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Vida Gaviria: “La crianza respetuosa se sustenta en límites claros

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Vida Gaviria: “La crianza respetuosa se sustenta en límites claros

Hace 9 años Vida Gaviria logró combinar dos pasiones: la comunicación y la maternidad. Así nace Modo Mamá en las redes, en forma de consejos de nutrición para niños, entrevistas a especialistas... Le siguieron programas de radio, el conocido calendario de Lonchetips, un blog, charlas, talleres, su certificación como coach familiar y finalmente un libro: “Vida en familia”. Nadie mejor que ella para darnos todas las claves para asumir el reto de la maternidad y criar niños emocionalmente saludables.

¿Qué ha cambiado en la vida familiar que hay necesidad de tener un coach para lidiar con ella.... ¿tan mal estamos en la asignatura familiar?

Lo que pasa es que nuestra generación tiene un ingrediente que la diferencia de todos los retos que pudieron vivir las generaciones anteriores es el tecnológico. Es una era en la que tenemos muchísimo acceso a información, tanto que podemos terminar embotados con ésta; en la que nos hemos dedicado a acumular bienes, al consumo, a realizarnos profesionalmente, y los estudios demuestran que, lamentablemente, nuestros hijos están creciendo con meno presencia de adultos significativos, es decir, se están criando entre niños de la misma edad, y los adultos estamos pasando menos tiempo con nuestros hijos. Obviamente, en ese tiempo queremos que las cosas sucedan como quisiéramos; y por eso a veces necesitamos ayuda externa, llámese terapeuta, psicólogo, coach, para lograr estos resultados congeniados con las expectativas sociales individuales de cada persona.

¿Dirías entonces que los padres no estamos preparados ahora para asumir el reto de la paternidad?

Sí, estamos preparados. Creo que lo que nos descuadra de esta preparación es que estamos más desconectados de nosotros por esta misma carrera en acumular títulos, bienes, etc., y, obviamente, se hace más difícil conectar con un niño que además me necesita para sobrevivir. La presencia de la tecnología ha cambiado un poco las reglas del juego.

Y con tantas teorías y métodos, ¿cómo podemos aprender a filtrar lo que no nos sirve y tomar lo que nos aporta en la crianza?

Creo que filtrar es fundamental, porque a veces los padres quedamos “embotados” de información. Antes, cuando no teníamos la presencia de las redes, o internet, escuchabas a tu mamá, a la vecina, al pediatra, y ya era suficiente como para angustiarte.

Pero, hoy en día, además uno decide conectarse con voces externas. Yo invito siempre a bajarle un poco el volumen a todas esas voces, conectar con el instinto y al final quedarte con lo que te dé paz. Esa tiene que ser la prioridad.

No existen los padres perfectos ni un estilo correcto de crianza, ¿qué estamos haciendo mal y en qué deberíamos mejorar las familias dominicanas?

Nuevamente, creo que esta es una era en la que estamos todavía mal conectados con nosotros mismos. La familia dominicana necesita también mirar hacia adentro. Si queremos caminar hacia la salud emocional y familiar –que para mí es la respuesta de la salud social–, necesitamos conectar con lo que nuestros hijos necesitan, y debemos buscar alternativas: si a mí me criaron de una manera y entiendo que hay otras alternativas, voy a informarme y a buscar para estar más en sintonía con mis hijos.

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¿Y qué alternativas recomiendas?

Creo que nuestra generación proviene de unos padres que entendían que levantar hijos buenos, entre comillas, era suficiente, y si eso implicaba que la casa pareciera más un cuartel que un hogar, no importaba porque ese era el éxito de la crianza.

