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Las Marías, cajeras que se salen de los moldes de la sociedad

SANTO DOMINGO. Durante años los hombres fueron los candidatos perfectos para ocupar la posición de cobradores o pitcher de las guaguas públicas en las diferentes rutas del país, hasta que llegaron ellas, quienes arrojadas por la situación de desempleo del país, se vieron en la necesidad de reinventarse y buscar nuevas alternativas para conseguir el sustento de los suyos de forma honrada.

Llegaron y rediseñaron la visión tradicional que el dominicano tenia de esta labor, cambiando hasta el nombre: cajeras. Demostrando que podían realizar el trabajo, aportando responsabilidad, coraje y organización, sin temor a los peligros de pasarse todo un día a bordo de una guagua, o las inclemencias del tiempo y sol caribeño que maltrata su piel.

María Marte Castro, de 28 años, es una de las tantas mujeres que buscan cada día el sustento de su familia cobrando y vociferando los recorridos de una ruta, desde las cinco de la mañana hasta las diez de la noche.

Tras durar más de un año desempleada, y ante la dolorosa situación de dejar a sus dos hijos al cuidado de su madre, pues no tenía forma de conseguirles el sustento, hace tres meses comenzar a trabajar en una de las guaguas de la ruta La Ejecutiva, que recorre desde La Feria hasta el kilómetro 9 de la carretera Mella.

“Al principio sentí miedo y al mismo tiempo mucha curiosidad, pero sacar a mis hijos hacia adelante fue mi mayor motivación’’, cuenta María, al recordar sus primeros días de cajera.

Según María, las miradas de los pasajeros la intimidaban un poco, pues se encontraban raro no ver al tradicional “pitcher” o cobrador, que por años ocupaba la posición. Pero con el tiempo se ha dado cuenta de su capacidad para hacer trabajo, y cree que la mujer de hoy en día puede realizar cualquier labor sin tener que avergonzarse por ello.

“Desde muy joven he trabajado como doméstica, cajera de bancas y bares, y todas tienen un factor común, el trato con las personas. Toda posición que implique tratar con personas es difícil, y más si estamos en una guagua pública, pues siempre hay disputas por el precio del pasaje, porque el pasajero no pide su parada a tiempo, o quieren que los dejen lugares donde no se esta permitido. Pero en estos meses he aprendido a lidiar con ello de la mejor forma posible, ganándome el respeto de los choferes de la ruta y de los pasajeros”, explicó.

A pesar de tener un trabajo que le gusta y del cual se siente orgullosa, María, quien es estudiante de primer semestre de derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), tiene el sueño de concluir sus estudios, y convertirse en una abogada reconocida, para brindarle a sus hijos un futuro diferente, para que ellos puedan disfrutar de todo aquello que la vida le ha negado, o le ha sido tan difícil conseguir.

La experiencia

Para María Cristina Cabrera, mejor conocida como “la abuelita” entre sus compañeros de la Asociación de Choferes de San Luis (Asochosa), lo ser cajera de guaguas públicas no fue una opción, sino la única puerta que se le abrió tras separarse de su pareja sentimental, y quedarse sola con tres hijos que mantener, uno de ellos sordo mudo.

Según cuenta, se inició el oficio en 2005, en la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA), institución pionera en la contratación de mujeres para el cobro del pasaje. Tras ser despedida debido a un incidente con una de las supervisoras directas, pasó a formar parte de Asochosal, ruta para la que labora actualmente.

Tras once años en el oficio, la abuelita cajera, dice que lo más difícil ha sido tener que dejar a sus hijos para incorporarse a las largas jornadas de trabajo, que inician a las cinco de la mañana, y concluyen al caer la noche. “En cierto sentido este es un trabajo más de hombres que de mujeres, porque te aleja de tus hijos. Pero fuera de eso yo amo lo que hago, ya que gracias a este oficio consigo el sustento de mi familia”.

María Cristina sueña con tener su salón de belleza propio, una función diferente a la que ha realizado por años en el transporte público, pero para la que según cuenta se está preparando, ya que le daría la posibilidad de estar más cerca de su familia.

Sueldo

El salario promedio de una cajera ronda los RD$14,000.00 pesos mensuales. El cual según las mujeres entrevistadas es insuficiente ante el alto costo de la canasta familiar, pero es mejor de lo que podrían ganar realizando labores tradicionales como; domésticas, conserje, estilistas, entre otras.

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