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Juan Bosch
Juan Bosch

El día del triunfador

La tradición dominicana de cambio de Gobierno se inició en la era de Trujillo en la cual, por supuesto, no había problemas.

La costumbre continuó, con sus altas y bajas, durante el período democrático, pero comenzó con mal pié: Rafael Bonnelly, presidente del Consejo de Estado, no asistió a la juramentación del presidente Juan Bosch el 27 de febrero de 1963.

No existe una tradición similar en todo el mundo. En los Estados Unidos, por ejemplo, de donde copiamos tantas cosas, la presencia de los expresidentes es de factura reciente. La ceremonia prevista en la gran nación del Norte es que el presidente entrante, antes de ir a juramentarse, pasa a tomarse un café por la Casa Blanca, momento en el cual el presidente saliente le entrega simbólicamente las llaves de lo que será el nuevo hogar del elegido.

En verdad, la tradición dominicana es un contrasentido. Ese día pertenece al triunfador y sus seguidores y si aprovecha el discurso para lanzar una andanada contra el saliente frente a distinguidos invitados internacionales, está mostrando al menos, cierto grado de descortesía y una elemental falta de elegancia.

Ni siquiera la ceremonia de entrega de banda presidencial es correcta, pues la banda debiera ir a un museo o quedar en propiedad de quien la llevó por cuatro años. En todo caso, el presidente entrante puede confeccionarla a su mejor conveniencia (La del presidente Antonio Guzmán, por ejemplo, la bordaron las monjitas del Politécnico Femenino de Santiago).

Quizás es momento de iniciar una nueva tradición.

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