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A.M. - Sol naciente y Sol poniente

El general Pompeyo era el favorito del dictador Sila; se había ganado ese lugar en el campo de batalla; mientras que en los salones, por su buen tipo, ganó el corazón de su hija Emilia. Era de tan buen talante, que la cortesana Flora decía ser imposible estar a su lado sin querer darle un mordisco.

Como yerno de Sila, fue enviado a África. Allí obtuvo tantas victorias que despertaron los celos del suegro. Este le mandó volver a Roma. Ya allí, Pompeyo pidió los honores del Triunfo, la entrada solemne de un general victorioso a la ciudad entre los vítores de la multitud. Sila se negó, escudándose en su minoría de edad. El dictador era un hombre viejo. Pompeyo respondió con una metáfora que aludía a la diferencia de años y de momento político: "El Sol naciente, Sila, tiene más adoradores que el Sol poniente"

El poder es una sombra pasajera que desaparece al acostarse el Sol del favor popular. Los políticos en su hora de triunfo, cuando los pueblos les aplauden, con frecuencia olvidan el silencio solitario del fin.

El hombre elevado por el azar momentáneamente sobre los demás, debe recordar que su predominio es huella grabada en arena, que las olas del tiempo borrarán irremediablemente.

homerofigueroa@hotmail.com