Manual para tratar la corrupción
Dos gobernantes, dos actitudes
República Dominicana. El escándalo de SENASA es mayúsculo, cierto. Pero la reacción del Presidente dominicano ha sido impecable: no entorpecer la actuación del ministerio público en su persecución a los involucrados. Defender, exhortar a la Justicia a que siga su mandato. Los presuntos son de su propio partido y alguno de su total confianza hasta que tuvo conocimiento de los hechos, pero eso no le ha empujado a tratar de tapar la realidad.
España. En 2016 un editorial del periódico español El País calificaba a Pedro Sánchez de "insensato sin escrúpulos". La descripción –impecable y premonitoria- se ha recuperado en muchos artículos a lo largo de los años y la IA la encuentra con facilidad, para quien quiera leerlo. Años después, Sánchez llegó a la Presidencia del Gobierno de España, el diario despidió a aquel director y cobijó al gobierno sanchista con cariño. Con tanto, que a menudo sus páginas chirrían y derrapan.
Los casos de la corrupción en su mandato tienen hoy cercado al presidente español y a su partido, el PSOE. La reacción del gobernante (que es a lo que vinimos) es surrealista: se empecina en negar lo evidente, ha insultado a los jueces y a los periodistas que han destapado los escándalos, "su" Fiscal General está condenado por revelación de secretos y se mantiene en su puesto por sus pactos con proetarras y golpistas. (Esa es su gran corrupción, su gran traición.)
Dos presidentes, dos posturas –tanto política como personal- ante la corrupción.
El caso judicial del desfalco de SENASA no se atascará en un despacho, no hay duda de que se hará justicia. Ni la presión popular ni la voluntad de los demás poderes del Estado lo van a permitir. El poder Ejecutivo ha hecho lo que debía, ahora le toca al poder Judicial cumplir con altura.

Inés Aizpún