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Algo falla cuando las cifras no mejoran

Al borde del 25 N, el día que recuerda que falta mucho para erradicar la violencia contra la mujer, surgen cada año las mismas preguntas. ¿Por qué no se avanza? ¿Por qué las cifras de asesinadas no bajan? ¿Por qué las campañas no funcionan? ¿Por qué los jóvenes, que han crecido oyendo estos mensajes, siguen ejerciendo violencia en sus relaciones?

¿Qué más hay que hacer?

A la violencia extrema, al asesinato se llega un día... al que le han precedido cientos de maltratos físicos o verbales o psicológicos. Ese proceso da señales claras a quienes saben verlos.

El entorno familiar más íntimo, los amigos, los vecinos, los compañeros de trabajo. Los grupos en los que nos movemos. Todos deberíamos saber qué hacer, cómo ayudar. Y no siempre es el caso.

Denunciar, aunque sea anónimamente y siempre que haya una garantía de que la respuesta va a ser adecuada. Que la policía entiende, que la justicia articula adecuadamente los procesos, que hay un sistema de apoyo y cuidado a las víctimas. Sin todo eso funcionando... ¿quién se atreve a denunciar?

Y la prensa... también nos equivocamos. No faltan titulares en los que se “explican” los celos de uno o la “pasión” de otro. O las declaraciones de la vecina que cree que “le hizo enfadar”... De violencia contra la mujer habla casi todo el mundo, mucho más en noviembre. Pocas veces hablan ellas, mucho menos en público.

Las mujeres asesinadas no son cifras. Son personas que han sufrido delante de todos. Son asesinatos de los que a veces decimos “era de esperar” o “se veía venir...” Es decir, se pudieron evitar.

IAizpun@diariolibre.com

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