El ruido y la raíz
El cansancio de la inmediatez ¿qué perdura más, el escándalo o el legado?
En la sociedad dominicana actual conviven corrientes culturales que avanzan tanto en direcciones opuestas como paralelas. Una apuesta por el ruido: la lógica del escándalo, la inmediatez, el contenido diseñado para provocar reacción antes que reflexión. Otra, más serena y menos visible, sostiene los valores que históricamente han permitido a las naciones avanzar: el esfuerzo, la educación, la disciplina, la pertenencia comunitaria y el compromiso con la ciudadanía.
Describir la primera corriente como simple decadencia sería un error de interpretación. La cultura popular es un espejo social. Refleja aspiraciones, frustraciones y códigos de identidad, incluso cuando se expresa a través de la vulgaridad o el sensacionalismo. Su masividad no es casual. Cumple funciones emocionales y simbólicas que la población reconoce. Negarlo sería ignorar su raíz sociológica.
Pero otra pregunta, más decisiva, se impone: ¿puede el modelo del ruido sostenerse en el tiempo? La evidencia histórica sugiere que no. Los fenómenos que nacen exclusivamente del morbo tienden a agotarse con rapidez; viven de la novedad constante, y lo nuevo envejece de inmediato. Lo popular que perdura —música, tradiciones, formas de humor, expresiones artísticas— lo hace porque contiene algo más profundo: identidad, memoria, narrativa, humanidad.
La cultura que se basa solo en el impacto, en cambio, no construye legado. Produce figuras momentáneas, no símbolos. Genera atención, no cohesión. Una sociedad que convierte el escándalo en norma erosiona, poco a poco, la noción de ciudadanía y debilita los valores que sostienen su progreso.
El desafío real no es combatir la cultura popular, sino reorientar la brújula cultural hacia aquello que crea sentido y futuro. A la larga, lo que permanece no es el ruido: es la raíz.
