La teoría de la conspiración
Nadie creyó que David Ortiz no fuera el objetivo del atentado
La teoría de que Sixto David Fernández no era el objetivo del sicario que disparó a David Ortiz se manejó y convenció desde el primer momento. Nadie podría confundir a David Ortiz con otro hombre, ni en una discoteca con mala iluminación. De ser ese el caso, habría sido, se dijo entonces, el peor asesino a sueldo del mundo. Una chapuza de atentado, vamos, y no porque afortunadamente el pistolero fallara en su objetivo de matarle.
La nueva tesis, la de la investigación privada que ordenó el expelotero, también tiene algunas lagunas. Más parecen hipótesis de telenovela sin pruebas concretas que pruebas sorprendentes que responden a hipótesis descabelladas.
Pero hay que admitir que hay vidas que parecen narco corridos. Mujeres y celos, honor manchado, ofensas enquistadas, con música urbana de fondo, que lo de la bachata ya quedó atrás... Y dinero, siempre el dinero.
Vivimos pegados a las noticias de los tribunales. Siempre han sido una fuente inagotable para la prensa, pero últimamente se arman argumentos para novelas de espías (pinchar teléfonos es un deporte público y privado), de corrupción de proporciones inimaginables, enredos políticos, socialités con miedo a ir a la cárcel, chivatos que hablan hasta por los codos, pastores y pastoras, militares, robos de bases de datos, queridas que viajan con su perrito en primera clase, casas en la montaña, villas en la playa con muelle privado...
Y falta por escribir la gran novela dominicana. La que cuenta la increíble historia de la herencia oculta de miles de miles de miles de millones de la familia Rosario.
En euros.