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Un arte milenario

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Un arte milenario
(Foto: Bayoan Freites)

Un mago nace, sin duda, y este es el caso de Francis, quien lleva la magia en sus manos y en su mirada. Un arte milenario en el que habilidad e ingenio se unen para producir trucos inexplicables para el público y conducirlo a un solo lugar: el de la ilusión.

¿Cómo surge ese interés por algo tan complejo como la magia y la ilusión?

La chispa la prendió mi papá desde pequeñito, él se sabía algunos trucos y cuando quise seguir investigando, me dio un libro y me dijo: “Leyendo se aprende”. En esa enciclopedia conocí mis primeros trucos, pero al principio llamó mi atención como hobby.

¿En qué momento decides convertirla en tu profesión?

Hace ya 15 años, fruto de una coyuntura. Aunque siempre había sido mi pasatiempo, algunos amigos me decían: “¡Ya hice un compromiso a nombre tuyo!”. Me llevaban a las fiestas y actividades, pero hubo una fiesta en particular de Navidad en que me fue tan bien que sentí que funcionaba, así que arranqué de manera profesional.

¿Alguna vez pensaste que no iba a funcionar algún truco?

Uno siempre tiene ese sustito dentro cuando pruebas cosas nuevas, pero hay que vivir innovando, conociendo, cambiando de técnicas, y uno tiene sus métodos. El mío es probarlo con mis personas más cercanas, como mi hija, que tiene un ojo clínico maravilloso. Cuando ya puedo engañarme a mí mismo trato de engañar a los más cercanos, después pruebo con un público pequeño y cuando lo tengo convencido lo presento a un público general.

¿Cómo te preparas para ser ilusionista?

Ha sido una preparación ardua, de mucha lectura y búsqueda, aunque eran muy pocos los textos que llegaban a mis manos. Tuve la suerte de conseguir personas que me traían libros de fuera, sin embargo ahora hay muchísimas facilidades con internet y los videos. Pero la preparación mental es vital.

Aproximadamente, ¿cuánto tiempo inviertes para practicar tus trucos?

Yo practico todos, todos, todos los días. Si dejo de practicar uno o dos días, quizás yo me dé cuenta. Si dejo de practicar tres o cuatro días, puede que se den cuenta otros colegas, pero si lo dejo por 10 ó 20 días, será el público quien lo perciba y eso no se lo puede permitir ningún artista.

¿Te queda alguna meta por cumplir dentro del mundo de la magia?

Claro que sí, me encantaría hacer un show de magia en el Teatro Nacional.

También eres un experto en hipnosis rápida y actualmente el único del país, ¿qué te motivo a implementar esto en tus shows?

Bueno, yo estudié inicialmente la hipnosis para terapias por una situación familiar. Después, al conocer a otros hipnotistas que vinieron al país, y viendo los shows que se hacen fuera, me dije: “¿y por qué no?”. Eso ha sido una punta de lanza, porque en realidad aquí todavía la gente le tiene mucho miedo y existe mucha confusión con el tema, pero la hipnosis es muy provechosa a nivel clínico, y como entretención es maravillosa.

Con la hipnosis rápida has logrado ayudar a muchas personas con fobias, adicciones y hábitos, ¿cómo lo consigues?

Estudié hipnosis para eso. Yo solo soy un guía para que puedas encontrar en tu memoria lo que tienes que mejorar. Yo no pongo ni quito, dejo que tú lo hagas.

¿Qué te apasiona de la magia?

¡Todo! Poder conocer la delicada línea entre la realidad y la ilusión es la parte más bonita. Es como una película.

¿Tienes algún ritual antes de entrar a tus shows?

Yo trato de llegar con suficiente tiempo para leer al público antes de comenzar, apreciar cómo se comporta, quienes son los más llamativos, los más escépticos... Leo al público, lo memorizo, y así salgo a un ambiente conocido.