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Retrato de un papá 3.0

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Retrato de un papá 3.0
(Foto: Shutterstock)

Por: Isabella Paz

Los roles parentales han ido cambiando a través de los años y continúan en constante evolución. De aquella figura autoritaria, que inspiraba más miedo que amor y debido a su rol de proveedor se mantenía ausente durante toda la jornada, hemos pasado a un padre con un rol más activo y afectivo, que participa en todos los cuidados cotidianos del niño. ¿Cómo es el papá del siglo XXI?

Unos días atrás tomé un avión y, junto a mí, se sentó un padre muy joven con su hija de dos años y medio. Y entre ellos dos, sin saberlo, dibujaron en mi cabeza, con sus interacciones, el retrato del papá ideal del siglo XXI.

Durante todo el trayecto, ella, como todos los niños pequeños, hablaba con mucho entusiasmo y alegría de vivir. Él la escuchaba con atención y respondía a lo que preguntaba. Pedía un libro para colorear y él se lo daba. Mientras coloreaba, él la miraba y hacía comentarios sobre lo que ella hacía. Mostraba interés en lo que estaba haciendo. Cuando dijo que tenía hambre preparó la comida que había traído en un envase plástico desde su casa y, aunque comía sola, la ayudaba cuando lo requería. Con gestos muy pausados y delicados, la limpiaba cuando se ensuciaba. Se ocupaba de sus necesidades.

Estaba posturalmente inclinado hacia ella, hacia su asiento, con su mirada a la altura de la de su hija. Todo su cuerpo mostraba la disponibilidad emocional que tenía hacia su hija. Si la notaba cansada, la acomodaba. Si tenía sueño, la acostaba sobre sus rodillas. El padre estaba completamente dedicado a ella, con toda su atención centrada en la pequeña. A través de los cuidados que le procuraba, daba la sensación de que a la niña no le faltaba nada. Esto es: le proporcionaba seguridad afectiva.

Le explicaba las cosas con amabilidad, la miraba con amor, la atendía, la acariciaba. Era tierno y amoroso con ella.

Comenzaron a jugar. Ella cerraba los ojos, fingía dormir. El recorría lentamente con los dedos de su mano, los pies de la pequeña, que abría los ojos riendo y retirando rápidamente sus pies. Entonces volvía a cerrar los ojos y a esperar que papá pasara nuevamente sus dedos. Repitieron este juego varias veces, y ambos se reían a grandes carcajadas. Ella estaba feliz y él disfrutaba realmente su relación con ella.

Emocionada con el juego, apoyó los pies y empujó el respaldo del asiento delantero, él se los quitó para no molestar a la persona sentada. Le mostró el camino de lo que se puede y no se puede hacer, le enseñó además a pensar en los demás.

Ella comenzó a ver unos dibujos animados. Durante esos minutos no perdieron el contacto físico. Él le acariciaba el pelo, los brazos. Ella lo tenía tomado de la mano y jugaba con sus manos. Fue un momento corto de reposo, en el cual mantuvieron la conexión. Había una profunda relación creada en las interacciones previas: las conversaciones, los cuidados, la atención, la ternura, la disponibilidad, el compartir las emociones, el placer del juego y las risas fortalecieron su relación.

Poco después, el padre guardó el dispositivo y ella estalló en rabia y llanto. Debido a su corta edad, estaba ya muy cansada. Cualquiera diría que, por la ternura que el papá había demostrado durante el viaje, podría conmoverse ante el llanto de su hija y devolverle el iPad. Pero no, lo dejó guardado. Frente al desbordamiento de su hija, se mantuvo firme y, sabiendo que necesitaba descansar, la consoló. Le habló, la abrazó, le mostró otras cosas. La descarga de la cólera fue en aumento, mientras ella pateaba el sillón delantero. El no lo permitió. La contuvo y sujetó suavemente mientras le hablaba a la altura de su mirada. El papá la acompañó verbalmente todo el tiempo hasta que comenzó a contarle un cuento y ella se calmó. Durante todo su enojo no se desconectó ni un momento de ella, no la dejó sola en su malestar.

¿Por qué papá es importante?

