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Corrupción
Corrupción

Abuso

La pregunta que flota en el ambiente ya no es si el gobierno hace lo suficiente para combatir la corrupción.

La cuestión que se plantea es... ¿estamos a tiempo de revertir los efectos de la impunidad? La corrupción mata, ya lo hemos visto estos días. No sólo enriquece a unos pocos y empobrece al resto. Empezamos a contar los muertos relacionados directamente con mafias dentro de instituciones públicas.

¿Cuál es el límite tolerable? ¿En qué punto deja de ser entendible que se utilicen fondos públicos para acciones puntuales de asistencia, en qué momento se convierte la administración en una maquinaria estatal de compra de votos, de control de la sociedad?

Si con el actual sistema de Justicia no se llega a condenar nunca a un prevaricador, quizá es el momento de enfrentar la realidad: cuando el Ejecutivo controla las Cortes y designa directamente a quien dirigirá el Ministerio Público, todo el sistema puede convertirse en garante de la impunidad.

Cambiemos la conversación. No hay que insistir en la lucha contra la corrupción. Toca trabajar por el cambio del sistema. Toca exigir la independencia real de los poderes ejecutivo y judicial.

Si el gobierno lee bien el clima social estará preocupado. No es ánimo de venganza, de ver a fulano o mengano detrás de las rejas. Es que se ha perdido la confianza en que los casos de corrupción de los últimos años van a ser reconocidos, investigados y los culpables juzgados. Y condenados. Que no haya nunca una sentencia condenatoria no demuestra que los señalados son inocentes, sino que el sistema está configurado para la impunidad.

(Que la Cámara de Cuentas diga que no tiene dinero para las auditorías del caso Odebrecht ha sido la gota que ha colmado la paciencia... Un abuso.)

IAizpun@diariolibre.com

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