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Adc. - Un milagro posible

Milagros vice perdió la voz y la recupera lentamente. La mudez no es casual. Le robaron el verbo y con el latrocinio volaron ilusiones, la ingenuidad y el ardor por la política, por la vida pública.

Ahora, tal vez tarde o tal vez temprano, la dama blanca insinúa el engaño, la trampa y el regalo envenenado de una paternidad. Era ajeno el embullo de la ley de Lemas, estrellado bajo el engaño de proyecto de voto preferencial. Ella lo apuntó como solución interna y otros le dieron proyección externa. Y a ella, la autoría: lodo, descrédito y la sorpresa de quienes han visto sólo honestidad, compromiso ciudadano --incluidas dosis ocasionales de mal genio y tozudez (genética)--, en su desfile dilatado por la pasarela de la política.

Difícil su recuperación, condenada a convivir con la pesadilla reeleccionista a unos cuantos metros del despacho en el Palacio Nacional en que ya estuvo cuando habitaba la utopía, en un 1963 de historia. Lealtad al partido, a ese aquelarre de embustidores identificada una de sus facciones con la desgracia nacional, la sustrae del debate y del exposé inmisericorde que todos aguardamos como contribución a la catarsis colectiva.

Una vez descubierta la verdad de esta etapa propia del diván sicoanalista, saldrán muchos por el albañal. Aunque se necesite la paciencia de Job para verlo. Para quienes prefieren soñar para saber que están vivos, será un alivio comprobar que a Milagros Ortíz Bosch corresponde la puerta grande.