manos. Cada obra tiene un tiempo de maduración, unas más que otras, hasta que se siente conforme.

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Infografía

Miro en silencio. Tenía razón cuando me comentó que era una pintura de emociones; su pintura tranquiliza, relaja, invita al silencio, a la meditación, al disfrute de los colores que, imagino, a cada observador sugerirá emociones diferentes. Variaciones de azules, de ocres, de amarillos, de rojos y negros, juegos de sombras, luces dentro del mismo color; verdes que se descomponen buscando una luz, hermosas degradaciones que sugieren una inmersión en la naturaleza, otros que se van transformando paulatinamente hasta llegar a ser poéticos. Jorge es un artista apasionado y su pasión está vertida en cada uno de estos lienzos, su fuerza, sus emociones, su mirada al mundo que le rodea. No necesita ser obvio, cada color es un estado de ánimo diferente y al ser un artista que no hace concesiones, se permite expresarse en su estado más puro. Impresionado salgo, no puedo evitar el abrazo.

-Me gustaría hacerte una entrevista -le digo, y atropelladamente le dejo caer-, ojalá algún día puedas exponer en mi galería en Santo Domingo. Tengo una casa de cultura que se llama Casa de Teatro y, en ella, dos salones de exposiciones.

-Nada se pierde con soñar -contesta Jorge sin alterarse, aunque creí adivinar un entusiasmo en su bigote-.

-Y ¿cuándo puedes?

-¿Cuándo puedo qué?

-Responder a las preguntas -y para no perder el entusiasmo agrego-, si quieres, esta noche después de la cena.

-Perfecto. Te recojo y vamos a mi casa. Allí estaremos más tranquilos.

La noche llegó sin prisa, en mi cabeza los colores de los cuadros de Adrados giraban en hermosísima armonía. Me organicé un cuestionario para tener un punto de partida.

Llegó en su furgoneta a la hora señalada; es un artista puntual, cosa rara, disciplinado y organizado, cosa más rara aún.

Atravesamos Valladolid en silencio, pasamos por la catedral gótica de San Pablo. A pesar del frío, mucha gente por las calles viviendo el festival escénico del cual éramos jurados. Los pequeños bares abarrotados, una alegría contagiosa.

-Aquí vivió Cervantes unos años -me señala Jorge con la mirada.

La ciudad, bellamente iluminada, parece una ciudad de Disney, así le comento.

- Hemos ganado premios de iluminación -me deja caer el conductor sin dejar de mirar al frente.

- Linda ciudad tu Valladolid.

Jorge aprovecha para darme un pequeño paseo antes de llegar a su hogar, y según pasamos por los lugares que considera debo conocer, me los menciona y desacelera su vehículo.

-Este es el Palacio Real, donde vivieron los reyes en el siglo XVI, aquí la casa de Cristóbal Colón, sabes que Colon murió aquí en el año 1506.

No hablo de la discusión que tenemos los dominicanos con los sevillanos de que sus restos descansan en mi ciudad, no en la de ellos, como dicen. Hace frío, pero no mucho.

-En esta furgoneta hago largas excursiones en busca de inspiración, aquí mismo duermo y vivo, soy un amante de la naturaleza y me voy al río, a los bosques.

Y diciendo esto llegamos a Girón, su barrio, un parque frente a su apartamento. Cerca, unas canchas de fútbol, y elegantes pinos que quisieran tocar el cielo.

Cuando entro a su casa me deslumbra el orden y el buen gusto, es una casa que puede recibir visitas en cualquier momento, no hay nada fuera de lugar. Impresionante su colección de pinturas y grabados, antigüedades, muchas recogidas en sus múltiples viajes. Una videoteca y todos sus libros colocados por temas y autores, todas las puertas y ventanas dan a una terraza poblada de hermosas plantas. Al verme contemplarlas me dice: “Aquí tengo hortensias, dos palmeras, cerezos japoneses, una higuera, un manzano, una acacia, lirios...”.

No salgo de mi asombro.

-¿Dónde quieres sentarte? -interrumpe mi perplejidad.

-Todos los lugares son perfectos -le digo-.

-¡Donde te sientas más cómodo!

Me hubiera encantado afuera, pero para un hombre del trópico es demasiado frío.

-¿Quieres tomar algo?

