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Estar presente en el presente

“Ahora estás vivo, pero sólo ahora”. –Chamalú

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Estar presente en el presente

Hace poco, en medio de los afanes para mudarme de casa, estaba vistiéndome para salir a hacer mil cosas pendientes. El calor, potenciado por mi hiperactividad de esos días, me hizo sentir como si necesitara bañarme. De repente, me di cuenta de que no recordaba haberlo hecho y me asaltó la duda. En las mañanas convierto el momento del baño en un ritual, una especie de meditación bajo el agua. Me relajo, respiro, percibo todo lo que me rodea y visualizo qué partes de mi cuerpo requieren armonización. Este ritual me ayuda a centrarme y a escuchar mi sabiduría interior. Así, comienzo la jornada con un estupendo estado físico y mental. Pero ese día no lo hice. Andaba de prisa y mi cabeza estaba sobrepasada de preocupaciones y asuntos pendientes. Muy segura de que no acostumbro a ponerme ropa limpia sin asearme, busqué señales en el baño: efectivamente, la toalla estaba húmeda. ¡Pero no podía recordar ningún detalle del momento en que me había bañado! Sentí terror. El susto me sirvió para darme cuenta de que necesitaba detener mi mente. Me senté y permití que mi cuerpo se refrescara sin hacer nada más que respirar conscientemente.

Con frecuencia las mujeres andamos en un patín y nos agrada decir que podemos hacer cinco cosas a la vez. Sin embargo, ese estilo de vida nos impide disfrutar de lo que hacemos y no es saludable. Vivir en piloto automático por mucho tiempo puede desencadenar serios problemas de salud. Y un día puede que nos despertemos preguntando quiénes somos y dónde estamos.

Lo que hace que vayamos por ahí sin darnos cuenta de lo que hacemos es nuestro diálogo mental. Es natural que lo tengamos, pero se convierte en un problema cuando permitimos que se desborde. Un parloteo mental intenso y excesivo hace que olvidemos las cosas importantes y puede provocar que tomemos decisiones equivocadas. Es fácil que nuestra mente se vaya al pasado [al hacer juicios] o hacia el futuro [preocupándonos]. Estar presente en el presente no significa dejar de pensar en lo que pasó ayer o en lo que va a suceder más tarde: significa hacer las cosas en el presente prestándoles atención. El disfrute de lo que hacemos –incluso lo rutinario– está en la intención y la atención que le ponemos.

Cuando vivimos en el presente podemos convertir cada momento cotidiano en un tiempo sagrado lleno de plenitud. Es cierto que lograrlo requiere práctica, pero vale la pena convertir este hábito en una forma de vivir. Como siempre estamos pensando, la mejor manera de distinguir que estamos presentes es cuando experimentamos cada instante sin sacar ninguna conclusión al respecto, sin hacer juicios [ni positivos ni negativos].

Puedes comenzar con pequeños cambios. Escoge varios momentos al día para prestar atención consciente a tu respiración. Realiza alguna actividad que involucre tu cuerpo [danza, teatro, yoga, natación]. Toma tiempo para conectarte con la naturaleza. Y sobre todo, concéntrate en la belleza de todo aquello que alcanzas a percibir con tus sentidos.

“Vivir en piloto automático mucho tiempo puede desencadenar serios problemas de salud”