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Entrevista
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Luca Molinari, el arquitecto de la felicidad

“Una buena arquitectura es la que te hace sentir en tu casa”

Luca Molinari, reconocido arquitecto, docente, museógrafo, curador de exposiciones italiano y fundador del Luca Molinari Studio -que se ha desenvuelto en distintas investigaciones arquitectónicas, publicaciones y consultoría-, visitó nuestro país invitado por la Embajada de Italia en Santo Domingo para sostener distintos conversatorios sobre cómo la arquitectura y el diseño pueden ser utilizados para vivir más felices.

Existen distintos elementos que se asocian a la vida italiana, como la utilización de materiales genuinos, la capacidad de soñar, la relación con el paisaje y la atención a la medida del hombre. ¿Qué caracteriza a la arquitectura italiana? Hay un carácter de humanización general. Es muy importante la medida del hombre –de la persona humana– como cuerpo, memoria, emociones y relaciones con el ambiente. Es una de las cosas más importantes de la cultura italiana desde siglos pasados hasta hoy, implementar la calidad de la vida de cada día en la calidad del espacio dibujado y proyectado. No es tener una cosa excepcional, sino buscar que cada día sea un ‘día perfecto’ con el ambiente, las sillas, la luz, el color... una calidad difusa de la vida de todos los días.

¿Cómo se traducen esos conceptos intangibles de la vida italiana a elementos tangibles en la arquitectura italiana? Esa es una cosa muy difícil de explicar porque no hay una fórmula. Es un sentido. No creo que sea una cuestión de estilo –de ‘lenguaje de la arquitectura’– sino de actitud cultural y simbólica, la actitud italiana del design. Existe un ‘estilo italiano’ como ‘sentido italiano’, pero no hay un ‘estilo italiano’.

Hay cosas que son simples y bellas por esa misma razón, porque son simples; puedes comprenderlas inmediatamente. Es como la comida italiana: cuando ves un plato comprendes todo lo que hay en el interior. Cada elemento es simple y se puede ver: ‘Yo soy lo que voy a comer’. Lo mismo ocurre con la arquitectura. La actitud italiana siempre tiene un sentido de utilizar la materia como es. La naturaleza, la suavidad y la belleza de los materiales es tan potente que la combinación puede producir resultados muy interesantes.

¿Cómo se utilizan la arquitectura y el diseño como medios para crear ambientes y atmósferas determinadas? Yo creo que la buena arquitectura es la que parece haber estado ahí desde el primer día. Es una sensación que he vivido muchas veces. La capacidad de bienvenida es muy importante; un edificio público puede servir como una casa, y en un espacio flexible se pueden satisfacer necesidades diferentes.

Una arquitectura generosa es la que da la posibilidad de ser vivida de modos diferentes, con personas diferentes, en momentos diferentes del día. La flexibilidad y la generosidad son características muy importantes que demandan utilizar materiales simples: los colores, la luz natural, y la relación viva con el paisaje y la naturaleza. Además de la capacidad de no construir arquitectura demasiado funcionalista y rígida, sino abierta, capaz de vivir con la actual realidad cambiante. Más flexibilidad significa una mayor capacidad de comprender la vida que va cambiando constantemente a lo largo de los años.

¿Cómo inciden la arquitectura y el diseño en que podamos vivir más felices? Es básico porque nosotros vivimos en la arquitectura desde el primer día hasta el último. La panza de la mamá es la primera experiencia de arquitectura. Eres ciudadano de tu madre, y allí tienes una experiencia sensorial: visual, auditiva, de olfato. Cuando naces eres un ciudadano perfecto. Tienes una experiencia muy específica en el espacio. Después, toda la vida ocurre en el interior de espacios y, al final, el último día la caja es otra arquitectura.

Si lo piensas, la arquitectura acompaña al hombre siempre. Una buena arquitectura puede hacer a la gente feliz siendo una arquitectura simple, que no va volando con un ego demasiado fuerte, sino que tiene la capacidad de dialogar con la gente y con la vida. Si vas a construir una arquitectura feliz, haces la vida de la gente feliz.

Es tan importante, tan simple y tan básico, y tiene una dimensión ética y política muy fuerte porque la mala arquitectura va a influenciar a generaciones de personas. Por eso creo que la arquitectura tiene una responsabilidad social muy importante y central en nuestras vidas.

¿Cuáles son los elementos más básicos para convertir nuestras casas en espacios más felices? Esa es una cosa interesante porque no toda la gente puede utilizar un arquitecto. Una vez escribí un libro que se llama “Le case che siamo” (“La casa que somos”) para expresar que puedes construir tu vida a través de las casas en las que has vivido.

El primer material de construcción de una arquitectura feliz es tu memoria. ¿Recuerdas cuántas cosas te produjeron felicidad en un espacio? Esto es importante porque es un material que puedes utilizar para construir cosas nuevas, que tengan ese mismo carácter y esa misma identidad. ‘Me gusta’, por ejemplo, ‘la luz natural sobre mi mesa, o mirar afuera, o no quiero ver más sombras, o me gustan los colores porque me acuerdo de una cama donde fui muy feliz y tenía muchos colores’. Esas cosas ayudan a la gente a aprender lo que aman más. La memoria es importante; después, la comparación con otra gente y con los artesanos, el diálogo para hacer cosas que tengan una medida justa para tu vida y tu cuerpo; finalmente, lo que consideras importante cada día, no un día excepcional, porque la arquitectura es un ritmo lento, que entra a cada momento, todos los días.

Por eso, la memoria, la curiosidad, viajar, mirar en periódicos lo que te gusta y coleccionar materiales... esas son cosas que cada persona puede hacer y le obligan a pensar en lo que le gusta. Lo primero es comprender lo que amas, pensando en tu historia; esta atención por lo que amas es importante para comprender lo que harás después por tu casa. Cada uno es arquitecto en una manera, sin saberlo.