-Siempre quiero tomar algo.

El anfitrión me recita su bar completo.

-Un vino estaría bien, tinto por favor.

-Un Ribera que es de la región -me dice orgulloso.

Copas en mano, sentados confortablemente en su sala, comienzo a disparar preguntas. Debo concentrarme, el excesivo orden y atinado buen gusto me distraen.

Un primer sorbo para degustar el vino, Jorge hace lo mismo y me mira atento esperando, no ha perdido la sonrisa.

-¿Qué significa para ti ser artista? -le sorprendo.

Jorge se mira para adentro, se muerde los labios y con lentitud me contesta como disfrutando cada palabra.

-Se supone que artista es aquel que se dedica a crear obras de arte en cualquiera de sus disciplinas, partiendo de su propia inspiración y que vive en coherencia con ello (tose). Vida y obra han de ir de la mano.

No hago ninguna reacción.

-Haber nacido en España ¿te da algún privilegio?

Se toma unos segundos para ubicar la respuesta, respira profundo y, mirando más allá de mí responde:

-Cuando uno nace no tiene la posibilidad de decidir dónde hacerlo, ni en qué país, ni en qué cuna ni en qué contexto y ello condicionará el resto de su existencia. Yo sí he nacido en España y, sin duda , ello hace que mi vida sea la que es. Pero, en el fondo, cuando me voy a otros países, me siento un poco de donde piso.

El aroma del vino llena todo el espacio, me siento tan a gusto.

-Descubres tu vocación ¿en qué momento?

Se toca el bigote con las dos manos y de inmediato se rasca la cabeza como buscando una respuesta inmediata.

-Crecí viendo dibujar y pintar a mi padre. Desde muy niño me gusta hacerlo, pero fue en mi juventud cuando me di cuenta que entre la pintura y yo surgió un idilio, una relación, la necesidad de una forma de expresión, y de vivir las cosas y de estar en este mundo.

Unos segundos de silencio, otro sorbo maravilloso del Ribera del Duero.

-Dirías que tu pintura refleja...

No me deja terminar y me interrumpe.

-...mi forma de respirar lo que vivo, de sentir todo lo que forma parte de este existir.

-Y entonces, ¿cómo definirías tu trabajo, mejor dicho, tu obra?

Se acaricia la barba, encoge los hombros, mira uno de sus cuadros que nos acompaña en la sala y, como si no encontrara las palabras, pero haciendo un esfuerzo en un tono íntimo deja caer:

-Creo que para un creador no es fácil hablar de su propia obra, pero (hace una pausa larga que respeto)... si tuviera que definirla lo haría como una obra muy colorista, llena de lirismo y con mucha vida interior. En ella no cuento ninguna historia, tan solo intento transmitir un sentir.

Toma su copa y, por primera vez, un buen sorbo. Ha parido una respuesta que quizás nunca antes había pensado. Le doy tiempo por si quiere añadir algo pero no lo hace.

-Cuando pintas ¿en qué piensas?

-Cuando me pongo a pintar intento dejar los pensamientos a un lado, atiendo al diálogo que se da entre la obra en proceso y yo, desde un lenguaje de sensaciones y emociones. La verdad, evito pensar, intento hacerme uno con la obra... prefiero sentir.

Honesta respuesta salida de su yo más profundo. Sonrío complacido.

-Todo artista admira a a alguien, tu admiras a...

-A los que consiguen sus metas a base de sacrificio, entrega, tesón y pasión. Admiro la belleza que se da en las pequeñas cosas, en los pequeños gestos.

-Tu obra es todo color, amalgama de colores, combinación de colores.

Sin soltar la copa y señalando dos de sus cuadros que nos rodean comenta:

-Como te dije antes, una de las características más importantes de mi obra es el color. Pinto con una extensa paleta de colores y siempre busco la armonía y un buen diálogo entre ellos... la vida es de color aunque a veces se nos presente en blanco y negro.

-Bueno esos también son colores... pero entiendo tu metáfora. Siempre me ha interesado saber qué siente un artista cuando se atreve a exponer su obra.

-Bueno, para mí, exponer es afrontar un nuevo reto, la oportunidad de sacar a la luz lo que de forma solitaria y silenciosa se gesta en el estudio. Se trata de un momento muy emotivo en el que tanto la obra como uno mismo se muestran desnudos frente al gran público, con todo lo que ello implica

Jorge llena de nuevo mi copa y no me resisto, luego completa la suya.

