Los salmos de Winston Churchill

Mañana el mundo estará conmemorando el 50 aniversario de la muerte del primer ministro británico Sir Winston Churchill, uno de los mejores oradores de todos los tiempos, sin cuyos discursos no habría sido posible frenar las Potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial.
Churchill es el único escritor que ha recibido el Premio Nobel de Literatura por sus discursos. Antes de ser Primer Ministro fue corresponsal de guerra, práctica que desarrolló su habilidad para escribir con gran rapidez y repentizar frases lapidarias.
El político que sería después llegó entrenado a su nueva carrera para crear lo que él llamaba llamaba “salmos” en sus piezas retóricas, pero que hoy llamamos “sound bites” o sentencias cortas, ingeniosas y pegajosas que los periodistas prefieren como cortes de radio, televisión y titulares.
En el proceso de preparación de un discurso de 45 minutos ante el Parlamento, Churchill invertía 15 horas, según su propio testimonio. Por su entrenamiento de periodista de guerra, biógrafo prolífico, agilidad mental y facilidad de palabra, Churchill escribía muy rápido, por lo que cabe preguntarse en qué invertía dos días completos de trabajo antes de discursear sobre temas que conocía al dedillo, por su condición de Primer Ministro y por contar con un batallón de personas en el trabajo de búsqueda y confirmación del dato preciso.
Los 900 minutos de preparación para hablar solo 45 minutos Churchill los dedicaba a la edición y al ensayo.
El político que movilizó al pueblo británico con sus discursos en la II Guerra Mundial invertía horas y horas en esculpir sus “salmos”, en tallar las líneas que pasarían a la historia, en ensayar los rugidos de león de su ronca voz, en calibrar la sonoridad, el ritmo y el compás, en apropiarse y domar cada palabra.
Practicaba los gestos, las pausas y el fruncimiento del ceño, cuando quería aumentar el énfasis de sus frases, y hasta sus “errores” los practicaba, cuando quería provocar la risa del público.
Si hoy viviera Winston Churchill, seguramente sería el político más “shareable”, el más tuiteado y retuiteado, por sus salmos de 140 caracteres, o menos, tan buenos como estos:
“El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal: es el valor para continuar lo que cuenta.”
“El éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo.”
“La actitud es el pequeño detalle que hace la gran diferencia.”
“Me gustan los cerdos. Los perros nos miran desde arriba. Los gatos nos miran desde abajo. Los cerdos nos tratan como iguales.”
“El valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; el valor es también lo que se necesita para sentarse y escuchar”.
“Mejorar es cambiar; ser perfecto es cambiar a menudo.”
“Un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad, un optimista ve la oportunidad en cada dificultad.”
“¿Tienes enemigos? Bien. Eso significa que en algún momento de tu vida te levantaste y tomaste partido.”
“Hechos, no palabras.”
Melvin Peña
Melvin Peña