La disciplina como factor del éxito educativo
Lo que Vietnam puede enseñarle a República Dominicana sobre educación

Recientemente leí el artículo "El gran reto dominicano", del economista Andrés Dauhajre, publicado en El Caribe el 8 de diciembre, donde expone con acierto la gran inversión que realiza el Estado dominicano en la educación de nuestros niños. Señala también que los docentes dominicanos cuentan con el segundo salario más alto de América Latina y el Caribe, pero aun así los resultados de aprendizaje siguen siendo bajos, muy bajos, especialmente si se comparan con los de países donde el magisterio recibe salarios más modestos.
Dauhajre menciona el caso de Vietnam, un país que, pese a haber salido de una guerra en condiciones precarias, decidió apostar firmemente por la educación como palanca de desarrollo. Al igual que Corea del Sur y otras naciones asiáticas, Vietnam logró altos niveles de calidad educativa no solo por la inversión, sino por la profesionalización del docente y por una cultura de responsabilidad sobre los resultados. Los maestros reciben incentivos cuando sus estudiantes obtienen buenos desempeños; si no, deben explicar las razones y rendir cuentas. Es parecido al incentivo de 50 mil pesos que implementamos en República Dominicana para los docentes que logran alfabetizar al menos al 80 % de sus estudiantes: sin resultados, no hay incentivos.
Vietnam también cuenta con un currículo moderno, centrado en competencias fundamentales como lectura, comprensión, matemáticas y ciencias. Primero lo esencial; luego lo complementario. Nuestro currículo, en cambio, es demasiado abarcador y disperso, con múltiples disciplinas cuya utilidad no siempre es evidente. Apostar por un enfoque STEAM, por enseñar lo verdaderamente útil -como decía Ortega y Gasset-, debería ser una prioridad estratégica.
Un factor trascendental en estos países es la cultura. Las sociedades asiáticas valoran profundamente la disciplina, el esfuerzo y la eficiencia. El tiempo dedicado al estudio se respeta, y los docentes deben cumplir con rigor su labor. A ello se suma la participación activa de los padres, que trabajan de la mano con los maestros para asegurar los aprendizajes de cada niño.
El sistema educativo vietnamita está, además, claramente organizado y altamente centralizado, con responsabilidades definidas a todos los niveles. Cuando docentes o directivos fallan, deben justificar su actuación ante las autoridades centrales. Allí existe un sindicato de docentes, pero integrado a la central estatal de trabajadores, lo que asegura su alineación con las políticas educativas nacionales. Por ello no hay huelgas ni paros; se trabaja para lograr los resultados que la sociedad espera.
China presenta un modelo similar, donde el esfuerzo se orienta al rendimiento estudiantil y la meritocracia es un valor central. Las pruebas de ingreso a la universidad son rigurosas y determinan el futuro académico y social de los jóvenes. Por eso los estudiantes y los maestros trabajan intensamente, sin pérdida de tiempo. No es sorprendente que China exhiba altos desempeños en evaluaciones internacionales.
En Vietnam, China y Corea del Sur, la educación es una prioridad nacional. El prestigio social del maestro, la disciplina cultural y la participación de las familias crean un entorno donde el aprendizaje es verdaderamente sagrado.
Por todo lo anterior, al comparar estos sistemas con el de República Dominicana, es necesario incorporar el factor cultural como eje explicativo. En esas naciones se valora el esfuerzo, el trabajo sistemático, la competencia y la meritocracia. Y todos -docentes, directivos y familias- centran su atención en garantizar que los niños alcancen las metas de aprendizaje definidas en el currículo.

Ángel Hernández
Ángel Hernández