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Pablo Rabelo, el colombiano que se propuso dar la vuelta al mundo en moto

El aventurero visitará República Dominicana este mes como parte de su travesía; conversamos con él sobre sus destinos favoritos, lo más difícil de ser un nómada y sus expectativas del país

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Pablo Rabelo, el colombiano que se propuso dar la vuelta al mundo en moto
Pablo Rabelo ha recorrido 120,000 kilómetros por 21 países de las Américas. (FUENTE EXTERNA)

Todos tenemos sueños. ¿El de Pablo Rabelo?, darle la vuelta al mundo en moto. Graduado de Administración de Empresas, y con su propia empresa instituida, él parecía tener todo lo que se necesitaba para ser feliz, y de hecho lo era. Pero su vida no era lo suficientemente interesante como para sentirse satisfecho con ella. Este colombiano deseaba una vida maravillosa, y para él eso significaba descubrir y recorrer las maravillas del mundo.

Fue entonces cuando decidió meter sus inseguridades en la mochila y embarcarse en una aventura que para muchos puede parecer una locura. A la fecha, este joven ha recorrido 120,000 kilómetros por 21 países de las Américas. Solo él, su motocicleta y sus interminables ganas de conocer cada rincón sobre la Tierra.

Todo empezó en el 2017. Pablo partió de su natal Bogotá hacia la punta sur del continente americano, a Ushuaia, Argentina. En su paso anduvo Ecuador, Perú y Chile hasta que se terminó el camino en el Cabo de Hornos. Subió luego por Argentina, Uruguay, Brasil hasta adentrarse en los extraños países y territorios amazónicos de las Guyanas y del Brasil profundo.

Posteriormente, llegó a México, donde trazó una ruta bordeando el Golfo de México, cruzando Estados Unidos hasta llegar al último extremo del Atlántico canadiense: Newfoundland, tierra de icebergs. En el proceso visitó familia, amigos y aprendió a acostumbrarse a vivir una vida similar a un documental de televisión.

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Canadá, Alaska, California y algunas naciones centroamericanas nutridas de cultura, ruinas y paisajes fueron de los destinos que visitó antes de llegar a Costa Rica, donde quedó atascado por los cierres fronterizos de la pandemia. “Cuando estalló la pandemia, quedé atascado en este país justo antes de embarcarme a Europa, y mi ruta marcada en rojo por el mapa de la Rusia siberiana acabó reduciéndose a una preocupación aduanera para rescatar la moto del país centroamericano con varias fronteras cerradas de por medio”, cuenta a Estilos el aventurero.

Con el tiempo, algunos países que le convenían fueron abriendo excepciones y de una forma u otra, pero siempre con costosos trámites, consiguió transitar rápidamente por la estrecha ventana de oportunidad desde Costa Rica hasta México. “Por primera vez, la moto no me llevaba a mí, sino yo a ella en una jornada más parecida a una operación de rescate que una travesía de libertad y sueños cumpliéndose”, dice, al tiempo que confiesa que eso le agregó sazón a su experiencia.

Actualmente, la aventura de Pablo continúa con los destinos latinos que faltan mientras espera por la reapertura de las fronteras europeas para el próximo gran capítulo: explorar Eurasia, desde Portugal hasta el último rincón de Rusia, en Magadán.

Su destino favorito

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Para el colombiano elegir un solo destino como su favorito es injusto, tomando en cuenta los impresionantes y magníficos lugares que ha conocido a lo largo de su travesía. Sin embargo, si tuviera que escoger uno por obligación, ese sería el desierto de Atacama, en Chile. “De todas sus características enumerables, la más notoria y sorprendente es que no parece un planeta como el nuestro. Hay una inquietante similitud entre la pesada simplicidad de sus paisajes estériles con el cuarteado rostro de Marte que envían las sondas espaciales”, dice el aventurero.

La profundidad horizontal del destino, sus espejismos de sal, el zumbido de fondo en el silencio, sus montañas calvas, el viento que parece regresar y la soledad que reina allí son las características que resalta del desierto. “La madre Tierra compuso esta obra inhóspita para la contemplación, el respeto y el sentir de hasta el más acostumbrado ser humano que quiso pasar distraído y no pudo. Yo no pude. No consigo olvidarla y me convoca a volver”, confiesa.

