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Arengando las tropas y defendiendo la obra

Las circunstancias no eran auspiciosas para un discurso de despedida que tenía que ser, al mismo tiempo, una arenga a las tropas y una defensa de la obra realizada.

Medio país no lo iba a escuchar y la otra mitad no lo iba a aceptar, a pesar de que muchas de las realizaciones señaladas en el discurso son puntos luminosos de la administración y del país.

Evidentemente, el presidente Medina no se iba a referir a aquellas cuestiones que son baldones de su gobierno. Por eso, no es de extrañar que el tema del endeudamiento público y el complicado teorema de la corrupción y la impunidad no merecieran mención en su discurso. Que de eso se encargue la oposición, pudo haber dicho. Una oposición que no podrá responder al discurso pues por propia declaración no lo escuchó, lo cual es un error.

En idénticas circunstancias, año electoral y gran distancia partidaria, los demócratas acudieron al discurso del Estado de la Unión pronunciado por Donald Trump hace unas semanas, aunque no aplaudieran y hasta abuchearan en algún momento. El deber siempre hay que cumplirlo.

El discurso fue elegante a ratos y, fuera de toda duda, servirá de plataforma a la eventual postulación de Medina en el 2024, ahora sin oposición en su partido.

Lo que no se puede borrar es lo hecho. Se podrá discrepar de los números, pero las escuelas y las demás obras están ahí. Quien ocupe la silla presidencial a partir de agosto, sin dejar de construir, tendrá que levantar el edificio más importante: el de la credibilidad y de la institucionalidad del país .

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