Hoy en día el objetivo debe estar en criar individuos sanos, así que la alternativa es estar para nuestros hijos disponibles, escucharlos, criar más desde la comprensión y menos desde el sermón; a veces, damos demasiadas instrucciones y no escuchamos. Estamos ahí para aleccionar, para decirles a nuestros hijos: ‘lo hiciste mal, debiste hacerlo de esta manera’, pero a veces nos falta entender por qué lo hizo, cómo se sintió cuando lo hizo. Yo creo que hay una pregunta que es la llave maestra desde el día uno y es preguntarle a nuestros hijos: “¿Cómo te sientes? ¿Cómo te sientes con lo que hiciste? Y desde esa mirada nosotros estaremos trabajando en la prevención, definitivamente.

En tu caso, como experta, ¿qué es lo que más te ha costado (y cuesta) de la crianza de tus hijos? ¿Es algo común a lo que percibes en otras madres?

Sí, en mi caso yo vengo de una familia muy rígida, y mi esposo de una prácticamente sin límites, entonces hay que aprender a congeniar, buscar nuestro objetivo como pareja. Hay que armar un plan común, saber qué quiero conservar, qué queremos construir y lograr ese balance es una decisión, porque no se da mágicamente. Así como uno se plantea objetivos corporativos, familiarmente también necesitamos tenerlos. Y debe haber una revisión constante y un objetivo común al que cada quien va a dar su toque individual, según las etapas de los hijos, eso es lo que enriquece, obviamente.

¿Qué normas recomendarías mantener de una crianza autoritaria y cuáles escogerías de una crianza más flexible?

Siempre hay algo que rescatar. Las familias rígidas ponen mucho acento en los límites, y los límites claros dan tranquilidad. Yo rescataría de esas familias la claridad en los límites: hora de llegada, la consecuencia si no llegas a esa hora... si se mantiene y se cumple, da tranquilidad. De las familias más laxas, más flexibles, conservaría la alegría, la flexibilidad, es importante estar abiertos a que los planes cambien. Rescataría también el hecho de permitir el proyecto de vida de cada uno y que los hijos sean lo que les provoque siempre y cuando sean felices. Siempre estaremos danzando entre un extremo y el otro, pero buscando ese objetivo: la confianza, la serenidad, que vivir en esa familia sea una experiencia agradable para sus miembros.

Entrando de lleno en el tema de esta crianza respetuosa, ¿implica esta consentir a los niños?

No, para nada. Ahí hay una confusión: criar con respeto no es criar sin límites; yo te respeto y espero que tú me respetes porque yo lo enseño también. De hecho, uno de los fundamentos de la crianza respetuosa –que se desprende de una teoría científica, la teoría del apego– son los límites, porque no tener límites es como entregarle un carro a un niño de siete años y decirle `vete a la autopista´, ahí tú estás comprando todos los tickets, no para que sea un malcriado, sino para que sea un infeliz.

¿Hay un momento en que si no has puesto esos límites ya no funcionan, tienen caducidad?

Siempre hay tiempo. Nuestro mayor reto está en aprender a respetar esos límites, porque a veces decimos: ‘tengo que poner límites, pero cómo, cuáles, cuál es la línea, hasta dónde’; los límites tienen que estar claros desde el principio, pero también tienen que ir adaptándose a cada etapa, al ciclo vital que está viviendo la familia, pero siempre hay tiempo. El cerebro humano aprende mientras esté prendido.

A veces da la sensación de que queremos respetar tanto a los niños que les preguntamos demasiado y les damos demasiada cancha. ¿Somos demasiado flexibles los padres de ahora?

Por eso insisto en que el respeto tiene que ser doble vía. Si como adulto solamente doy y doy, llega un momento en que me voy a secar, no voy a poder proveer absolutamente nada, y eso no le está haciendo bien a mi hijo; crecerá entendiendo que el mundo está para dar y de él no se espera que dé nada. Así criaremos unos niños que luego se convierten en una sociedad sumamente infantilizada, demandante, malcriada e irresponsable porque no son capaces de asumir que ellos son los responsables de su bienestar emocional. No hay una relación de equilibrio: hablamos de una demanda en la que yo simplemente complazco, pero en la que me olvido de mí, y eso pasa mucho porque entendemos que la maternidad es sacrificio.

