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La radiografía oculta: los accidentes laborales que República Dominicana no quiere ver

El costo humano de la precariedad, familias rotas tras accidentes laborales no reportados

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La radiografía oculta: los accidentes laborales que República Dominicana no quiere ver
Los accidentes laborales en República Dominicana son un problema sistémico mucho mayor a las cifras oficiales. (FREEPIK)

Durante las últimas dos décadas, los expertos del sector de la prevención de riesgos laborales en el país han aprendido que las cifras oficiales son apenas la punta de un iceberg que la sociedad dominicana preferiría no ver. Cuando los datos revelan que en República Dominicana ocurren 15.5 accidentes laborales por cada hora trabajada, lo que realmente están evidenciando es un problema sistémico que va mucho más allá de los números en un informe.

La realidad es contundente: si en 2024 se reportaron oficialmente 50,234 accidentes laborales, la cifra real probablemente duplica o triplica esa cantidad. Los profesionales que recorren fábricas, talleres y obras de construcción observan cotidianamente cómo un trabajador con el dedo fracturado regresa a casa "por su cuenta" para no perder el día de salario. Empresarios de la economía informal —que emplean a miles de dominicanos— admiten que jamás han reportado un accidente porque "eso complica las cosas". Este subregistro no es un detalle técnico; es una invisibilización deliberada de una crisis de salud pública.

El enemigo que viaja con la fuerza laboral

Lo que los datos oficiales sí logran revelar es escalofriante: el 40 % de los accidentes laborales involucran sucesos de tránsito, y en 2024, los accidentes "en el trayecto" representaron un devastador 65 % del total. La traducción es clara: mientras las empresas invierten fortunas en equipos de protección personal, capacitaciones sobre manejo de maquinaria y señalizaciones de seguridad, los trabajadores se juegan la vida cada mañana en las calles caóticas de Santo Domingo, Santiago y en todo el país.

Los especialistas en prevención han dedicado años a predicar sobre los riesgos dentro de las instalaciones empresariales, pero la verdad incómoda es que el mayor riesgo laboral en República Dominicana tiene dos ruedas, un motor y circula sin respeto alguno por las normas de tránsito. Cuando un delivery en motocicleta esquiva un carro a toda velocidad para cumplir con su cuota del día, cuando un trabajador de construcción viaja hacinado en la caja de una camioneta, cuando una enfermera regresa exhausta de un turno de 12 horas conduciendo en la madrugada —ahí es donde se está perdiendo la batalla.

Una crisis con rostro joven y masculino

Los números también revelan algo que debería alarmar a las autoridades: el 65 % de los accidentados tiene entre 20 y 39 años. Son los jóvenes que deberían estar construyendo su futuro quienes están pagando el precio más alto de esta negligencia colectiva. Y el 63 % son hombres, muchos de ellos sostenes de familia, trabajando en sectores de alta movilidad como el comercio, las entregas y los servicios.

Los expertos observan cómo estos jóvenes trabajadores, presionados por la precariedad laboral y la necesidad de "producir", asumen riesgos que ningún protocolo de seguridad debería permitir. La experiencia demuestra que detrás de cada estadística hay una familia que se quebró, un proyecto de vida interrumpido, un costo económico y emocional que ninguna indemnización puede reparar.

El mapa equivocado del riesgo

Durante años, la atención se ha concentrado en los andamios y las máquinas como los principales villanos del riesgo laboral. Sin embargo, los datos de 2024 obligan a reconfigurar ese mapa mental. La industria de transformación lidera con 21.4 % de los casos, pero lo verdaderamente revelador es encontrar al sector salud en segundo lugar con 8 % de los accidentes.

Médicos, enfermeras y personal sanitario —quienes cuidan de la población— están cayendo víctimas de jornadas extenuantes, traslados constantes entre centros de salud y una fatiga que los convierte en conductores de alto riesgo cuando toman el volante o suben a una moto para regresar a casa. El comercio aporta más de 3,500 casos anuales, mientras que la construcción —sector tradicionalmente asociado con el peligro— registra más de 2,500 casos, confirmando que el riesgo laboral está más diversificado de lo que se creía.

El costo de mirar para otro lado

El aumento del 15.5 % en casos reportados durante 2024 admite dos interpretaciones: o el sistema de reportes está mejorando su cobertura, o la situación está empeorando aceleradamente. La segunda opción parece más probable. Desde 2021 hasta mayo de 2025 se han contabilizado 198,533 accidentes laborales. Pero la insistencia de los expertos es firme: estos son solo los que el sistema captura.

Las preguntas persisten: ¿Cuántos trabajadores informales quedaron fuera de las estadísticas? ¿Cuántas microempresas jamás reportaron? ¿Cuántos trabajadores de plataformas digitales —esa nueva precariedad disfrazada de emprendimiento— sufrieron accidentes sin que nadie llevara registro alguno? El subregistro no es una falla técnica; es una realidad que multiplica la magnitud del problema.

Un llamado urgente a la acción

La conclusión de quienes llevan décadas en esta trinchera es clara: el país necesita redefinir completamente su estrategia de prevención de riesgos laborales. No se puede seguir concentrando todos los esfuerzos en la seguridad intramuros mientras el verdadero escenario de peligro está en las calles. Se requieren políticas de movilidad segura, horarios laborales que no conviertan a los trabajadores en conductores exhaustos, y sobre todo, es necesario dejar de fingir que el problema es más pequeño de lo que realmente es.

La pregunta que define a la República Dominicana como sociedad es simple pero urgente: ¿se seguirán contando víctimas o se comenzará a prevenir tragedias de manera efectiva? Los datos están sobre la mesa. La responsabilidad de actuar recae ahora en autoridades, empresarios y la sociedad en su conjunto.

TEMAS -

Doctor en educación, docente e investigador universitario. Experto en finanzas, tecnología y prevención de riesgos laborales. Abogado.