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Luchando contra el mal de la adolescencia: la apatía

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Luchando contra el mal de la adolescencia: la apatía
(Foto: Shutterstock)

Texto por: Gladyori A. Rodríguez

La falta de voluntad e iniciativa en los chicos entre 12 y 18 años es hoy una de las mayores preocupaciones para los padres.

“Más de una vez he tenido la tentación de sacudirlo, pararle del sofá y hacer desaparecer el Play Station, se la pasa conectado todo el día y no quiere hacer más nada, ningún deporte, niguna actividad”, se lamenta Patricia, empleada bancaria y madre de un adolescente de 17 años.

Y es que niño pequeño problema pequeño, niño grande... No son pocos los padres que, tras pasar trabajo continuo con la crianza de sus niños pequeños añoran que crezcan para que sean autosuficientes. Pero la realidad no es tan sencilla. Una vez que estos pequeños angelitos se transforman en adolescentes no hay vuelta atrás y las preocupaciones para los padres van en aumento.

Entre los problemas a los que se enfrentan los padres de adolescentes se apunta la falta de voluntad de los chicos, pero, ¿cómo lograr que tu hijo adolescente tenga iniciativas propias, sueños y deseos de hacer cosas más allá de jugar juegos electrónicos o estar tirado en la cama?

“Un adolescente amerita de mucha atención, así como también un reformulación de las reglas y los límites en el hogar, los cuales no serán los mismos que tuvo en la infancia. Debe asumir otras responsabilidades para las cuales ya está capacitado, a fin de obtener los privilegios correspondientes a su edad. Esto requiere de tiempo, fomentar la comunicación, constancia y mucha paciencia”, indica la terapeuta familiar Olga María Renville.

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Un adolescente amerita de mucha atención, así como también un reformulación de las reglas y los límites en el hogar.

Para Bernabé Tierno, psicólogo y pedagogo, el problema radica en que los adolescentes suelen confundir la verdadera voluntad con el simple hecho de desear o apetecer de algo. Mientras que para Eduard Punset, comunicador científico y autor del libro ‘Inteligencia Emocional Infantil y Juvenil’, la realidad que viven los adolescentes hoy día va muy ligada a la educación que reciben en las escuelas.

“Las escuelas siguen sin dar alas a su creatividad, a sus pasiones, y continúan machacando sus emociones básicas y universales. Los estudiantes de hoy son todos nativos digitales, tienen acceso inmediato a la información, pero, al contrario de lo que sucedía en mi generación, nadie los guía para aprovechar ese alud de datos. Van perdidos”, explica Punset.

Y es en ese limbo, de no saber qué hacer y hacia dónde ir, donde se desarrolla uno de los mayores problemas de la adolescencia: la apatía y la falta de fuerza de voluntad, ambos problemas relacionados con las vivencias que experimentan en el hogar.

En ese sentido, la terapeuta familiar Olga María Renville describe una sociedad de padres ausentes, fruto de la búsqueda contínua de ingresos para satisfacer las necesidades materiales del hogar, y en la cual queda poco tiempo para afectos, una sociedad que delega en vecinos, maestros y aparatos tecnológicos el cuidado y la responsabilidad de la formación de los hijos.

“Estos factores, unidos al gran estímulo de una sociedad que sugiere que el Tener es más importante que el Ser, dan como resultado una generación llena de apatía, indiferencia, con vacíos emocionales que buscan llenar a veces con el consumo cada vez más temprano de alcohol y otras sustancias”.

Salvando la autoestima

Muchas veces, detrás de esta falta de iniciativa de un adolescente también se esconde una baja autoestima, por eso es importante trabajar este aspecto para que, poco a poco, puedan sentirse dueños de sus éxitos. Sin embargo, en muchos de los casos los padres no saben reconocer cuándo su hijo o hija manifiesta una autoestima baja. Entre estas señales están: la búsqueda constante de la aprobación de los demás, también viste o habla igual que el amigo más cercano, se aísla con frecuencia, tiene baja tolerancia a la frustración y no acepta un No como respuesta, se compara continuamente con otros y resalta siempre sus defectos, también manifiesta quejas e inconformidad constante con su entono o consigo mismo.

Renville aclara que es importante puntualizar que en la adolescencia la autoestima suele ser vulnerable y algo frágil debido a los cambios internos y las presiones externas que experimenta el joven. “Sin embargo, si se crea un ambiente seguro en el hogar donde fluya la comunicación y se reafirma su autovalía a través del reconocimiento de sus fortalezas y sus logros, ensenándoles la capacidad de auto aceptación, es probable que la influencia y las presiones del grupo no causen tantos estragos en su personalidad y su conducta”.

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Muchas veces, detrás de la falta de iniciativa de un adolescente también se esconde una baja autoestima.

Venciendo la apatía

Lo cierto es que para fomentar la fuerza de voluntad es importante desarrollar en los hijos buenos niveles de autoestima, hacerles saber que son capaces y que pueden tener sueños y metas desde niños; y este proceso debe iniciar desde los primeros años de la niñez, cuando aún los padres son el modelo de referencia y es el mejor momento para enseñar los valores.

“Actualmente yo diría que existen grandes carencias en nuestra generación que requieren atención urgente y la inversión de rescatar los valores necesarios para una juventud sana y motivada a seguir adelante por sí misma”, aconseja Olga María Renville.

La profesional sugiere reformar el estilo de vida de la familia y rescatar la importancia del contacto físico, el abrazo, sentarse a la mesa sin teléfonos inteligentes y conversar. Un aspecto a destacar es la necesidad de enseñarles que existen consecuencias para sus actos buenos y malos; y que deben ganarse los privilegios y los regalos.

Como indica Renville, proteger a un hijo adulto es destruirlo. “Resolverle la vida no es ayudarlo, es incapacitarlo y reforzarle su baja autoestima. La educación debe ir dirigida a formar creadores, innovadores ..no conformistas”.

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