Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Noticias
Noticias

“La gente sigue aferrada a escuchar lo que quiere aunque sea mentira”, experta analiza las noticias falsas

Rosario Espinal plantea que hay políticos dispuestos a explotar eso al máximo

Expandir imagen
“La gente sigue aferrada a escuchar lo que quiere aunque sea mentira”, experta analiza las noticias falsas

SANTO DOMINGO. La reproducción de mentiras a través de internet y con el propósito de desinformar a determinados segmentos de una sociedad es un fenómeno que ha captado la atención de estudiosos y expertos de la comunicación por los efectos directos que ha tenido sobre la política internacional como son el Brexit, la guerra entre Ucrania y Rusia o la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.

“Las noticias falsas calan más precisamente en aquellos temas donde la gente es más emotiva que racional en sus pensamientos”, analiza sobre el particular la doctora en sociología y profesora en Temple University en Filadelfia, Rosario Espinal.

Explica que la falta de interés de indagar la verdad detrás de las historias por parte de las personas demuestra que parte de sus “sensaciones emotivas” superan sus deseos de profundizar sobre determinados temas.

Espinal plantea que aunque se “usan para todo” en general hay unos temas como el racismo, la xenofobia, el feminismo o el machismo que “tienen una carga emotiva muy fuerte” por lo que resulta más fácil que las personas crean historias sobre estos temas debido a que “ya tienen ideas prefijas”.

“La gente sigue aferrada a escuchar lo que quiere escuchar aun eso sea mentira y hay políticos dispuestos a explotar eso al máximo”, reflexiona sobre el fenómeno de las noticias falsas y su impacto en la política moderna.

En el artículo Noticias falsas en Internet: la estrategia para combatir la desinformación, de la Universidad de Palermo, se define las noticias falsas como “contenidos deliberadamente falsos que se publican en sitios web cuya apariencia intenta ser formal y auténtica”.

“A veces el diseño del sitio y su URL suplantan un portal de noticias reconocido. El propósito claro es engañar al usuario”, sostiene el documento elaborado por Carlos Cortes y Luisa Isaza para la Facultad de Derecho Centro de Estudios en Libertad de Expresión y Acceso a la Información de la Universidad de Palermo.

Destaca que las noticias falsas pueden ser motivadas por razones de tipo económico, político o un cóctel de ambas con el objetivo de generar tráfico a partir de contenidos irreales y titulares sensacionalistas.

Sin embargo, no solo el internet puede ser un espectro para la difusión de noticias falsas. James Garvey, autor del libro Los persuasores: La industria oculta que quiere cambiar tu opinión, relata en este como la niña Nayira de 15 años inclinó la balanza para que el Congreso de Estados Unidos votara a favor de la invasión a Irak en 1990 mediante un testimonio en el que describía atrocidades que habrían hecho soldados iraquíes al mando de Saddam Hussein en hospitales maternos de Kuwait.

Luego se demostró que todo era falso y que Nayira era hija de un diplomático kuwaití en Estados Unidos y vinculado a la monarquía del país de Medio Oriente.

Caso dominicano

Pese a los casos sonoros a nivel internacional, Espinal cree que parte de que el fenómeno de las noticias falsas aún no haya tenido fuerza en República Dominicana se debe a “la relativa fortaleza de sistema de partidos”.

Entiende que la cuestión por la que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha gobernado de manera ininterrumpida desde el año 2004 es debido a que su ascenso se debió a medidas de corte económico y al hecho de que el país había vivido un proceso de crisis en el año 2003 por lo que ha tratado de mantener esa relativa estabilidad macroeconómica unido “a una masificación del Estado asistencial”.

Pero advierte que si las medidas económicas fracasan, entonces se da un proceso de declive en la credibilidad y capacidad de los políticos para enfrentar los problemas y se produce en la población un sentimiento de “desencanto y desconfianza”.

“Si ello fracasa en mantenerlos en el poder entonces se abriría un espacio en ese momento para que se utilicen esas otras discursivas políticas que apelan más a la emoción”, apunta Espinal.

TEMAS -