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AM.-Qué le faltó al discurso...

Julio César cruzó los Alpes y nos dejó una descripción impecable de esa proeza. Sin embargo, esa narración llena de detalles impresionantes como la gesta misma, carecía del detalle de la belleza: El César, cuya cabeza se alzaba por sobre la de todos, no tuvo tiempo para apreciar el paisaje, para sentir las bellezas en su entorno, ni la armonía de ese monumento de la naturaleza.

El domingo, al presidente Fernández le pasó algo parecido. Nos contó con lujo de detalles, todo lo que su administración ha hecho por el país y comparó su gobierno con el del partido de oposición, saliendo ventajosamente ganancioso.

Pero le faltó el toque de dulzura, el detalle humano que indica que al escribir su magnífica pieza oratoria, pensó en la gente, en aquellos que son la razón de ser de la política.

Los números no tienen sentido si no significan algo concreto para la gente. La economía, más que una ciencia matemática, es una ciencia humana, profundamente humana. Es por ello, que el dato no puede ser frío, por más categórico que sea. Tiene que contener significado directo y vivo para el interlocutor.

El Presidente debió demostrarle al pueblo su preocupación por la crisis, sin importar quién la generara. Debió compartir con su pueblo los pesares del momento. Comprender el dato profundo, el que no dicen los números, de que el cuerpo social está enfermo y tiene hambre y sed de justicia y de comprensión.

Al hermoso discurso le faltó lo más bello: humanidad.

atejada@diariolibre.com