Para él, desplazarse por el mundo en moto es una experiencia única, que le ha permitido disfrutar aún más de su recorrido. “Imagina viajar lo largo, ancho y profundo de un continente como si estuvieras caminando muy rápido. Viajar en moto es eso. Estás afuera levitando sobre el camino, haciendo parte de él. Hueles, ves, hablas, escuchas, sientes. Es inevitable. No hay nada que se interponga entre tú y tu alrededor”, explica. Mientras en un carro puedes aislarte, dice, viajar en moto obliga a vincularse íntimamente con todo lo que sucede en cada lugar que va. “Las personas te hablan, el clima te toca, la geografía te absorbe”, dice.

El colombiano cuenta que cuando decidió dar la vuelta al mundo estaba consciente de que existiría una dicotomía entre la maravilla del descubrimiento y el desgaste del desarraigo que implica ser un nómada. “La diferencia entre el cansancio y el agotamiento es que el primero lo resuelves descansando, durmiendo. El segundo no. El agotamiento es el sobrante de cansancio que se acumula después de demasiados días descansados a medias por el exceso de estímulos y el exilio diario. Ese ‘pegote’ no se quita con el sueño ni con la distracción, tiende a acumularse en tu cara y a apagar tu mirada”.

Tras darse cuenta por sí mismo de que el “travel burnout” (fatiga por viajar) es real, entendió que la aventura de su vida era una ocupación demandante de la que necesitaba tomarse unas vacaciones al menos dos veces al año.

Lo que lleva con él

Además de su moto, que dicho sea de paso equipó para su travesía, Pablo lleva consigo un equipo minimalista, compacto y determinado por las buenas prácticas de lo esencial. En su mochila carga elementos de baja tecnología, livianos, multifunción, de buena calidad, pero no ultra-especializados; herramientas básicas; ropa fresca de secado rápido, además de una casa de campaña.

Según cuenta, lo más importante fue aprender qué no llevar, por ejemplo: herramientas pesadas de taller, repuestos especializados, embalajes, computador, artículos delicados, zapatos extra, líquidos grandes y, sobretodo, cosas para un raro “por si acaso”. “En resumen, llevé lo que un mochilero necesita llevar y dejé todo lo que un motero con miedos quiere llevar. Lo único que realmente tiene una prioridad en mi equipo son las cámaras”, asegura.

Este aventurero es de los que piensa que todo el mundo tiene el deseo de hacer la aventura de su vida, pero pocos se arriesgan. Para atreverse, como lo ha hecho él, dice que hace falta deshacerse de los miedos y los obstáculos que la sociedad traza. Y cita el siguiente el ejemplo: “Cuando anuncias que dejarás todo para ir a estudiar dos años un posgrado al exterior y que eso te costará X dinero, todo el mundo te felicita y aplaude. Ahora, cuando dices lo mismo, pero cambias la palabra ‘estudiar’ por ‘aventura’, ahora todos tienen alguna prevención qué aconsejarte”.

Expectativas de República Dominicana

Este mes de agosto, Pablo pisará por primera vez suelo dominicano como parte de su travesía. Después de haber visitado tantos destinos, ¿qué espera de República Dominicana? Él responde: “Toda isla tiene su particularidad, su propia forma autocontenida de ser. Me intriga retratar un país latino que a la vez es variado, antiguo y vecino de otro tan radicalmente diferente”.

Más allá de los resorts y las playas cristalinas por los que se conoce el país caribeño en todo el mundo, el colombiano quiere explorar las montañas, su cultura y, sobre todo, su gente. “La amabilidad de los dominicanos todo lo puede y juntos haremos de este recorrido por el país algo auténtico que todos queramos ver, compartir y experimentar no una, sino varias veces de aquí en adelante”.

Una vez termine su vuelta al mundo, el siguiente capítulo de esta aventura, dice, será convencer a alguna de las grandes empresas creadoras de contenido para que haga de esta historia una serie inspiradora para el público latino y actuar en ella.

Actualmente, Pablo trabaja con marcas interesadas en vincularse con su personaje y pretende continuar con fuerza desarrollando ese camino. También cuenta que le gustaría continuar promoviendo charlas y conferencias motivacionales para organizaciones que necesiten pensar y actuar diferente. “Me gusta motivar. Mi misión es impulsar a los latinos a emprender grandes proyectos. Yo creo en eso”, concluye.

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Periodista de Revista. Me apasiona escribir sobre salud mental y relaciones de pareja. De no ser periodista, sería psicóloga con un blog.