¿Qué diferencia a una mala arquitectura de una buena? Creo que aquí en Santo Domingo, como en Italia, se miran muchas malas arquitecturas, que significa agresivas, sin espacio para la gente, sin buena sombra, sin buena ventilación natural, usando materiales que están malos y que van a envejecer de mala manera.

La arquitectura vive por décadas, no por un día. La vida de la arquitectura es importante, y una buena arquitectura es la que te hace sentir en tu casa.

¿Cómo se puede hacer del hogar un espacio más acogedor y relajado, en medio de la intensidad de la vida actual? No hay contradicción entre las dos cosas porque la casa es la casa. Tu casa puede ser un sitio muy privado donde puedes protegerte, tener tus cosas de valor, disfrutar de tu tiempo. Al mismo tiempo, puede ser un sitio social con gente que quieres tener cerca. La casa está viviendo una evolución muy interesante; ya no es solamente ‘la casa donde me voy a encerrar’. Puede ser un sitio para encontrar a otra gente y definir nuevas relaciones.

Ya no existe la distinción entre la ciudad y la casa, lo público y lo privado. Hoy hay más sitios donde público y privado juegan juntos. Esto demuestra una evolución de la habitación contemporánea; ahora es un sitio de experimentación muy potencial para el futuro, donde quizás vamos a dar más importancia a la relación con los otros, por encima de la vida cerrada en la casa.

¿Cómo incide la arquitectura de un país en cómo se percibe su identidad frente al mundo?

Esa es una cosa muy importante porque cada día, como italiano, vivo el efecto postal; todo el mundo mira a Italia como ‘La Postal Perfecta’. “Ah, Italia... Roma, Venecia, Florencia...”, ¿no? Yo creo que lo más interesante no es la postal, sino la posibilidad de vivir la historia como hombre contemporáneo, de percibir el futuro dentro de la historia. Ese es el desafío más importante.

Por eso, conservar y restaurar es una manera de presentar al mundo tu historia y tu identidad, porque la gente conoce Santo Domingo a través de los edificios antiguos. De la misma manera, es importante que esta ciudad tenga un carácter contemporáneo fuerte, que es la parte del presente y el futuro del país. No puede ser únicamente la historia. Es la historia con el presente, en miras del futuro... muy original, personal y local, que muestra un carácter no global, sino uno que puedes encontrar únicamente aquí.

¿Cómo se puede aprovechar la historia de un país en una sociedad moderna? ¿Cómo se unen la historia y la tradición con la innovación? Hay muchos layers –muchos estratos– de la historia urbana que caracterizan cada parte de la ciudad de una manera muy interesante. Es único. Es fantástico. De la misma manera, es importante pensar en la protección de los espacios naturales y públicos, mirar la naturaleza como otro monumento, no únicamente la arquitectura, porque la naturaleza tiene una dimensión monumental fantástica.

Hay árboles que tienen una medida increíble, y son monumentos. Por eso, trabajar sobre los elementos es importante y, de la misma manera, inventar cosas pensando que no existen únicamente el turismo y la historia. Hay economía, encuentros, diálogos, apertura y nuevas tecnologías que pueden transformar cualquier sitio en uno avanzado.

¿Qué elementos del ‘sentido italiano’ considera que se podrían aplicar en la República Dominicana? Existe una relación muy interesante entre Italia y RD desde el primer día; entre la cultura caribeña y la cultura mediterránea. Son culturas con una identidad muy fuerte de mezcla, de encuentro, de diálogo, donde una cosa es el producto del diálogo entre otras cosas. Me parece que esa es la raíz de todo, y después la relación con la luz natural, los colores, los materiales y la baja economía. Ambas culturas compartimos la capacidad de hacer cosas magníficas con poco dinero.

Un elemento importante es considerar la medida de la persona en los ambientes urbanos o domésticos, producir cosas básicas más maravillosas y lindas, que te hagan sentir muy bien. Nunca se debe percibir la arquitectura como ‘monumental’ o posada, sino como una que dialoga con la naturaleza y con el hombre.

Usted sostuvo un diálogo en la Zona Colonial sobre “Restauración y Reúso: la experiencia italiana en considerar la permanencia de los edificios y de los entornos urbanos”. ¿Qué tan importante es proteger y restaurar los edificios que forman parte de nuestra historia?

Es fundamental. Nosotros somos nuestra historia; sin historia no somos nada. Esto no significa tener una dimensión nostálgica de la vida. Vivimos mirando hacia adelante, pero podemos mirar hacia allá porque tenemos la fuerza de nuestra identidad, de nuestra historia. Sin historia, ¿qué somos? No podemos transformar cada sitio histórico en un museo. Italia, en este momento, sería un museo difuso. Y no puede ser. Yo quiero vivir en mi ciudad. Entonces, yo creo que conservar, restaurar y poner los sitios históricos en la vida contemporánea es más importante. Podemos reutilizarlos y restaurarlos de manera justa y sencilla, tomando las nuevas actividades para insertar una vida real dentro de la historia.

Estuve caminando por toda la Zona Colonial de Santo Domingo, y quedé tan impresionado, pensando que ese fue el primer sitio construido por europeos en este continente. Fue una emoción muy fuerte porque decía algo de mí. No era una cosa distante; era parte de mi historia.

Santo Domingo es un ejemplo muy importante porque es un lugar único que tiene una historia –y una responsabilidad de la historia– muy fuerte que tiene que conservar, restaurar e insertar en la vida de cada día. Es fundamental conservar la Ciudad Colonial como un patrimonio de la humanidad.

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