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Margarita Auffant: “La entrega total, eso pide la música”

A propósito del décimo aniversario de la Fundación por la Música, conversamos con su presidenta, Margarita Auffant, sobre sus inicios, sus logros y sus anhelos para los siguientes 10 años.


Previamente usted ha dicho que la música es una pasión y es entrega, pero también sacrificio. ¿Dónde nace su pasión e historia con la música?

Yo tuve una suerte muy grande porque, en casa de mis padres, había mucha música, libros y obras de arte. Entonces yo te diría que nosotros crecimos con buena música. Todo era un motivo para escuchar música: ir a comprar los “CD’s” de antes -que eran inmensos-, era una tarde de sábado; escuchar lo que Papá había comprado; en las noches muchas veces caminábamos junto a Papá en la galería escuchando música.
¿Qué te puedo decir? Desde pequeña, tuve una vida rodeada de la música; es importantísima en nuestras vidas.


¿Por qué surge la Fundación por la Música?

Naturalmente, la música es una pasión, es disciplina, es sacrificio, es satisfacción. Te acompaña la vida entera.
¿Te puedo hacer una pequeña historia? Fui estudiante de Manuel Rueda; empecé cuando era una niña de 11 años. Hablando con otras compañeras de la música, pensamos en nuestra época estudiantil, rodeadas de grandes músicos: Aida Bonnelly, Manuel Rueda, Mery Firabusza, Vicente Grisolía... era un pléyade de músicos bien preparados y entregados a su magisterio. Comenzamos a echar de menos esos tiempos, pero el tiempo pasa y también anhelábamos renovar un poquito.Entonces decidimos iniciar una Fundación por la Música, para toda la música. Es una fundación con mucho sentido social; hemos tomado de las fundaciones internacionales los principios de exigencia académica, pero adaptados a nuestra cultura. Tenemos una relación personal con los muchachos, con los profesores, con los padres... nosotros necesitamos calor, afecto. Por más maravilloso que sea el entorno donde estás, si no tienes esa calidez, es difícil.
Creo que entre nosotros hay una bella relación de respeto, de sinceridad, de cercanía, de afecto; nos reímos muchísimo juntos. Hemos logrado eso, que es tan importante. Y aquí estamos, cumpliendo 10 años.


¿Cómo fue ese primer año junto a las demás fundadoras?

Prácticamente todas las fundadoras están desde el principio. Hay muchas músicos. Están Farida Diná y Belinda Brugal, que son músicos; Australia Holguín Veras que, aunque no es músico, fue la esposa de Óscar Luis Valdez Mena, un gran pianista.
Por supuesto, los asesores también son músicos y todos tenemos el deseo de ofrecer en nuestro país el complemento, porque nosotros no somos escuela; no impartimos ninguna de las materias que imparten en los demás estudios. Nosotros exclusivamente somos el complemento del instrumento. Por eso, mantenemos esa relación maravillosa, porque aceptamos los horarios y demás demandas de estos centros.


¿Hubo algún momento en estos 10 años en el cual pensaron que la fundación no podría seguir? ¿Cómo salieron adelante?

El primer año de cada programa es difícil, porque los muchachos entran a un nuevo estilo de estudio, a una nueva forma de disciplina y de interacción con el profesor. En el primer año del programa de piano, yo dije, “Esto no va a caminar; vamos a tener que cerrar este programa”. Porque no entendían nada... el profesor tampoco.
Tú sabes que nosotros somos más easy, más cómodos... y en la música no hay comodidad. Tú tienes que cumplir; tienes que empeñarte. Por eso yo digo que es sacrificio, porque si tienes que terminar de leer una obra o ponerla en ejecución antes de que lleguen los maestros, ahí no hay alternativa. Tienes que llegar temprano, 15 minutos antes de tu clase, para practicar un poco y calentar tus manos.
Al segundo año... ya. Se habían asentado las aguas y comenzabas a ver el cambio, el entusiasmo, el deseo de aprender.
Con el violín fue también fuerte, porque es un instrumento difícil. Y es el mismo nivel de exigencia; las excusas no se aceptan. Tienen que aprender que, para llegar, el camino es duro, en cualquier profesión. Por eso digo que tiene que ser una pasión porque, cuando tú te apasionas con algo, no hay “pero”. Es eso: la entrega total. Eso pide la música.


¿Cuáles son los logros o momentos más emocionantes que han experimentado en los últimos 10 años?

Yo diría que son muchos. El primer logro fue encontrar esos profesores, que estuvieran deseosos de venir a Santo Domingo, con estudiantes a los que ellos no estaban acostumbrados, porque en las universidades en las que ellos trabajan tienen unos requerimientos inmensos, y ellos pasaron a enseñar a leer perfectamente y a entender. Para ellos también fue un cambio fuerte, pero qué va, no hubo de parte de ellos sino entusiasmo y compromiso. Yo diría que ese es el primer logro, porque la docencia necesita de maestros excepcionales, sino no vale la pena.
Nuestro segundo logro son los patrocinios porque, sin ellos, no hay programas, no hay maestros, no hay nada.
El tercer logro fue podernos integrar con los maestros dominicanos, porque los maestros extranjeros vienen una vez al mes, que es mucho, pero no viven en Santo Domingo. Los maestros dominicanos son con quienes los muchachos estudian; son los que dan el seguimiento a las indicaciones de una manera totalmente desprendida.
El cuarto logro ha sido maravilloso, y es que siempre estamos hablando mal de la juventud, pero nosotros hemos tenido una cantidad de jóvenes trabajando con nosotros en los últimos 10 años y nunca hemos tenido un problema. Son educados y afectuosos.
Por eso yo me siento tan feliz, porque me doy cuenta de que en mi país sí hay jóvenes que pueden luchar por tener una vida satisfactoria y digna. Sí hay jóvenes así, lo que no hay a veces son las oportunidades.


¿Cuáles son sus anhelos para las décadas por venir?

Seguir implementando más programas, poder tener más estudiantes, poder ayudar más directamente a la música de mi país.
Nuestros programas no solamente ofrecen el aprendizaje en el instrumento. Nosotros nos internamos en el estudiante. Por ejemplo, la mayoría no sabía hablar inglés y nosotros les buscamos becas para que estén en clases. Les buscamos becas en APEC y en el Instituto Domínico Americano, que nos lo conceden, por lo que estamos muy agradecidos. Después los preparamos para el TOEFL. Les damos instrumentos nuevos, porque no puedes practicar bien con un instrumento que no sea de calidad, porque tu oído te traiciona.

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