Los pobladores que no quieren visitas

Usan lanzas, arcos y flechas para cazar los animales que deambulan por la pequeña isla selvática, y recolectan plantas para comer y elaborar sus viviendas. Sus vecinos más cercanos viven a más de 50 kilómetros (30 millas) de distancia. Son profundamente recelosos de los desconocidos, y atacan a cualquiera que desembarca en sus playas.

“Los sentinelenses quieren que los dejen solos”, dijo el antropólogo Anup Kapur.

Hoy en día, la mayoría de los detalles sobre su vida siguen siendo totalmente desconocidos. “Ni siquiera sabemos cuántos de ellos hay allí”, dijo Anvita Abbi, quien ha estudiado las lenguas tribales de las islas Andamán y Nicobar de la India.

La Sentinel del Norte se encuentra en el extremo oeste del archipiélago, el cual está mucho más cerca de Myanmar y Tailandia que la India continental. Los cálculos sobre el número de sentinelenses van desde algunas docenas a varios cientos.

“Qué lengua hablan, qué tan antigua es, nadie lo sabe”, afirma Abbi. “Nadie tiene acceso a este pueblo”.

Y, así es como debe ser. “Sólo por nuestra curiosidad, ¿por qué deberíamos perturbar a una tribu que se ha sostenido a sí mismo durante decenas de millas de años?”, Preguntó. “Tantas cosas se pierden: la gente se pierde, la lengua se pierde, su paz se pierde”.

Durante generaciones, las autoridades han restringido fuertemente las visitas a la isla Sentinel del Norte. El contacto se ha limitado a un encuentro “para dar regalos”, de parte de los pequeños equipos de funcionarios y científicos que han consistido en cocos y plátanos para los isleños.

“Nos hemos convertido en gente muy peligrosa”, dijo PC Joshi, profesor de antropología en la Universidad de Delhi. “Incluso influencias menores pueden matarlos”. Muchas de las otras tribus del archipiélago han sido diezmadas durante el último siglo debido a las enfermedades, los matrimonios interculturales y la migración.

AP