A.M. - Tres preguntas

1. ¿Militares preparando un golpe? ¿Y para qué? Difícil, muy difícil de creer. Ellos son los menos interesados. Tienen el poder que les es propio más las ventajas de la cercanía al poder político. Muchos de ellos son multimillonarios y los que no lo son todavía, están en ello. En un país donde las "influencias" son indispensables hasta para hacer un trámite burocrático básico, ellos las tienen todas y manejan el lenguaje de la tarjetita y la llamada con soltura y generosidad. ¡Difícilmente podrían vivir mejor si tuvieran que gobernar!

2. ¿Quitar el barrilito a los legisladores? Reflexiona Domínguez Brito en voz alta, y avisa que está estudiando cómo manejar el barrilito (dinero para "obras sociales") que le corresponde. Con una sinceridad pocas veces sentida en un legislador, critica con dolor el modus operandi de nuestro submundo político. Tiene razón el senador de Santiago: hay que obligar a los legisladores a que se centren en su trabajo y romper con ese viciado y perverso clientelismo que empozoña la vida pública. Y que, encima, les amarga la vida a ellos. Debemos crear las condiciones para que gente mejor preparada y mejor en todos los sentidos se dedique a la política. Lo difícil es que Domínguez Brito convenza a sus colegas de que suelten el dinero. Eso no pasa por ahora.

3. ¿Cómo atajar la brecha social? El presidente del CONEP, Lisandro Macarulla, tiene toda la razón al señalar la deficiente educación pública como multiplicador de la segregación social. En estos momentos a la escuela pública sólo va el que no puede pagar una privada, por mediocre que ésta última sea. Y la cifra que da es terrible: un joven dominicano, que al cumplir 18 años haya pasado 12 en la escuela… apenas logra una escolaridad de ocho años. El grado de eficacia de nuestra escuela pública es uno de los más bajos de la región.

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