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Rancho Remiendo, arquitectura sustentable en República Dominicana

Esta infraestructura conjuga lo vernáculo y lo moderno, a base de usar materiales de segunda mano.

 Al Este, específicamente en los Jíbaros (entre Hato Mayor y San Pedro de Macorís), esta casa no solo conjuga ciertos elementos vernáculos y modernos, sino que está cimentada en una arquitectura sustentable que incorpora materiales de segunda mano.

La idea de erigir este rancho en su finca familiar venía dando vueltas en la cabeza de su propietario, Carlos Vásquez, desde hacía mucho tiempo. De hecho, cuando era niño y jugaba en el solar de 2,000 metros cuadrados que hoy ocupa Rancho Remiendo, ya soñaba con construir esta casa en un antiguo potrero ubicado frente a la casa de su abuelo.

De hecho, una vez graduado como arquitecto, Vásquez comenzó a almacenar todos los retazos, sobrantes y desperdicios funcionales de las diferentes obras (oficinas, residencias, villas y hoteles) que fue construyendo a través de Constructora Interamerica (su empresa), desde 1999.

Disperso a lo largo y ancho del lote donde erigió la propiedad, el gran volumen de muebles y materiales acumulados por este profesional lo acercaban cada vez más a la concretización de esta construcción, que fue bautizada desde su inicio como “Rancho Remiendo” y que, tras las chanzas de sus amigos y familiares, terminó convirtiéndose en una sorpresa e inspiración para todos los que la visitan.

Una arquitectura vernácula y sustentable

Las viejas y sobrantes estructuras que fueron adaptadas a los 580 metros cuadrados de esta construcción, la declaran como una infraestructura proclive a la arquitectura sustentable. Entre la extensa lista de materiales reutilizados y reciclados por Vásquez están la madera, el mármol, el cristal, la coralina y el hierro… “¡Aquí hay de todo un poco!”, afirma.

Como se puede apreciar en todos los rincones, los espacios de esta casa fueron concebidos con  una precisión milimétrica para ajustar los materiales almacenados, de modo tal que cada elemento que compone los suelos, barandas, puertas o ventanas encajase cual pieza de rompecabezas dentro de la estructura.

Aparte de la dificultad de acomodar estos detalles en su respectivo lugar, uno de los mayores retos enfrentados por el arquitecto Carlos Vásquez a la hora de diseñar y construir su infraestructura fue el de lograr la integración espacial de la casa con la finca. Una imbricación que es percibida no bien se ingresa al lugar, pues da la impresión de estar atravesando un portal hacia un paisaje ulterior con vistas hacia San Pedro de Macorís, La Romana, Hato Mayor y Juan Dolio. “No existen límites sólidos entre Rancho Remiendo y la finca donde se enmarca. Desde todos los ángulos es evidente la completa relación que hay con el paisaje exterior”, añade su creador.

El estilo arquitectónico de Rancho Remiendo también puede tildarse de vernáculo, con una contrastante fusión de modernidad, que lo acompaña desde su umbral hasta el horizonte. Y es precisamente desde la puerta de la entrada, antelada por algunas vacas que pastan tranquilamente, por guacales de cerveza incrustados bajo la grama para prevenir lodazales y por traviesas de tren fungiendo de peldaños, donde se empieza a percibir con minuciosidad la fachada con sus níveos muros entremezclados con la utilización de la madera, junto a las azules ventanas que interactúan con la tonalidad térrea del resto de los paramentos.

Interiores revestidos de exterior

A lo interno de la hacienda reposan claramente divididos los ambientes de ocio, descanso y servicio. Su diseñador logró delimitarlos a la perfección mediante pabellones diferenciados con jardines interiores que se comunican al exterior y generan microclimas en cada área. Estos pabellones también se interconectan con un pasillo de distribución que igualmente permite una visual externa.

El espacio central de Rancho Remiendo es la sala-comedor y está emplazado en la nave principal de esta casa. Con 65 metros cuadrados y una cubierta en aluzinc (de nueve metros de altura), esta área está completamente rodeada por jardines interiores y exteriores, reduciendo así la temperatura de la residencia y asemejando, a su vez, una  especie de gazebo dentro de casa. Sus ventanas acristaladas la recubren en la parte inferior; mientras que las enmaderadas lo hacen en la superior, permitiendo sacar el aire caliente del ambiente, junto a los huecos del techo.

Por otra parte están una terraza al descubierto, con 95 metros cuadrados de extensión, que incorpora un gazebo a cuatro aguas techado en cana; y las tres habitaciones, cada una con un baño integrado y abiertas al exterior mediante balcones. Asimismo, se encuentran la cocina fría, abierta al exterior y con pequeño comedor integrado, que facilita las reuniones sociales y familiares; y la caliente, junto a las áreas de servicio, con una cocina de acero inoxidable y dos habitaciones para los empleados domésticos.

Retazo a retazo

Carlos Vásquez se empleó durante ocho meses en este proceso de diseño y construcción. “Como arquitecto vas captando ideas y conservándolas en tu mente para luego armarlas y crear cosas nuevas”, opina el anfitrión de Rancho Remiendo.

La estructura de concreto en la nave central, junto a los revestimientos de madera barnizada en caoba, y los pedazos de madera de diversas escuadrías implementadas en techos, paneles y pisos; los ventanales a partir de puertas de vidrio; así como la mampostería con recuadritos de madera para los diseños de ciertos pisos y las tiras de coralinas utilizadas como escalinatas exteriores, fueron algunas de las piezas implementadas por Vásquez para armar su rompecabezas arquitectónico.

A nivel de decoración e interiorismo, el proceso fue similar. Los mobiliarios y ornamentos provinieron de diferentes lugares donde fueron desestimados. Entre puertas coloniales (ahora convertidas en armarios), una mesa de comedor y una cama, que habían sido descartadas y que aquí cumplen con su función cabalmente, el arquitecto Vásquez está consciente de que en esta casa la verdadera ambientación es “la riqueza natural circundante”.

La construcción de Rancho Remiendo no solo ha dejado boquiabiertos a quienes la apodaron con ese nombre, sino que ha motivado a todo el que la visita a endonarle algo. Hoy día, Carlos Vásquez afirma risueño que para las mejoras que faltan esperará “que sigan llegando los remiendos…”.