Navidad
Al mundo le hacía falta este mensaje que solo la Navidad es capaz de transmitir
Ni la variante ómicron puede con las ganas de Navidad. Las navidades son la infancia para los no creyentes y el Misterio para los que practican. Son la fiesta y las ganas de que la rutina haga un salto mortal y no caiga de pie. Las Navidades son peores cuando las ausencias pesan demasiado en el recuerdo.
Las Navidades empezaron el pasado viernes y terminan después de Reyes, que algún gobernante sensato devolverá al 6 de enero como manda la tradición, el sentido común y el itinerario de sus Majestades de Oriente.
La Navidad es la razón de ser del catolicismo y es una fiesta tan espléndida que hasta los comerciantes (que son los que entienden de marcas) la han tomado como propia. Es un espíritu de cosquilleo en el ánimo y de reiniciar, un intento de borrón y cuenta nueva en diferentes niveles. Cada quien con su cada cual.
La Navidad de 2021 anunciaba el nacimiento de Jesús y el fin de la pandemia, pero como siempre alguien tiene que fastidiar la cena familiar por acción o por omisión... se presiente la llegada de la variante que está azotando medio mundo. Pero viene con la buena noticia de que es mucho menos dañina aunque sea más contagiosa.
La pandemia que comenzó en marzo de 2020 ha borrado la frontera de los meses, volteado el calendario, ralentizado y acelerado al mismo tiempo el tiempo. Todo ha sido más pesado, ha costado más esfuerzo, ha provocado un cansancio más allá del físico. Es un cansancio vital.
Por eso esta Navidad es tan especial, porque hacía falta, porque el mundo necesita ese mensaje que solo la Navidad es capaz de transmitir.