Muchos padres se aferran a lo que conocen, y dicen: bueno, al fin y al cabo yo no salí tan mal. ¿Es erróneo educar como nos educaron a nosotros?

No es erróneo, pero necesitamos adaptarnos porque nosotros crecimos en un mundo que ya no existe. Si me dispongo a criar a mis hijos como yo fui criada, los estoy invalidando para su mundo. Yo puedo rescatar los valores familiares, lo que entiendo que es la identidad de la familia, pero adaptándose al mundo en que crecen nuestros hijos

Ahora criar hijos requiere mucho aprendizaje y mucho tiempo, y de esto último las familias vamos bastante escasas, ¿cómo encontrar ese equilibrio para que, aunque tengas menos tiempo sea de calidad?

Nuevamente, hay realidades y los estudios demuestran que los padres están pasando un promedio de tres horas con sus hijos al día despiertos. Obviamente, si esa es tu realidad debes tratar de que sean tres horas nutritivas, afectivas, de crecimiento, de guía, de acompañamiento, cada familia sabrá cuál es su realidad. Pero, realmente, es tan importante la cantidad como la calidad, el cómo tú estás cuando estás.

¿Hay un número de horas recomendado para pasar con tus hijos?

No conozco si hay un número como tal, pero sí te puedo decir que de una a tres horas es un límite muy escaso para compartir y es la realidad de lo que estamos viviendo, pero son elecciones que nosotros hemos hecho y lo ideal es que entres en paz con esa decisión, porque si pasas toda la vida dándote con un látigo no estarás bien ni en el trabajo ni con tus hijos. Debes afrontar las consecuencias con madurez y responsabilidad.

Para cuidar hay que cuidarse, esto es lo que pregonas con tu próxima actividad “Mi día merecido” dedicado a las madres, ¿qué buscas con este retiro de salud emocional?

Inicialmente yo quería que esto fuera un viaje de madres, como los viajes de luna de miel, de graduación, o de quince años, pero no fue posible. Así que lo comprimí en un día, en el que hacemos un viaje sin viajar, un viaje interno donde, mediante distintas dinámicas movilizadoras y psicológicas, vemos cómo estamos con la culpa, con la paciencia, con el auto-cuidado, de información sobre los ciclos femeninos (sí, hay días del mes en que estamos más disponibles que otros), y cuando tienes esa información y la usas en tu beneficio se convierte en algo poderosísimo. El objetivo es que vengas ese día a recargarte.

La primera beneficiada va a ser la mujer que venga a tomarlo, pero sus hijos, su pareja, sus compañeros de trabajo o la sociedad en general se benefician cuando mamá está bien, porque mamá, de alguna manera, es el eje central de la familia. Cuando mamá está bien todo el mundo fluye, el engranaje camina, pero cuando está mal hay un tsunami en toda la familia.

Y para no llegar a enfermarnos, para poder tener ese tiempo merecido vamos a prevenir, no esperando las crisis, sino dándonos este espacio con el que regresarás renovadísima, ¡garantizado!

Hablas de dedicarnos tiempo, de sacar un espacio personal, pero dame luz, ¿qué trucos recomiendas para aprender a sacar ese espacio?

Bueno, ese día reconocerás si te identificas con la madre infantilizada, con la madre víctima, con la madre que se queja como patrón de rutina diaria, si es algo que haces inconscientemente... y empezarás a ver luz, te darás cuenta de que soltando la queja, bajándole el volumen a la autocrítica, atendiéndote un poco más, podrás conectar con una realidad más parecida a la que quieres. Las mamás se darán cuenta de que dedicarse tiempo para ellas no es un lujo, no es un capricho, forma parte de tus obligaciones porque nadie puede dar lo que no tiene; si tú no estás bien, ¿cómo entregas bienestar?

¿Es posible ser la mamá perfecta que nos exige nuestro entorno? ¿No consideras excesiva la presión actual que tenemos las mujeres por ser ‘buenas madres’.