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"“La vida es de color, aunque a veces se nos presente en blanco y negro” "Jorge Adrados,artista plástico

-¿Influencias?

Sopla y se toma su tiempo, bebe un sorbo.

-Referirme a algún pintor o estilo en concreto como influencia para mí obra, no sabría qué decirte; lo que más influye en mi obra es la naturaleza y toda la belleza que esta nos ofrece, tan solo hay que detenerse un poco para poder contemplarla

Miro las obras y es cierto, algunas derraman clorofila, otras atardeceres, pasión, cielos llenos de misterio y poesía

-¿Tu mejor obra?

-No sabría qué decirte, creo que todas las obras llevan siempre algo de uno y es muy difícil poder decir cuál es la mejor. Creo que la mejor obra es no perder la ilusión ni la pasión por lo que hago y depositar en cada cuadro lo mejor de mí.

Cambio de tema

-¿Alguna obsesión?

Abre los ojos y sonríe con picardía y subiendo los hombros como excusándose contesta.

-No creo tener ninguna obsesión de peso pero propósitos y metas, sí. Una de las más importantes es seguir creciendo como pintor y como ser humano.

Retomo mi línea.

-¿Qué es lo que nunca pintarías y por qué?

-Creo que una de las intenciones del arte es hacer de este mundo algo más bello y más humano. Aún queda mucha belleza en este, cada día más jodido y caótico, mundo, y es importante que sepamos vivirla y cuidarla. No pintaría nada que resultara desagradable, ni para mí ni para el que contemple después mi obra; para mostrarnos ese lado ya está la propia vida.

-¿Futuro?

Estoy trabajando en nueva obra para afrontar próximas exposiciones y supongo que en un futuro próximo seguiré en esas, intentando crear en ello un poco más cada día, como en la vida misma.

-Cuando terminas un cuadro....

Jorge continúa la oración como si la estuviera esperando.

-...algo se queda en él, se cierra una página y se abre una nueva. El diálogo que se establecía con él ha concluido y después de ese cuadro vendrá otro y otro y otro... Cuando una obra culmina es porque se tiene la sensación que poco más se puede decir en ella y es el propio cuadro el que te indica su culminación.

El vino me ha dado calor, le pido a Jorge que abra un poco la puerta que da a la terraza para que se cuele el frío de la noche. Ya casi no tengo más preguntas, como detective cultural soy simple, ya el personaje se ha definido, su casa, su obra, sus plantas, hasta su cocina me habla de él. Dos preguntas más y terminar esa botella de vino.

- Sueñas con...

El artista está relajado, se siente yo diría que contento, ha pasado el examen, intuyo he descubierto un amigo auténtico al cual ya admiro.

-Sueño con poder dedicarme a lo que me gusta mientras pueda y dure la vida, y que nunca me fallen ni la ilusión ni la pasión para ello; sueño con un mundo mejor en el que la justicia, el amor, el respeto y la belleza primen sobre la codicia, la injusticia y la deshumanización... en el que el hombre cuide y quiera a sus semejantes y respete y ame la naturaleza... Sueño con un mundo en el que sea más importante el ser que el tener.

-¿Qué esperas de la vida?

(Se ríe a carcajadas)

-Pues, amigo, que me dure muchos años... y que el mundo que dejemos a los que nos siguen sea igual o mejor que el que nos dejaron los que nos precedieron. Que pese a las dificultades y los tropiezos, nunca pierda las ganas de seguir hacia adelante.

-¡Salud amigo, y gracias! -le digo.

-Ahora salgamos a la terraza a brindar con las plantas y las estrellas que queda mucho vino. Tengo otra botella -escuché decir y entonces la carcajada que se escuchó esta vez fue mía-.

¡Salud!

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Infografía
Freddy Ginebra con el artista Jorge Adrados, en la inauguración de su exposición “Gracias” en Casa de Teatro. (RICARDO HERNÁNDEZ)
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Freddy Ginebra Giudicelli es un contador de anécdotas cuyo mayor deseo es contagiar su alegría y llenar de esperanza a todos aquellos que leen sus entrañables historias.