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Tres potencias, un mundo en tensión: el balance geopolítico al cierre de 2025

Estados Unidos, Rusia y China cierran el año con señales de fuerza, diplomacia bajo presión el efecto de varias crisis simultáneas

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Tres potencias, un mundo en tensión: el balance geopolítico al cierre de 2025
Cierre del 2025 de tres grandes potencias: el presidente estadounidense Donald Trump asiste a una conferencia de prensa conjunta con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky (no aparece en la foto) en Palm Beach, Florida. (EFE/EPA/SERVICIO DE PRENSA PRESIDENCIAL)

A medida que 2025 llega a su fin, el mapa de las relaciones internacionales se siente menos como una "comunidad internacional" y más como una suma de tableros superpuestos: el Caribe, el estrecho de Taiwán y el frente ucraniano se han convertido en escenarios donde Estados Unidos, China y Rusia muestran, cada uno a su manera, qué entienden por seguridad, influencia y "líneas rojas".

Lo notable no es solo la intensidad de las acciones, sino el mensaje político que emiten.

Estados Unidos, presencia militar como mensaje regional

El cierre de diciembre dejó una imagen inequívoca de la postura estadounidense: concentración de aeronaves, tropas y activos navales en Puerto Rico como parte de un incremento sostenido de operaciones en el Caribe.

Se observaron plataformas de alto valor estratégico y táctico, incluyendo aeronaves de patrullaje, transporte, helicópteros y cazas, operando desde aeropuertos y facilidades en Aguadilla, San Juan y Roosevelt Roads, junto con actividad terrestre en instalaciones como Fort Buchanan y áreas de apoyo. 

Más allá del inventario militar, el contexto completa el significado: el despliegue coincide con medidas de interdicción marítima y presión económica relacionadas con Venezuela, incluyendo acciones de la Guardia Costera sobre embarcaciones vinculadas al transporte de crudo.

El mensaje implícito es doble y consiste en disuasión regional y capacidad de respuesta rápida, sin necesidad de escalar a una confrontación directa. 

En términos de relaciones internacionales, esto se lee como coerción limitada: uso visible de poder para moldear conductas (contención, control de flujos y señalización estratégica) sin cruzar el umbral de guerra.

También refleja un patrón de 2025 en el que Estados Unidos prioriza "presencia", bases, patrullajes, fuerzas de reacción, como una forma de sostener credibilidad en varios teatros a la vez.

China, el bloqueo simulado de Taiwán y la diplomacia de la intimidación

Si el Caribe muestra el músculo preventivo estadounidense, el estrecho de Taiwán expone la lógica china de presión gradual.

A finales de diciembre, Pekín lanzó grandes maniobras con fuego real alrededor de Taiwán, bajo el nombre "Misión Justicia 2025", con un énfasis explícito en simular el bloqueo de puertos y zonas clave.

Las declaraciones y el diseño del ejercicio apuntan a algo más que entrenamiento y se trata de un ensayo de negación de acceso y control marítimo-aéreo

El factor detonante que aparece una y otra vez en las reacciones chinas es la política de armamento hacia Taiwán.

Reportes recientes señalan que el ejercicio se produce tras el anuncio estadounidense de una venta de armas valorada en alrededor de 11.1 mil millones de dólares a Taipéi, lo que Pekín interpreta como "interferencia externa" y estímulo al independentismo. 

Desde la óptica estratégica, China busca demostrar tres capacidades: rodear, aislar y hacer costosa cualquier intervención externa. No es casual que se mencionen zonas que rozan márgenes sensibles para la isla ni que se advierta a tráfico no vinculado al ejercicio. 

La presión no es solo militar, también es psicológica, económica (rutas marítimas y aéreas) y diplomática. 

La conclusión de 2025, en clave china, es que el multiverso geopolítico se vuelve más peligroso cuando el teatro de Taiwán se trata como un "asunto interno" por una potencia nuclear y como un "punto de credibilidad" por otra.

Rusia y la negociación en Ucrania como última fase y oportunidad

Mientras China presiona con ejercicios y Estados Unidos exhibe presencia, Rusia cierra 2025 con un proceso de negociación de Ucrania en el que solo tiene como interlocutor a los Estados Unidos.

El Kremlin afirmó coincidir con el presidente estadounidense Donald Trump en que las negociaciones para terminar la guerra en Ucrania están en su fase final. La afirmación no significa paz garantizada, pero sí marca un cambio de tono que consiste en pasar del campo de batalla al regateo diplomático de garantías y firmas. 

Aquí, el detalle crucial es la arquitectura de seguridad. Zelenski habló de garantías "sólidas" ofrecidas por Estados Unidos por 15 años prorrogables, y pidió plazos más largos, subrayando que el levantamiento de la ley marcial dependería de esas garantías.

En paralelo, insistió en que cualquier acuerdo sea firmado por Ucrania, Europa, Estados Unidos y Rusia, una forma de blindar el pacto mediante múltiples garantes

En términos de relaciones internacionales, Rusia busca cerrar el año manteniendo una idea central: que el desenlace del conflicto no puede dictarse solo por la voluntad ucraniana ni europea, sino que requiere un trato directo con Washington y un reconocimiento de hechos consumados.

Ucrania, por su parte, intenta convertir el "fin" en un sistema de disuasión a largo plazo. 2025 termina con conversaciones que se anuncian "cerca", pero con el dilema intacto, seguridad futura versus concesiones presentes.

El estado del sistema: menos reglas, más señales

Si se mira el cuadro completo, 2025 deja una tendencia clara: las tres potencias están operando bajo la lógica de competencia sostenida.

  • Estados Unidos privilegia la flexibilidad: presencia, interdicción y capacidad de proyectar fuerza en múltiples frentes a la vez. 
  • China eleva la presión con demostraciones escalables: ejercicios que sirven como ensayo y advertencia política
  • Rusia intenta cerrar el conflicto ucraniano mediante negociación, pero atada a garantías y a una paz que sea más que una pausa táctica. 

El "fin de 2025" no ofrece una narrativa de distensión. Ofrece, más bien, un recordatorio: la estabilidad ya no depende solo de tratados, sino de cómo estas potencias gestionen el riesgo de malentendidos.

En un mundo con crisis simultáneas, la diferencia entre disuasión y provocación puede ser tan delgada como una milla náutica... o una frase en un comunicado oficial.

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