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Rusia: la oposición liberal frente a las elecciones presidenciales

Las autoridades, quieren que la gente participe en las elecciones

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Rusia: la oposición liberal frente a las elecciones presidenciales
Cartel de recogida de firmas para las elecciones presidenciales rusas a la entrada de la sede del partido Yábloko en Moscú. (RFI)

En Rusia, las elecciones presidenciales se celebrarán a mediados de marzo, y se espera que Vladimir Putin declare su candidatura para un quinto mandato dentro de unos días. El Kremlin admite que el resultado de las elecciones no está en duda. Pero el poder quiere mantener la apariencia de una competición y va a seleccionar a los candidatos autorizados a presentarse. ¿Deben entrar en el juego y aprovechar la oportunidad de expresarse, a riesgo de legitimar a un gobierno que acumula leyes represivas a una velocidad vertiginosa? El debate es especialmente agudo este año.

Cada último jueves de mes, pueden reunirse en las oficinas moscovitas del partido liberal Yábloko. Ya sean asiduos desde hace casi un año o recién llegados, hay varias decenas de ellos en una gran sala, sentados en grupos ante grandes mesas. A menudo estudiosos, a veces habladores, escriben en papeles sueltos o, más a menudo, en el reverso de una postal dirigida a un preso político. Elena Viktorovna, con unas pequeñas gafas en la nariz, participa en su segunda sesión.

Presos políticos

"Estoy jubilada y tengo 70 años. Escribo a la artista Sasha Skochilenko, que está siendo perseguida por su postura antibelicista. Y por mi parte, creo que es inaceptable lo que está ocurriendo en nuestro Estado, esta operación especial, como tenemos que llamarla. Todas las personas a las que escribimos están encarceladas precisamente porque no están de acuerdo con esta política estatal y con lo que está ocurriendo", dice. La emoción recorre su rostro y añade: "Mi primo vive en Odesa. Empiezo cada día, cada día, con información sobre lo que está pasando allí, y mis sentimientos son inequívocos".

Por primera vez, hay carteles del posible candidato presidencial del partido, Grigory Yavlinsky, en la entrada de sus oficinas. El congreso de Yábloko votará este fin de semana. Para los observadores, el resultado ya parece sellado: hace unas semanas, los medios de comunicación rusos ya habían informado de que este candidato se había reunido con Vladimir Putin.

"En principio, no creo que empeore las cosas más de lo que ya están. Después, los que están en el poder tienen los medios para obtener el resultado que les conviene", observa Alexander, de 40 años, con desapego. Este ejecutivo de recursos humanos no ha faltado a ninguna sesión desde el principio. Esta es su undécima velada y asegura que lleva "mucho tiempo siguiendo el tema de los presos políticos", más concretamente desde las manifestaciones que desafiaron el regreso de Vladímir Putin al poder en el invierno de 2011-2012. "Una pariente solía ir a los juicios de los manifestantes y transcribía los intercambios. No tenía tiempo suficiente para hacerlo, así que me pidió que la ayudara", precisa.

Sin cambios tras las elecciones

"Al principio, estas veladas atraían a personas que ya estaban vinculadas a distintos grupos activistas y de apoyo", explica una de las organizadoras, Anna Chatounovskaya-Burno, militante del partido. "Aquí acogemos a gente de izquierdas, de derechas... Yábloko se ha convertido en una especie de arca que acepta a la gente independientemente de su punto de vista, siempre que apoye a los presos políticos. Es importante que todo el que venga aquí sienta que no está solo por ser disidente. La gente que viene aquí recibe una carga de optimismo", prosigue.

Nada fácil en un momento en que todo está bajo llave por parte de las autoridades. Este verano, el portavoz del Kremlin calificó las próximas elecciones presidenciales de "operación administrativa que cuesta mucho dinero al Estado para un resultado favorable en un 90% a Vladimir Putin".

Ana, una estudiante de diseño de 17 años de una pequeña ciudad a un centenar de kilómetros de Moscú, ha decidido no dejarse impresionar. "Estoy radicalmente en contra de lo que ocurre en el país, y me gustaría cambiar las cosas por todos los medios posibles. Pero como no hay muchos, hago lo que puedo. Aquí apoyo a la gente que está en la cárcel por lo que está pasando, y en mi pueblo voy a mítines políticos y pego pegatinas contra la guerra", detalla la joven. "El derrocamiento de un gobierno puede producirse cuando la gente se da cuenta de que es inestable, débil, que ha perdido el control. El periodo electoral es el mejor momento para ello. Personalmente, creo que si no se vota, nunca se cambia nada", enfatiza.

En cuanto a las autoridades, quieren que la gente participe en las elecciones, pero no quieren ninguna disidencia, sobre todo de parte de los jóvenes. Hace unas semanas, en una entrevista con los medios estudiantiles de una prestigiosa universidad de la capital rusa, Dmitri Peskov declaró: "Si no es Putin, será otro. Pero será exactamente el mismo". En otras palabras, no puede haber esperanza de cambio en Rusia.

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