¡Horrorosa!, ¡patológica!, ¡desgastante!, ¡enfermiza!... ¿Qué perfección es esa? Para mi hijo mayor puede ser que lo lleve a un partido de fútbol, para la del medio acostarme media hora con ella y escuchar un cuento mío, y para la chiquita que le haga trencitas en la mañana. Si busco la respuesta en mis hijos, ahí estaré cerca de la llamada perfección. Pero si la busco en lo externo, en otras madres, estaré siempre frustrada.

Al final todo se resume en escuchar a nuestros hijos, definitivamente. Y a nosotros también. ¿Cómo me quiero sentir como mamá? Ese es un objetivo que a veces pasamos por alto. Y también pensar cómo se están sintiendo mis hijos siendo mis hijos, cómo lo están viviendo, cómo me ven, ¿como la bruja del 71 todo el día? Bueno, vamos a trabajar en eso entonces.

Educar las emociones, saber escuchar, escucharse... ¿Esa es la clave de una educación y una crianza sana?

Sí, definitivamente, y de una crianza consciente sobre todo, porque a la crianza respetuosa yo le sumo también la crianza consciente, donde entra el individuo que hoy en día es padre o madre. Nosotros somos padre y madre, pero también somos personas. En la medida en que yo me escucho, también podré tener una experiencia más disfrutada, y para disfrutar la experiencia de criar tienes que disfrutar la experiencia de vivir... si eres una persona amargada, negativa, conectada con la fatalidad, probablemente así será tu experiencia parental también.

Quizás debamos volver a una maternidad más simple, menos bombardeada de información y más guiada por nuestros instintos y sentido común...

Definitivamente, y creo que estamos caminando hacia allá. La humanidad tiene ciclos, y ya recorrimos el ciclo de la extrema independencia, del que hemos visto resultados trágicos como personas que se sienten abandonadas, aisladas... La tendencia humana instintiva, incluso científica, nos está haciendo volver al centro, al nido, a los brazos, a la afectividad. Sí, hacia allá estamos caminando.

¿Qué pasos recomiendas seguir para volver a ese origen, a esa simpleza?

Definitivamente, entender que hay dos necesidades básicas que el ser humano tiene toda la vida, sin importar la edad: sentirnos amados y sentir que pertenecemos a una familia. En la medida en que mis hijos se sientan amados y sepan que su presencia en nuestras vidas nos alegra, nos completa, que son importantes en la familia, estaremos garantizando que esas necesidades estén cubiertas y vacunándolos contra cualquier patología, enfermedad, trastorno o disociación.

Cinco consejos para criar niños felices

1 Atendernos. El autocuidado como madres, padres, adultos cuidadores. Nosotros necesitamos cuidarnos también, no es un capricho, no es un lujo, es una obligación.

2 Escuchar las necesidades genuinas de nuestros hijos. Y para conseguirlo hay que saber leerlos. Un hijo necesita sentirse amado y sentir que pertenece. Desde que empieces
a conectar más con él verás resultados inmediatamente.

3 Mantenernos informados. Busca una fuente de información veraz que te diga qué está pasando con tus hijos en cada etapa para mantenerte informada con datos que te den tranquilidad.

4 Estar conectados como familia desde la diversión. Muchas veces, en este tiempo tan escaso que pasamos juntos nos concentramos mucho en el deber, en la instrucción, pero la diversión es la amalgama que nos mantiene juntos como familia.

5 Permanecer comunicados. La modernidad nos ha traído cosas maravillosas, pero estamos criando niños muy solos. Cualquier charla, espacio, workshop es bueno para abrirnos; y escuchar cómo lo harían otros padres también nos acerca.

Fotos: Bayoan Freites —estilismo: Joselo Franjul —peinado: Mónica Alburquerque —Maquillaje: Indira Sánchez —Locación: Restaurante Bottega Fratelli

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