Trastorno dismórfico corporal: en búsqueda de la perfección inalcanzable
Hace poco, Megan Fox reveló en una entrevista que padece este trastorno de salud mental. Te contamos todo lo que necesitas saber sobre él
Es bella, sexy y talentosa. Megan Fox es el prototipo de mujer que muchas envidian y que cualquier hombre desearía tener. Sin embargo, te sorprendería saber que ella no se autopercibe de ese modo. “Tengo muchas inseguridades profundas”, fue la contundente revelación de la actriz a la revista GQ Gran Bretaña, en la que confesó padecer un trastorno de salud mental que afecta su apreciación de sí misma.
Específicamente, Megan padece el trastorno dismórfico corporal (TDC) o dismorfofobia (como se le llamaba anteriormente). Tal y como explica la doctora Xiomary Mercedes, médico psiquiatra, este pertenece a los trastornos obsesivos compulsivos y se define como la preocupación excesiva y desproporcionada por un defecto mínimo o imaginario en la apariencia física.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales en su quinta edición (DSM V), el TDC tiene una prevalencia de 2.4 %. Aunque pudiera pensarse que solo afecta a mujeres, también se presenta en hombres (su frecuencia es de 2.5 % en el sexo femenino y de 2.2 % en el sexo masculino).
La razón por la que una persona, aun teniendo atributos físicos envidiables, puede padecerlo es porque este trastorno no afecta el cómo los demás la ven, sino su autoapreciación. “No importa qué tan hermoso o hermosa lo vean los demás, porque en este diagnóstico no será suficiente”, señala la especialista.
La dismorfia corporal va más allá de simples inseguridades. “La diferencia radica en que las personas con TDC se perciben como feos, sin atracción física o deformes, pero esa valoración no es observable por los demás, y si se observa es de manera muy mínima”, expresa Mercedes. A eso agrega que esas preocupaciones pueden enfocarse en una o varias partes del cuerpo, por ejemplo; la piel, el cabello, la nariz, etc.
Por lo general, dice, la intranquilidad sobre esos aspectos es molestosa y consume alrededor de tres a ocho horas por día. Luego de la preocupación excesiva, a manera de respuesta, suceden actos o comportamientos excesivos y repetitivos que pueden causar ansiedad y disforia. Esos comportamientos pueden ser compararse con otros, disimular el aspecto en cuestión, mucho tiempo de preparación, por ejemplo, del peinado o depilación, cita. Un dato que destaca es que la dismorfia corporal se asocia con niveles altos de ansiedad y depresión, así como perfeccionismo y baja autoestima.
Causas y tratamientos
Pero, ¿qué causa el trastorno dismórfico corporal? La realidad es que se desconoce la causa específica, pero, según la experta, se han descrito factores de riesgo asociados a su aparición: ambientales, como abandono y abuso durante la infancia, al igual que genéticos, pues se ha asociado a familiares de primer grado con trastorno obsesivo-compulsivo.
La buena noticia es que, como pasa con la mayoría de desórdenes mentales, hay tratamientos que prometen mejoras significativas a quienes padecen TDC. “Se ha mostrado evidencia de mejoría con psicofármacos, específicamente antidepresivos, en conjunto con el tratamiento no farmacológico o psicológico, en donde la terapia más eficaz para estos casos es la cognitiva conductual, utilizada para cambiar creencias e hipótesis específicas”, explica.
Uno de los errores comunes que cometen las personas bajo este diagnóstico es recurrir a soluciones cosméticas para ‘arreglar’ lo que perciben como defectos. Se trata de una alternativa que Mercedes valora como inadecuada. “Son sometidas a procedimientos con los cuales regularmente no se sienten conformes o satisfechos y tienden a someter legalmente al cuerpo médico por esto”.
La especialista advierte que un caso de dismorfia corporal no tratado a tiempo podría dar paso a otras enfermedades de salud mental, como depresión y ansiedad, e incluso llevar a quien la padece a tener pensamientos suicidas. “La mayoría de las personas con el diagnóstico de TDC tienen un funcionamiento psicológico y social afectados debido a las preocupaciones excesivas sobre su apariencia. Puede verse deteriorado su entorno laboral o desempeño en cualquiera de sus funciones; es decir se tornan incapacitantes”.
Concluye diciendo que las tasas de suicidios, en sentido general, son altas y los individuos atribuyen la idea suicida precisamente a su preocupación por la apariencia.