A través de la observación de estas interacciones de este papá con su hija, nos queda claro que el rol del padre es fundamental para el desarrollo y florecimiento de los niños.

1) El padre ayuda a internalizar un sentimiento de valía personal y seguridad afectiva. A través de los cuidados y atenciones de su papá, esta niña adquiere un sentimiento de ser importante para su padre, de valía personal y seguridad interna, que le permitirá desarrollar relaciones armoniosas con los demás. Se siente protegida y cuidada, podrá en el futuro cuidar de sí misma.

2) El padre acompaña emocionalmente en el malestar y ayuda a canalizar la agresividad de los niños hacia otras actividades más constructivas: contarle un cuento en este caso. Al ser acompañada en el malestar, el padre ayuda a su hija a canalizar esa rabia reduciendo otros comportamientos destructivos.

3) El amor del padre y su disponibilidad emocional, presencia y atención desarrollan internamente estabilidad, fortaleza y confianza. Al recibir la ternura y el consuelo de su padre, aun en el desbordamiento, se siente aceptada y amada incondicionalmente. Esta niña comprendió que cuando ella esté mal, habrá alguien que la sostenga, lo que le da estabilidad y fortaleza.

4) El padre contiene los excesos de los niños. El padre muestra el camino de lo que puede y no puede hacer. Se mantiene firme y consecuente con los límites que pone y le enseña a respetar a los demás. Enseña al control de sí mismo, renunciando a la satisfacción inmediata: no le devolvió el dispositivo a pesar de su gran enfado.

5) El padre empuja a la exploración del mundo y a la vida social. El padre rompe el lazo de la madre con su hijo o hija, quien habitualmente, al ser más protectora, mantiene al niño en posición de dependencia (al menos en nuestras culturas latinas) y reprime conductas de aventurarse al mundo. El padre estimula a desarrollar iniciativas, descubrir y explorar el mundo.

6) El padre modela respeto, empatía y paciencia. La relación empática que su papá le ofrece, le permitirá a su vez desarrollar empatía por los demás.

7) El padre construye un vínculo y conexión emocional a través del juego, forma privilegiada de comunicación infantil. A través del juego con su hija, el padre le muestra que disfruta invertir tiempo y atención en ella, creando lazos profundos que generan alegría, los acerca y los mantiene unidos. Sin duda, la niña no solo se sabe amada, sino, lo más importante, se siente amada.

8) El padre es un modelo de identificación. Para el varón, un modelo a quien parecerse, y para la niña un modelo ideal del sexo opuesto. Es muy probable que la niña de nuestra historia, con la actitud de su padre, busque en el futuro una relación con alguien que esté disponible emocionalmente para ella, que pueda ofrecerle respeto, empatía y ternura.

El padre ausente

Numerosas investigaciones reflejan que crecer sin padre puede dejar secuelas en los niños. Si bien la madre, familia extendida y amigos podrían compensar esta situación, la ausencia del padre biológico puede impactar en el estatus económico de los niños (mayor tendencia a la pobreza), el nivel educativo que alcancen y provocar mayor vulnerabilidad para ser abusados, tener trastornos conductuales como delincuencia, crímenes, adicciones, abandono escolar, dependencia, conductas sexuales tempranas y embarazos precoces, etc.

¿Qué puede hacer papá para acercarse a sus hijos?

Convertirse en un buen padre, sobre todo cuando no hemos tenido modelos en nuestra infancia de padres activos, implicados y presentes es todo un reto que, probablemente, requiere de un trabajo de crecimiento personal.

*La capacidad de estar disponibles, de interesarnos por lo que a nuestros hijos les gusta, de posponer nuestras propias necesidades para atender las de nuestros hijos, de escucharlos, la paciencia, la ternura, la atención, el poder hacerlos sentir que son amados incondicionalmente, son aspectos que podemos desarrollar si realmente queremos hacerlo.

*El vínculo padre-hijos no se adquiere de forma instantánea, se construye sobre la cotidianeidad de los pequeños momentos, los juegos, la escucha, el interés, la conversación, los cuidados prodigados, la orientación en los límites y en sus emociones.

*Esto requiere una auténtica presencia e invertir tiempo. A cada padre le toca transformar sus horarios laborales para vivir plenamente su paternidad.

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